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El niño que domó el viento (2019)

El niño que domó el viento
113 min.
6.9
6,284
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Disponible en:
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Un chico de la República de Malaui decide ayudar a las personas de su pueblo construyendo una turbina después de leer un libro en el que se explican los pasos para su creación. Inspirada en una historia real. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drama social África Adolescencia Pobreza Basado en hechos reales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Boy Who Harnessed the Wind
Duración
113 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2019: British Independent Film Awards (BIFA): 3 nom., incl. Mejor director debutante
7
Malawi, entre el pasado y el futuro
Malawi, ex-colonia británica desde el 1964, es un país al sureste de Africa, largo como una espiga de trigo y bañado en una gran parte por el lago de igual nombre. Winbe, el poblado donde se desarrolla el film, es tan solo un espejismo de lo anterior a demasiados kilómetros de ese oasis.
El país tiene una economía de subsistencia: agricultura y pesca. Negros, y unos pocos blancos, co-habitan en armonía. No tiene metales estratégicos, ni diamantes, por lo que no hay motivos para que las potencias del mundo se lo peleen a través de guerrillas. Todo lo contrario. Es un país pacífico, que incluso goza de una democracia. Se diría que su principal enemigo son la fuerzas de la naturaleza.
A finales de los 80 visité el país. Recuerdo que todas las chicas blancas deseaban casarse con un ingeniero en tabaco, la economía más pujante, pues el país no ofrecía mucho más futuro, a no ser que quisieran emigrar a las islas británicas. En una visita a un empresario negro del sector pesquero, apareció un chico joven que llevaba las finanzas de la empresa. Delante de él, y los blancos que estábamos de visita, lo aduló, señalándole como un chico muy inteligente. El William de la película.
Los hechos del film ocurren en el 2001, y aún en la distancia de los años, me recordó mucho a esa sociedad que se debate entre el pasado ancestral y la modernidad, entre el mundo de los ancianos jerarcas que velan por su pueblo y los políticos que solo ansían los votos del pueblo.
El drama de la historia real se rebela en el conflicto entre el padre obstinado por seguir la cultura aprendida de generación en generación y el hijo que quiere aferrase a la ciencia para solucionar los problemas de la comunidad.
En ese conflicto las mujeres tienen un factor gravitante, catalizando los cambios: la hermana huyendo de la hambruna, rompiendo la leyes del casamiento; y la esposa finalmente poniéndose al lado del hijo quien, perseverante como su padre, prefiere la senda de un camino con mejores augurios.
Nos acompañan durante la película los brujos de la vieja cultura, los que ya están en pleno proceso de desintegrase por la modernidad (la cara de muñeco), y que funcionan como una mera comparsa, pues durante la sequía son incapaces de dar soluciones.
La película no deja de ser un llamado de atención a las autoridades del mundo para denunciar que, con muy poco, se pueden salvar muchas vidas en Africa.
Por la ambientación, por el retrato social, por la increíble actuación del niño que hace de William, por la historia de superación, y por hacerme viajar de nuevo a ese mágico país, mi admiración a este maravilloso film.
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70 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Actitudes heroicas
La cinta plantea un retrato de la cotidianidad en un país subdesarrollado, en este caso Malaui, pero ciertamente la historia se podría extrapolar a otros muchos rincones del mundo en general, y del continente africano en particular.

Sin tomar el atajo fácil de abrazar argumentos demagógicos o maniqueos, se muestran ciertas disfuncionalidades de esta región: la corrupción del poder, la ausencia de un estado fuerte capaz de responder a las urgencias más básicas para con sus ciudadanos, prácticas tribales asentadas desde largo tiempo, expolio de recursos naturales por empresas sin demasiados escrúpulos y carestía de casi todo, servicios básicos incluidos.

País dependiente casi en exclusiva de la agricultura, el protagonista es un joven que vivirá junto a sus padres y hermana las consecuencias de una hambruna provocada por la sequía, sin más alternativas que mirar al cielo para que enmiende su precaria situación.

El adolescente pondrá su voluntad e intelecto en la búsqueda de una solución, a modo de bálsamo de Fierabrás, que ponga fin a unas penalidades en las que sus propias vidas andan en juego. Lo hará con el escepticismo y las resistencias iniciales de muchos, desesperados ante una situación que los aboca al abismo.

Dejando de lado cierto buenismo que impregna partes del metraje, estamos ante una obra digna, que llama a la reflexión, mostrando una realidad cruda e inclemente, pero que no le pierde la cara a la esperanza
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22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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