arrow

Philomena (2013)

Philomena
98 min.
6.7
14,606
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Disponible en:
Alquiler
Compra
ads
Tráiler HD (ESPAÑOL)
Ver 3 más
Sinopsis
Basada en hechos reales. Philomena Lee, una adolescente irlandesa que vivía en un internado de monjas, se quedó embarazada y se vio obligada a dar a su hijo en adopción. Cincuenta años después, decide contárselo a su hija y se pone en contacto con un periodista de la BBC para que le ayude a contar su historia y a encontrar a su hijo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Basado en hechos reales Comedia dramática Adopción Road Movie Periodismo Religión Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Philomena
Duración
98 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Estados Unidos-Francia;
Links
Premios
2013: Oscars: 4 nominaciones: Película, Actriz (Dench), Guión Adaptado y BSO
2013: Globos de Oro: 3 nominaciones, incluyendo mejor película
2013: Premios BAFTA: Mejor guión adaptado. 4 nominaciones
2013: Premios David di Donatello: Mejor película europea
2013: Festival de Venecia: Mejor guión y Premio SIGNIS
8
The Stolen Child
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.
En 1986 William Butler Yeats escribió el poema El Niño Robado que, basado en una leyenda irlandesa, cuenta cómo unas hadas intentan engatusar a un niño para que se vaya con ellas. Cincuenta años después de aquella magnífica composición, la mitológica trama del poema se convirtió en una espantosa realidad, cuando en las décadas de los 50 y los 60, miles de jóvenes irlandesas fueron enviadas a conventos y separadas de sus hijos ya que, según la iglesia católica, su embarazo fuera del matrimonio las convertía en seres amorales incapaces de hacerse cargo de los niños. Gracias a esta excusa, monjas como las del monasterio de Roscrea, un pequeño pueblo situado al norte de Tipperary, embolsaron grandes cantidades de dinero vendiendo a estos pobres retoños a pudientes familias americanas. Un caso similar al de los niños robados del franquismo en España, que ha vuelto a ser noticia recientemente por la fría impunidad con la que ha sido resuelto.
Un argumento que en principio podría parecer completamente deprimente, queda agradablemente amenizado por tres factores que hacen de este largometraje un entrañable cuento de noventa minutos: el director, Stephen Frears, un ducho narrador de historias británico, que sabe cómo tratar temas peliagudos sin que el resultado se convierta en un indigesto melodrama; el actor principal, Steve Coogan, un grande del humor que pondrá una sonrisa en nuestra cara en los momentos más incómodos y, por supuesto, Judi Dench, y aquí va una apuesta anticipada como firme candidata para el Oscar a la mejor actriz principal, en el papel de Philomena, una interpretación que es todo ternura y empatía, llegando a conseguir, desde sus primeras escenas, que el espectador se preocupe tanto por ella que se olvidará de todo lo que pase a su alrededor.
Pero no queremos crear malentendidos, al cine, en esta ocasión, iremos a llorar, no tengan la menor duda; sin embargo también vamos a reír y a hablar sobre un sinfín de temas delicados abordados con mucho tacto pero sin cortapisas, vamos a descubrir las diferentes reacciones de las personas ante situaciones extremas, la bondad y la maldad, la comprensión, el egoísmo y la indiferencia, todo de la mano de una mujer que nos dará una auténtica lección de lo que significa el perdón como medio de encontrarse bien con uno mismo.
Frears, que se dio a conocer con su fantástico filme Mi hermosa lavandería, 1985, es un director cuyo abierto tratamiento de temas como la homosexualidad y el racismo, dentro del submundo marginal inglés, pronto le creó la fama de realizador controvertido, la cual corroboró con Ábrete de orejas, 1986 ó Sammie y Rosie se lo montan, 1987, en una época en la que había que andar con pies de plomo dado el duro régimen con el que Margaret Tatcher se ganó el epíteto de Dama de Hierro y que actuaba como revulsivo de ese tipo de historias. Pese a ello, el director no quiso encasillarse y, en 1988, mostró al mundo que es capaz de dirigir a un reparto estelar para realizar un drama de época de lo más burgués, gracias a la fantástica Las amistades peligrosas. Con Philomena, Frears vuelve, con más fuerza que nunca, a levantar ampollas con su polémico punto de vista de la sociedad contemporánea.
La cinta relata la verídica historia de Philomena Lee, una mujer que, como toda adolescente, conoció a un chico que le gustaba, éste la invitó a una manzana de caramelo en una feria local comenzando así un idilio amoroso. Una manzana mordida que representa, en perfecto simbolismo, el pecado carnal de una joven que cometió el error de nacer en el momento inoportuno pero que, con los años, recordará esa dulce fruta como una experiencia inolvidable. El desconocimiento de este tipo de relaciones derivado de la inexistente educación sexual, y la imprudencia que este desconocimiento conllevaba, hizo que la joven quedara embarazada y tachada de maldita por las monjas que se hicieron cargo de ella. Una vez dio a luz, el niño fue vendido a una familia estadounidense a la edad de tres años bajo la desesperación de la joven. Cincuenta años guardó el secreto de su forzada separación, más avergonzada que atemorizada por las infames acusaciones con las que las monjas la amenazaron, hasta que finalmente se lo contó a su hija quien, enormemente apenada por la terrible confidencia que acababa de escuchar, se lo relató a un periodista en horas bajas junto al que comenzó la búsqueda del pequeño Anthony.


