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Muerte de un ciclista (1955)

Muerte de un ciclista
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Premios
1955: Festival de Cannes: Premio de la Crítica Internacional (FIPRESCI)
9
CINE MAYOR
1) En la España de la posguerra un abismo separaba a la minoría rica, en coche, del resto: pobre, a pie o en bicicleta.
A las afueras de Madrid, un páramo desierto con algún árbol esquemático, un Fiat negro embiste a un ciclista en el borde de allá de una curva. Por los pelos oculto al espectador.

—Tengo miedo.
—Nadie nos ha visto.

El escondido suceso sacudirá las respectivas vidas de la pareja del coche. Habrá que ver si lo que les une es amor, pasión o pasatiempo.
Ella (bella Lucía Bosé) es una joven casada con un empresario enriquecido, un próspero oligarca (el actor, Otello Toso, da perfectamente el tipo). En el amante soltero (Alberto Closas), profesor universitario, el malestar es crónico, y el conflicto le lleva al límite del equilibrio.

2) Ambos dramas personales se desarrollan en paralelo, con un fuerte trenzado argumental que se va tensando al máximo. Llegan los sobresaltos, el cínico sin escrúpulos, el sibilino chantaje, las conversaciones clandestinas. Culpa y paranoia…
Salta el dilema ético: principios versus supervivencia.
El amor clandestino se convierte en símbolo. Conforme avanza, el relato va dejando de ser simplemente intimista y va ganando en cada plano resonancia social e histórica; traza un escenario de creciente amplitud. Logra una vibrante biopsia de un país convaleciente.

La guerra vacía a los tipos por dentro, se oye en cierto momento, conmovedor.

3) Los diálogos cortos y directos se ciñen centralmente a la narración. La hacen progresar con limpia fuerza, a golpe también de miradas dramáticas, intensos primeros planos, y primerísimos.
Se añade la recia fotografía de un Madrid barojiano, en gris y negro más que en blanco y negro: corralas, barriadas populares desvencijadas, poblados míseros. De fondo, una flaca música de timbres de bicicleta.

4) La censura impuso ‘manu militari’ un final adoctrinador, moralizante. Lo prohibido no existe. La película, que reflejó las primeras revueltas estudiantiles, quedó seriamente desvirtuada.
Pero el remiendo no mengua la hazaña de Bardem: en un país bajo vigilancia policial y sin embajadores, internacionalmente aislado, filmó con el corazón artístico en un puño, a la altura del cine europeo de vanguardia.
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9
Amantes
Film clásico del cine español, realizado por Juan Antonio Bardem (Madrid, 1922-2002). El guión, del propio Bardem, desarrolla un argumento de Luis Fernando de Igoa. Se rueda entre el 29-IX-1954 y febrero de 1955, en escenarios exteriores naturales de Madrid y en los platós de los Estudios Chamartín (Madrid). Gana el premio de la crítica internacional (FIPRESCI) del Festival de Cannes. Producido por Manuel J. Goyanes (“Calle Mayor”, 1956) para Guión Films (Madrid), Suevia (Madrid) y Trionfal Cine (Roma), se proyecta por primera vez en público el 9-V-1955 (Festival Cannes).

La acción dramática tiene lugar en Madrid y alrededores, durante unas pocas semanas del invierno de 1955. María José de Castro (Bosé) y Juan Fernández Soler (Closas) son dos antiguos novios de juventud, que tras la Guerra Civil y la boda de ella con un rico industrial, Miguel de Castro (Toso), mantienen una relación amorosa continuada. Cuando una madrugada invernal regresan en el coche de ella, un SEAT 1400, de la posada donde han pasado la noche, en un cambio de rasante atropellan a un ciclista, un obrero metalúrgico, al que abandonan aún con vida, sin informar a la policía para evitar ser investigados. Él es soltero, vive con su madre, participó en la Guerra Civil como alférez provisional y consume su tiempo libre en fiestas, reuniones sociales, cenas de postín, etc. Es una persona superficial, sin rumbo, sin aspiraciones y sin ideales. Ella es interesada, fría, egoísta, codiciosa, elegante y atractiva.

El film desarrolla un potente drama, que suma el de María José, preocupada por su seguridad y por las amenazas de chantaje de un villano, Rafael Sandoval (Casaravilla), y el de Juan, poseído por los remordimientos y una gradual toma de conciencia de la realidad social del país. Con elementos sencillos y escuetos, el film mantiene un suspense sin fin, que va enrareciendo el ambiente y creando una atmósfera asfixiante, de opresión, amenaza y malos augurios.

El objetivo del film no es narrar, con solvencia y eficacia, un caso policial o de intriga criminal, como hace y hace muy bien, sino anunciar la proximidad de un cambio. La clase dominante, sostenida y amparada por el franquismo, minada por el egoísmo, la hipocresía, el culto a las apariencias y la doble moral, se va a ver en un futuro no lejano desbordada por la emergencia de una juventud nueva, generosa, solidaria y libre de prejuicios. La toma de conciencia de Juan se manifiesta en el sentido de constatar la inviabilidad de la mediocridad de los poderosos y la fuerza de los jóvenes, como su alumna Matilde Luque Sandoval (Corrà) y sus compañeros de Facultad. Pasados los años se comprende mejor que Bardem, en los años oscuros de la opresión totalitaria, los presos políticos, el aislamiento internacional, la pobreza, el subdesarrollo, la autarquía y la vida ciudadana bajo permanente vigilancia policial y política, conciba un sueño, que era el de muchos.

(Sigue sin “spoilers”)
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