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Que el cielo la juzgue (1945)

Que el cielo la juzgue
110 min.
7.6
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Sinopsis
Richard Harland (Cornel Wilde), un joven escritor, conoce en un tren a Ellen Berent (Gene Tierney), una bellísima mujer con la que se casa pocos días después. La vida parece sonreírles, pero Ellen es tan posesiva y sus celos son tan enfermizos que no está dispuesta a compartir a Richard con nadie; tanto amigos como familiares representan para ella una amenaza de la que intentará librarse, provocando la desgracia de quienes les rodean. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Intriga Cine negro Melodrama Celos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Leave Her to Heaven
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Ben Ames Williams
Links
Premios
1945: Oscar: Mejor fotografía en color. 4 nominaciones
10
La subyugante fascinación de la maldad
Desde los mismos títulos de crédito, subrayados por las poderosas notas del brillante tema musical del gran Alfred Newman, somos conscientes de que estamos a punto de ver algo grande y ciertamente “Que el cielo la juzgue” es CINE con mayúsculas.
Una bellísima mujer -una Gene Tierney inconmensurable- conoce a un escritor de éxito, se enamoran y se casan, pero no tardaran en aparecer los problemas cuando la pasión amorosa de ella, posesiva y patológica vaya destruyendo todo aquello que cree que intenta separarla del objeto de su pasión enfermiza, llegando a las últimas consecuencias, incluso más allá de la misma muerte.
Soberbio melodrama y la obra maestra de John M. Stahl, -un director a reivindicar con urgencia-, que rodaba con “Que el cielo la juzgue” su primer film en color, con una extraordinaria fotografía en Technicolor de Leon Shamroy, nos ofrece el fascinante retrato de una mujer tan bella como patológicamente perversa, jugando hábilmente con la ambigüedad moral de la belleza de una Gene Tierney, sencillamente perfecta, que nos ofrece una interpretación sublime, profunda y de gran complejidad psicológica, en uno de los papeles más emblemáticos de su carrera, en las antípodas del personaje que interpretara en otro de sus grandes films, la mítica “Laura”.
Uno de los mejores melodramas de la Fox y de la historia del cine “Que el cielo la juzgue” demuestra, quizás como ningún otro film, la fascinación que ejercen sobre el espectador los personajes que encarnan el mal. La sobria; imaginativa y eficaz puesta en escena, junto a la formidable dirección; sensible y al mismo tiempo de un gran vigor narrativo de un John M. Stahl en la cumbre de su arte, nos sumergen en esa fascinante historia de perdición, desde las paginas de un brillante guión, a través de un larguísimo flashback, que nos atrapa desde el primer hasta el ultimo fotograma de este film sobrecogedor. Seria injusto resaltar solo algunos de los innumerables momentos antológicos de un film repleto de momentos antológicos, pero no puedo dejar de pensar en esas oníricas e inquietantes imágenes de Ellen, a caballo, esparciendo las cenizas de su padre en medio de un paisaje de salvaje belleza; en la escalofriante secuencia en la que Ellen contempla impasible desde la barca, tras unas gafas negras que ocultan sus ojos, el agónico final de su indefensa victima; en ese momento de mágica maldad en la que es capaz de matar a una vida inocente en pleno delirio de posesión, sin olvidar ese noqueante final de un film antológico que ya forma parte de la mítica del cine de todos los tiempos. Obra maestra absoluta de un director injustamente infravalorado.

Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 2 de abril de 2007
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86 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El otro lado de la Luna
Es el film más conocido del realizador John Stahl (1886-1950), maestro de Sirk y Wyler. El guión, de Jo Swerling (“Náufragos”, Hitchcock, 1944), adapta la novela de éxito “Leave Her to Heaven” (1944), de Ben Ames Williams (1889-1953). Se rueda en escenarios naturales de California (Bass Lake, Monterrey...), Arizona (Granite Dells, Sedona...), Nuevo Méjico, Maine y Wyoming, con un presupuesto de 5 M USD. Nominado a 4 Oscar, gana uno (fotografía color). Producido por William A. Bacher para la Fox, se proyecta en sesión de preestreno el 19-XII-1945 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Rancho Jacinto (Nuevo Méjico), Warm Springs (Georgia), Bar Harbor (Maine), Back to the Moon y otras localizaciones en el campo. El joven novelista Richard Harland (Wilde) conoce durante un viaje en tren a Ellen Berent (Tierney), con la que se casa pocos días después. Ellen es celosa, posesiva, no quiere compartir a Richard con nadie y arrastra un oscuro trauma psicológico del pasado, posiblemente relacionado con abusos sexuales durante la infancia. Es atractiva y adorable. Tiene un rostro angelical. Esconde un temperamento frío, perverso y egocéntrico, capaz de arrastrar a todos los que la rodean a la perdición. Richard, de 30 años, natural de Boston, de sólida formación superior, aprecia el aislamiento y la soledad, vive entregado a su trabajo de novelista y no presta a su mujer la atención que ésta necesita. Siente pasión por su hermano discapacitado, Danny (Hickman), y profesa gran simpatía a Ruth (Crain), la hermana adoptiva de Ellen. Le gusta retirarse a un lugar apartado, llamado Back to the Moon (El otro lado de la Luna), enclavado en plena naturaleza, donde trabaja a placer.

El film suma drama, cine negro, romance, intriga y thriller. Desarrolla un melodrama intenso y duro, que se ambienta en escenarios campestres y al aire libre, inusuales en los dramas del momento, rodados en blanco y negro y en escenarios mayoritariamente interiores. Narrado mediante un largo flashback, presenta una fascinante y sobrecogedora historia de celos obsesivos, envidia, deseos de venganza y perdición. La protagonista encarna una figura memorable de maldad femenina, en boga en el cine norteamericano de los años 40 y en la línea con los interpretados por Bette Davis, Joan Crawford y otras actrices del momento.

Los caracteres están dotados de profundidad psicológica y se presentan adecuadamente perfilados. Es destacable la inexpresividad de Ellen, su distanciamiento, sus ausencias mentales y su irascibilidad, que introducen en el relato elementos que sugieren un estado mental de alienación y de desequilibrio. Esta posible base patológica, asociada a traumas infantiles derivados probablemente de una prolongada relación incestuosa con el padre (la madre dice que amó demasiado a su padre), podría explicar comportamientos obsesivos capaces de realizar las más hirientes atrocidades.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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