Termino en spoiler por motivos de espacio. No se desvela nada.
[Leer más +]
58 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Perdonar es poder mirar atrás con remordimiento pero sin ira
A veces se confunde buena labor social con mojigatería e intransigencia, integrismo moral (casi siempre sexual) con virtud excelsa, obsesión por creer saber lo que les conviene a los demás en vez de practicar la caridad cristiana (ayudar sin juzgar, apoyar sin censurar, acompañar sin sermonear). Los años cincuenta fueron una época aún dura y difícil para las mujeres que quedaban embarazadas fuera del matrimonio – y los países católicos, con su simplista obsesión talibán por la castidad y la abstinencia a cualquier precio, su censura de todo goce y toda alegría sensual o sexual, han deformado y tergiversado la percepción de la belleza de la vida y uno de sus más preciados frutos: la maternidad.

Esta entrañable película británica bucea en las consecuencias de unos actos de principios de los años cincuenta y de las consecuencias y ramificaciones que tuvo durante más de cincuenta años en su atribulada, adorable, incombustible y bondadosa protagonista. La añoranza, la nostalgia, la desazón, cuando llega la vejez y sentimos que tenemos que enderezar algún traspiés que hubiéramos acometido en nuestra vida (traspiés que no se refiere a haber sido madre soltera, sino a haberlo ocultado como si fuera un estigma inapropiado y lacerante). Una búsqueda y reconstrucción pormenorizada y paciente, abocada a la incertidumbre y la melancolía, la tristeza o el desánimo. Todo camino que se emprende puede tener un desenlace imprevisto y riesgoso.

Quizás el guión sea algo lánguido y timorato, con demasiada presencia de un Steve Coogan (no en vano es también productor y guionista) dando vida a un personaje algo cargante en su malhumorada vanidad (tanta supremacía intelectual le hace perder de vista al ser humano), hurtando casi toda sutileza y diezmando la profundidad del relato, optando por la soflama simplista en vez de ahondar en las contradicciones del individuo, donde bondad y maldad van de la mano y se decanta según el momento y la casualidad.

Pero ahí surge la inconmensurable Judi Dench, en una de sus más memorables creaciones, donde su bondad, su capacidad de perdón, su remordimiento vital, su desazón existencial encuentran el mejor de los talentos y el más excelso de los talantes para convertir en inolvidable lo que no deja de ser el relato de una mujer sencilla, adorable y adicta a los culebrones, que deja un indeleble sabor a conocido y reconocible y que te acompaña más allá de la proyección. Ella merece la pena y justifica la película toda. Sin ella no pasaría de discreta obrilla llena de buenas intenciones, con ella alcanza categoría de testimonio perdurable.
[Leer más +]
39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Philomena
Fichas más visitadas