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Harmony Lessons (2013)

Harmony Lessons
120 min.
6.8
290
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Trailer (KAZAJO con subtítulos en alemán)
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Sinopsis
Narra la historia de un adolescente que es humillado por sus compañeros de escuela. El chico se va encerrando cada vez más en sí mismo y un buen día estalla. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Acoso escolar / Bullying Adolescencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Kazajstán Kazajstán
Título original:
Uroki Garmonii (Harmony Lessons)
Duración
120 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Kazajstán-Alemania;
Links
Premios
2013: Festival de Berlín: Premio a la contribución artística sobresaliente
9
Como pinturas de Munch en movimiento. Caricias de piedra.
Lacónica, agónica, agotadora, bellísima, nostálgica, tenebrosa, seductora, asfixiante, poética, dolorosa, onírica, cruel, pausada.
Película que atrapa, una de las mejores obras que este 2013 nos deja. Obra maestra.

Inspirado por la pintura de Munch, con un sentido impecable de la composición y de la estética, Emir Baigazin nos deleita con esta pieza de cruda poesía. Que en su debut como cineasta le convierte ya en una promesa.

El adolescente obsesivo-compulsivo, solitario y bucólico se convierte en el objetivo principal de esta cámara minimalista y ejecutora. Desde las primeras escenas, donde un aparentemente inofensivo y naif juego con una oveja frente a la casa de la abuela se torna en degollación sanguinaria que presagia los acontecimientos que se sucederán a partir de ahora.

Capacidad de turbar, formalismo y cuidado riguroso para crear escenas que son -todas y cada una de ellas- un cuadro hermoso, halo poético, trazas de un Kazhakstan rural tan bucólico como destrozado.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Prometedor e interesante debut de Emir Baigazin
Atractivo debut en el terreno del largometraje el que nos ha deparado el kazajo Emir Baigazin con esta inquietante HARMONY LESSONS. La película impone esa grata complacencia realizadora que acaece cuando se visiona una obra cinematográfica que está a la altura de la acuciante complejidad desde la que se ve generada. En esta ocasión, además, la satisfacción es mayor dada la bisoñez creadora que quien ha sido capaz de pergeñarla: si es capaz de no insistir en algunos desajustes y de afirmase y ahondar en los hallazgos exhibidos, a Baigazin le auguramos un futuro más que prometedor.
La película nos transporta hasta un paraje de la desconocida nación kazaja. En ella vive con su abuela Aslan, un adolescente introvertido, aislado, que, tras sufrir en el transcurso de una revisión médica escolar una ominosa afrenta propiciada por la actuación burlesca del alumno más vil del colegio, Bolat, se ve condenado a una exclusión por parte de todos sus compañeros. El carácter ya de por sí taciturno, mutista, conformado e insondable de Aslan se torna poco a poco más extraño. La llegada de un nuevo alumno a la clase propiciará un cambio de acontecimientos.

Lo que más llama la atención de la propuesta orquestada por el joven director es la forma que tiene de visualizar los acontecimientos y, fundamentalmente, el comportamiento del protagonista. Mediante planos siempre fijos, muy estáticos, duraderos pero no alargados, que aprovechan aviesamente la posibilidad de un reencuadre mediante la mostración de una puerta, un espejo o una ventana, la cámara de Baigazin adopta siempre una radical imparcialidad mostrativa que no dirime ni un ápice de culpabilidad, ni de enjuiciamiento, ni de clemencia, ni de apego por la acción encuadrada. Esa frialdad expositiva choca con la muchas veces inquietante escenificación visualizada, provocando un distanciamiento que abunda en la intensidad absorta y perversa de ese hecho escenificado. La frontalidad de la violencia, por lo tanto, queda así justificada, puesto que se halla inscrita en calidad de aporte descriptivo turbador, nunca como subrayado morboso prescindible.
Baigazin, por lo tanto, aporta, impone a la narración de los hechos y a la descripción de las acciones de Aslan el punto de vista propiciado por la personalidad de éste. El ritmo de la película se adhiere a esa austera, fría, doliente, maquinadora e impredecible impenetrabilidad con la que se le caracteriza desde el primer momento. El film viene a deparar el calmado y complejo retrato de un callado enfermizo, todo el urdido mediante un revoltoso catálogo de pequeñas violencias domésticas y de vejatorias violencias colectivas e institucionales, todas ellas imbricadas con honestidad y justificación y, sobre todo, dosificadas con un respeto hoy en día más que loable.

HARMONY LESSONS viene a ser un jugoso y personal ejercicio cinematográfico al que se le intuyen ecos bien asimilados del surcoreano Kim Ki-Duk y del maestro nipón Takeshi Kitano. Le esperamos al kazajo la próxima. Con que le salga como ésta, quienes hemos sido gratamente sorprendidos con lo bregativo y lo poderoso de su estilo visual nos daremos más que satisfechos.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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