Las melancólicas (1971)

Una película que engaña mucho por su sinopsis, haciéndote creer que vas a encontrarte una peli sobre poseída y exorcismos, y nada más lejos de la realidad. Y esto no es spoiler, es un aviso a la gente para salvarlos de tragarse esto.

Nos encontramos con un dramón sobre enfermedades mentales en la primera mitad del siglo XX, no sabría yo decir el año, pues al estar ubicada en un pueblucho español de la época, incluso puede ser algo más moderna, ni idea.

Total, que tenemos una institución donde tienen a un puñado de locas encerradas, y llega un nuevo doctor, de ideas ¨liberales¨ para intentar tratarlas.
Tenemos choque de ideas entre la gente cerrada de pueblo y el doctor, tenemos a las locas haciendo lo suyo -buenas interpretaciones, hay que decirlo-, y tenemos una historia que no va a ningún lado en ningún momento.

Y además, un montaje absurdo con escenas claramente cambiadas de orden que creía que era culpa del ripeador de la peli, pero no, por lo que he leído por ahí, la peli viene ya mal montada en el dvd. Qué desastre.
En general, una película con bastante poco interés.

Una cinta española de principios de los 70 con el título de "Las melancólicas" es para echarse a temblar por aquello del destape y demás. El cartel sin embargo centra el tema con sus barrotes carcelarios.
Y sin embargo el título está muy bien puesto. Por una vez. No se olvide que "melancolía" procede del griego "melankholia" (melas, negro; khole, bilis), es decir, bilis negra, humor malo, tristeza por extensión. Estamos hablando de la vieja medicina humoralista que atribuye la enfermedad a desequilibrios en los cuatro humores del organismo. En este caso a un exceso de bilis negra.
Y bilis negra, mal humor y tristeza es lo que rezuman las melancólicas mujeres encerradas en un vetusto manicomio de provincias, donde manda con aire de carcelero Fuso (Rabal) ante el que nada pueden ni las monjas que aparecen de fondo ni el médico que dirige el centro.
Situamos la acción a finales del siglo XIX en una zona próxima a Salamanca o León, al menos a juzgar por el atuendo de algunos personajes que aparecen a lo lejos, en el preciso momento en que cambia el médico del manicomio de mujeres.
Se marcha uno viejo de ideas monárquicas (Vivó), "aunque conozco la asepsia pues he oído hablar de las infecciones de Pasteur y de Koch", lo que nos reafirma en la época. Y entra Rafael Alba (Santoni), liberal que conoce las ideas de Phillipe Pinel que se venían aplicando desde comienzos del siglo XIX en el Hospital de la Salpetriere de París, donde arrancó las cadenas y las camisas de fuerza de las locas para empezar a tratarlas como enfermas, no como endemoniadas.
Tratamiento moral en lugar de castigos físicos.
Y de esto va la película, que comienza con una monótona letanía en latín como fondo musical en los créditos: "Ora pro nobis".
Interesante el cambio de opiniones entre los dos médicos alienistas ante la Junta de administración del manicomio. Alba, siguiendo las ideas del momento, no desdeña el uso de la hipnosis para sonsacar al paciente lo que oculta su mente, ante el rechazo de las mentes bienpensantes y del viejo galeno que lo compara con la alquimia, el mesmerismo o el magnetismo ya periclitados.
Desde un punto de vista sanitario es interesante comprobar el choque entre ambas terapias para tratar la locura. El "jarabe de fresno" de Fuso (el palo), chorros violentos de agua, baños por inmersión en agua fría metiendo a la paciente en una especie de cesta, ataduras, cadenas, suciedad y falta de higiene general ...
Frente a ello el halago, buena alimentación, dulces, paseos por el campo, salidas a la ciudad, teatro de títeres y, sobre todo, el aseo y la higiene para hacer recuperar a las dolientes su condición de personas.
Hay una buena documentación científica como se aprecia en el uso de los típicos bromuros para calmar las crisis nerviosas, o en el acertado diagnóstico de una vulgar manía depresiva histérica a lo que pensaban era una maldita posesión demoníaca.
Y algo de malditismo tiene también esta cinta. Para empezar no está correctamente montada, luego se ha querido destacar su inclinación "terrorífica" y ahí no da la talla. Sin embargo se adelanta en un par de años nada menos que a "El exorcista " de Friedkin, lo que no está tan mal.
Abundantes referencias simbólicas para interpretar los sueños, con cabezas por badajos en las campanas (una suerte de homenaje a la "Tristana" de Buñuel), muñecas con la cabeza rota o sin ella, zapatos de muerto, flores de trapo, mujer sin pecho ...
La obra está bastante bien ambientada. El ritmo es desigual, de acuerdo, pero hay personajes bien logrados como las propias enfermas, Fuso o Don Federico, un barbero, sacamuelas y salido, una especie de sanguijuela bizca que sangra y rapa las cabezas a las locas a cambio de sus favores sexuales.
Impresionante la escena del exorcismo a la mujer ante la presencia de todo el pueblo. Los hombres por un lado con sus sombreros y ropas negras llevando una vela en la mano y las mujeres por otro también enlutadas salmodiando rezos. En medio la poseída, tirada en el suelo y con lazos negros atados en cada uno de los dedos de su mano derecha.
Buenas interpretaciones en general, destacando Analía. Pasable Santoni. Rabal sin embargo no está del todo a la altura de su personaje que, por cierto, recuerda un tanto al Azarías de "Los santos inocentes".
En conjunto una película interesante, curiosa, que merece algo más de atención a la prestada hasta el presente. Recomendable especialmente a los aficionados a la psiquiatría y a la psicología.