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Hojas de otoño (1956)

Hojas de otoño
102 min.
6.7
541
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Milly (Joan Crawford) es una mujer que dejó pasar la juventud entregada al cuidado de su padre. Un día, asiste a un concierto y se enamora de Burt (Cliff Robertson), un hombre bastante más joven que ella. Pocos meses después de casarse, Milly recibe la visita de Virginia (Vera Miles), la antigua mujer de Burt. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Autumn Leaves
Duración
102 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1956: Festival de Berlín: Oso de Plata - Mejor director
7
Amor y locura
Séptimo largometraje de Robert Aldrich. Escriben el guión Jean Rouverol, Hugo Butler ("La joven", Buñuel, 1960), Louis Meltzer y Robert Blees. Se rueda en exteriores de Brentwood (LA, CA) y en estudio. Gana el Oso de plata de Berlín (director). Producido por William Goetz, se estrena en junio de 1956 (Festival de Berlin).

La acción principal tuene lugar en LA y alrededores, en 1955/56, a lo largo de varios meses. Milicent "Milly" Wetherby (Joan Crawford) es una mujer de unos 45 años, mecanógrafa de profesión, que trabaja por cuenta propia. En los años de juventud se dedicó al cuidado del padre enfermo. Por ello perdió oportunidades de matrimonio y tiene un círculo reducido de amistades. Mientras cena en un modesto restaurante, el joven Burt Hanson (Cliff Robertson) se acerca a ella y le pide permiso para sentarse a su mesa.

La película desarrolla un melodrama intenso, que incorpora elementos de cine negro, de terror familiar, de drama psicológico y de comedia romántica. Robert Aldrich, que aprendió el oficio como ayudante de dirección de Chaplin, Milestone, Losey, Renoir, Fleischer y otros, imprime a la cinta la impronta de elegancia y distinción propia de su estilo personal. El género de la obra no es el que mejor le encaja con sus habilidades. Pese a ello, el film está rodado con buen oficio, algunas genialidades narrativas y una correcta distinción entre elementos amorales de entono familiar y el amor generoso, limpio, desinteresado y sacrificado. Ante los prejuicios sobre la edad de los cónyuges, la película apuesta por la relatividad del tema y la importancia capital del amor sincero y profundo de la pareja. El realizador extrae de los protagonistas interpretaciones de gran nivel, a pesar de la falta de buena química entre Crawford (52 años) y Robertson (31 años). Es curioso que se presente la cleptomanía como un trastorno mental que precede a la eclosión de una esquizofrenia aguda. El tratamiento de la violencia de los esquizofrénicos mediante electro-shock es abordado con naturalidad y sin acotaciones críticas, de acuerdo con las convenciones de la medicina del momento. Poco tiempo después, se demuestra la inconveniencia del método, que es abandonado definitivamente. El film no se estrena en España por problemas de censura. Son escenas destacables la violenta manifestación de enajenación que culmina con el vuelo por los aires de la máquina de escribir, la visita de Violet a Milly, la conversación de Milly y Burt sobre el pasado, la transición entre el concierto y el tocadiscos.

La música, de Hans J. Salter ("Tierras lejanas", Mann, 1956), aporta una partitura densa, intensa y dramática. Añade un fragmento de Chopin y la canción "Autumn Leaves", a cargo de Nat King Cole. La fotografía, de Charles Lang Jr. ("Sabrina", B. Wilder, 1954), hace uso de imágenes de contraste vigoroso, encuadres torcidos, primeros planos psicológicos y tomas largas y medias. Film correcto e interesante con momentos de gran intensidad.
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28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Mujeres
Elegí para adentrarme en el universo de Robert Aldrich dos películas desconocidas, o al menos no muy famosas; quería con ello buscar la mirada personal de los proyectos personales, la opinión vociferante de lo que cada uno se suele callar.

El cine de Aldrich habla de la mujer, al igual que el cine de Wyler o el de Lean, incluso el de Samuel Fuller, desde la perspectiva del análisis, de la necesidad de entender. El misterio se desvela en todos y cada uno de estos autores desde maneras diferentes; pero en todos ellos, aunque no hay un juicio de sus actos, los circunstanciales a los que se somete a los personajes femeninos y sus consecuentes reacciones son la película en sí, el por qué de contar esa historia.

En contraposición a Aldrich, Wyler y Lean se apoyan en la emotividad y el peso de creencias e ilusiones; tampoco Aldrich aboga por llegar a tocar hueso ni decir “cuatro verdades” aunque las haya; el simple hecho de pensar que las hay, ya denota el poco calado de las conclusiones. La mirada de Aldrich no es irónica como algún Lubitsch, ni tampoco furibunda como algún Hitchcock; no es tampoco una mirada cómplice como la de Fassbinder, ni excesivamente caballerosa como Cukor. Pero yo creo que es la más acertada, y que su intención inicial es conseguida.

No hay de que hablar. Todo serían halagos y reproches.

Curiosísimo el planteamiento del autor en ese western (porque hay que poner escenario, irremediablemente) “El último atardecer”, plantar ante la mirada de mujeres la naturaleza en su aspecto masculino, para que Aldrich y nosotros las veamos a ellas. También, en la igualmente maravillosa “Hojas de otoño”, con un primer plano sacar de Joan Crawford todo el background de su personaje… Pienso que estamos ante uno de los mejores directores de actrices de la historia. Aquí las perspectivas y los picados no buscas aristas en el escenario, se cuelgan en una ceja arqueada, y de ahí, cada uno que profundice hasta donde pueda y quiera llegar hacía dentro, desde la pupila hacia el alma; verdades que no se pueden explicar con palabras; no hay de que hablar, no debe haber halagos o reproches, me repito, todo está en la imagen de Aldrich y sus actrices…y el espectador que quiera entender que entienda.
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
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