Destinazione Piovarolo (1955)

“Destinazione Piovarolo” pretende contar buena parte de la vida de un pobre jefe de estación (Totò) destinado en el pequeño centro ferroviario de Piovarolo, desde los primeros momentos de alegría (con la felicidad aún mayor de su predecesor en el momento del traspaso) hasta su futura resignación; la parábola de un pobre hombre como tantos otros.

No es realmente una comedia al uso, al contrario, a pesar de la presencia del irrepetible Totó, de la divertidísima Tina Pica, (es la ayudante, casi perpetua, de nuestro querido Totò), de buenos actores dentro del género como Paolo Stoppa o Nino Besozzi (interpreta al Ministro de Transportes en el divertido final ) y el guion de dos ases del género como Benvenuti y De Bernardi, “Destinazione Piovariolo” juega con el neorrealismo, elaborando un guion entrañable y muy divertido, pero que te deja con una sonrisa amarga gracias a la fantástica, como siempre, labor del excelente comediante napolitano, siempre a gusto en el papel de pobre desgraciado, estas son las semillas de la comedia italiana más auténtica, ideas tomadas de situaciones y condiciones socialmente desfavorecidas utilizadas como caricatura a través de un humor amargo pero perspicaz. Como os podéis imaginar, el pueblo de Piovarolo realmente no existe, es fruto de la imaginación de los guionistas, en realidad, las escenas de la estación se rodaron en la localidad de Salone, en la línea Roma-Pescara, en cambio, las escenas en la ciudad se rodaron en un lugar característico del Alto Lacio: Mazzano Romano.

“Destinazione Piovarolo” pretende denunciar los aspectos negativos de Italia en el período histórico comprendido entre 1922 y 1954: oportunismo, rivalidad abierta entre facciones políticas que no desdeñan utilizar medios mezquinos para prevalecer, indiferencia general… Una comedia ambiciosa por sí misma y por sus intenciones de sátira política, una obra agradable, con altibajos, y que oscila entre lo cómico y lo patético, una buena comedia que recorre 30 años de historia italiana (y las fiestas que se han sucedido), muchas veces divertida y amarga al mismo tiempo. Una sátira eficaz y nada trivial en la que Totò dejó de lado su estilo paródico habitual para acentuar más los rasgos humanos de su melancólico personaje, está genial como siempre y sabe aguantar incluso los momentos un poco más aburridos, el protagonista busca en su carácter alegre, pero no resignado, argumentos de valentía para seguir adelante y creer en un posible cambio en un destino adverso, Paolella traslada la exuberancia de Totó a un guion real, dándole la oportunidad de mostrar sus cualidades de actor dramático, a menudo subexplotadas por los directores que lo dirigieron.