El último puente (1954)

Helga Rainbeck es una enfermera alemana que, en la Mostar ocupada por los italianos en 1943, durante la segunda guerra mundial, es secuestrada por partisanos yugoslavos para curar a su doctor herido.

Con un estilo fuertemente neorrealista, gracias a la fotografía sobreexpuesta y a la expresividad seca, algo ascética, del director alemán Helmut Kautner, esta coproducción germano yugoslava, cuenta con la atractiva presencia de la actriz austríaca Maria Schell que consigue levantar, con su mera presencia, el vuelo de esta a ratos interesante a ratos plomiza descripción de la vida a salto de mata de los partisanos yugoslavos y del progresivo síndrome de Estocolmo que va embargando a la protagonista.

La película bascula entre el reportaje etnográfico y los buenos sentimientos de la postguerra, con un distanciamiento expresivo asépticamente correcto, que en ningún momento parezca sentirse a gusto un director de personajes, y no de escenarios, como Kautner, en un rodaje hecho fundamentalmente entre parajes montañosos en el que se acaba por caer en la descripción documentalista, interesante y bien narrada, pero de una gelidez expresiva algo minimalista.

A destacar el papel del director austríaco Bernard Wicki como líder de los partisanos, famoso por su obra “El puente” (1959) o por su participación en los episodios alemanes de la extraordinaria “El día más largo” (1962)

Ganadora, en el Festival de Cannes, del Premio Internacional para el director Helmut Käutner; Mención Especial para la actriz, Maria Schell; y el Premio O.C.I.C. a Mejor Película; y ganadora del Premio a Mejor Director en el Festival de Cine Alemán, <<EL ÚLTIMO PUENTE>>, es una valiosa realización de posguerra, en la que se pretende mostrar la disyuntiva a la que puede verse abocado un profesional -en este caso una médica y enfermera- al cruzarse en su camino personas heridas que urgen de sus servicios… pero que pertenecen a ambos bandos.

¿Cuál es su deber?, ¿Se debe ser leal a un país o a un gobierno, antes que a un ser humano herido o enfermo? Aunque no apruebes a tus gobernantes, ¿estás en la obligación de ir contra aquellos a los que, éste gobierno, considera sus enemigos?... Éstas y otras preguntas, son las que tendrá que hacerse, durante la II Guerra Mundial, la doctora alemana, Helga Reinbeck, cuando se encuentre en Mostar, Yugoslavia, en 1943, durante el tiempo en que es, éste, un territorio ocupado por los fascistas italianos y alemanes… aunque Italia ya pronto capitulará.

Los partisanos yugoslavos siguen en las montañas haciendo resistencia a la ocupación… y cuando, la Dra. Reinbeck, es trasladada al hospital Bijelo Jezero, necesitarán sus servicios para salvar a su médico que ha sido herido.

Es un valioso guion el que han escrito, Helmut Käutner y Norbert Kunze, quienes contaron con una serie de asesores para dar fidelidad a la historia. En la película se habla alemán y serbocroata; la manera como se rescatan los valores humanos de los miembros de ambos bandos es una gran muestra de sensibilidad; y, sobre todo, es de gran valía la manera como se nos lleva a entender a partir de situaciones simples, pero muy bien definidas, mucho más que con palabras. Doy ejemplos: La gorra con la estrella roja que pertenecía al primer partisano que Helga ve morir, ella la conserva como algo muy significativo. ¿Por qué?... El hecho de empujar accidentalmente a un niño -al que acude enseguida-, lleva a la médica a desistir de su último intento de fuga. ¿Por cuál razón?... Ese poético y muy bien definido puente humano que hacen los partisanos para cruzar el río Neretva ¿Qué significado tiene?...

Son muchos más mensajes los que se pueden encontrar en, <<EL ÚLTIMO PUENTE>>, pues, se nota que cada escena fue cuidadosamente pensada para dejar muy bien plantada la tesis de que, si todos somos seres humanos, ninguna vida merece ser destruida. En tal sentido, hay un llamado al pacifismo y a la hermandad como condición para que la especie humana pueda subsistir.

Maria Schell, nos confirma de nuevo que es una actriz maravillosa y uno termina amándola por su enorme sensibilidad. El también director, Bernhard Wicki, es Boro, el líder partisano que sabe muy bien cómo tratar a su gente, y sobre todo, a las mujeres. Barbara Rütting, es la partisana Militzia, una comprometida muchacha con unos ojos fascinantes; y Carl Möhner, representa a Martin Berger, el sargento alemán atado de corazón a la médica que, en algún momento, salvara su vida.

Una frase del jefe médico del hospital de Mostar, vale tenerla en cuenta:
“Reflexionar es algo muy encomiable, pero, en la guerra se recomienda dejar de lado las reflexiones porque, de lo contrario, fácilmente te darán dolores éticos de estómago”.