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Mayerling (1968)

Mayerling
140 min.
5.5
339
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
El archiduque Rodolfo, heredero del Imperio Austro-Húngaro, lleva una vida tediosa a pesar de estar rodeado de toda clase de lujos. Incluso sus amoríos le aburren, pero un día conoce a Marie y se enamora perdidamente de ella. Sin embargo, el emperador Francisco José considera que Marie no es una mujer adecuada para ser emperatriz. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Drama romántico Histórico Siglo XIX Basado en hechos reales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Mayerling
Duración
140 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Francia;
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Premios
1969: Globos de Oro: Nominada Mejor película extranjera de habla inglesa
6
MUCHO MÁS QUE SISSI...¡¡¡PERO TAN LEJOS DE VISCONTI!!!
Rodada por Terence Young en el mejor momento de su carrera, siendo su último trabajo interesante. Contó para ella con dinero francés del mismo modo que ya había antes dirigido con financiación inglesa, americana, italiana, iraní y hasta de las Naciones Unidas, suficiente para dotar a la producción de fastuosos decorados, mejores exteriores e increibles y cotizados actores. Cuenta el trágico amor del heredero al imperio austrohungaro, el archiduque Rodolfo (Omar Sharif), con su amante Maria Vetsera (Catherine Deneuve), que en su día fue el romance más comentado y criticado de Europa en la penúltima década del siglo XIX.

No cabe duda que el argumento da pie al amor cortesano, a los valses vieneses y a la apertura de los mismos, a los cuchicheos y miradas en el palco de la ópera, a galanterías, a educados mayordomos de los de antes, a paseos en berlina y a caballo, a cambios de guardia y revista de tropas, etc... Todo ello hace presagiar un Sissi al uso o un donde vas Alfonso XII, aunque es bastante más que eso. La película pelea contra la ñoñería, a la que no siempre vence, y escapa de la visión edulcorada de la aristocracia, sin dejar de presentarla como escaparate de sociedad. Es bastante más fiel al desarrollo histórico de los acontecimientos de lo que nos tienen acostumbrados estos productos y junto a las lámparas de araña y los vestidos de princesitas aparecen las revueltas nacionalistas de Hungría, el inefable talante absolutista del emperador Francisco José I (James Mason), las algaradas estudiantiles y liberales de la Viena de entonces y la desestructuración familiar de los últimos Habsburgos.

A destacar el papel de Ava Gardner como una Sissi emperatriz mucho más cercana a la realidad histórica, aún sin mostrar el grado de neurosis con la que contaba la famosa princesa. Por lo demás se hace larga y aunque no empalaga, si empacha. Es el resultado de alargar más de dos horas una historia sin poseer la elegancia y el análisis de clase de Visconti. Digna no obstante.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Folletín austro-húngaro servido con salsa francesa y especias egipcias
Intento fallido de retomar las esencias folletinescas y rosas de la Viena austro-húngara, esta coproducción anglo-francesa toma como punto de partida la enigmática historia (real) del romance entre el heredero al trono del Imperio, el archiduque Rodolfo y la baronesa María Vetseva, con las tensiones sociales de fondo del vasto territorio centroeuropeo. Con un fastuoso despliegue de decorados y vestuario, y un elenco formidable de actores de primera fila, la cinta falla en lo primero en donde no tenía que fallar: director y guión. Terence Young, conocido en aquellos años por dirigir las primeras aventuras de Sean Connery como James Bond, venía de realizar una estupenda película, "Sola en la oscuridad", pero el Imperio austro-húngaro le vino demasiado grande. La película comete el pecado de ser larga y no aprovechar esos 140 minutos adecuadamente para reconstruir con veracidad las tensiones entre el emperador y su heredero, y los dilemas morales que el romance de éste provocó.

Escribiendo él mismo el guión, Young demuestra estar muy lejos de ser David Lean o Franklin J. Schaffner para dotar de solidez, armonía y calidad a la historia, y acaba aburriendo con largos parlamentos que los actores recitan. Uno se distrae con el vestuario, el ambiente decimonónico aristocrático, la buena banda sonora de Francis Lai, el porte de Omar Sharif o los valses que se marcan de cuando en cuando, pero no se llega a sentir la pasión o la angustia de los dos amantes. Principalmente porque Catherine Deneuve tiene cero química con el pobre Sharif, y su actuación es fría y sosa. Sería más creíble convirtiéndola en amante del iceberg que hundió al Titanic.

La película, entre bostezo y bostezo, se eleva algo cada vez que salen en escena los magníficos James Mason y Ava Gardner, que aportan algo de brillo a esta superproducción desvaída y poco consistente. El fondo político e histórico, algo que hubiera dotado de vida al argumento, queda reducido a un par de escenas y poco más, algo impensable en los anteriormente mencionados Lean o Schaffner. Así, la película se pierde en el cajón de "lo que pudo ser y no fue". Una pena.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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