Cenizas (1965)

158/23(25/07/17) Buen fresco sobre las guerras napoleónicas desde el punto de vista polaco, dirigido por Andrzej Wajda adaptando la novela épica clásica de Stefan Żeromski homónima de 1902 (considerada como una de las grandes obras maestras de la literatura polaca de la época), reflejando las vivencias de varios militares polacos enrolados en las filas del ejército napoleónico, analizando a través de su protagonista la lucha por imponer los ideales de justicia social de la Revolución Francesa frente, a por un lado al conservadurismo de los privilegios adquiridos durante siglos por la nobleza, y por otro las injusticias y barbarie que se dan en las guerras acaban por corromper las motivaciones iniciales, por muy justas que se crean. La novela fue vista como un canto a la independencia del país, como una ácida crítica contra la burguesía. Las autoridades comunistas acusaron a Wajda de haber realizado una cinta revisionista de la "gloriosa" historia polaca y de haber pervertido la novela original, y es que determinadas secuencias que abatían el mito de los galantes soldados polacos, Wajda se defendió mostrando que los diálogos estaban calcados de la novela pero le sirvió de poco. A pesar de ello hubo críticas elogiosas en las se reconocía su valentía por realizar un film en el que sus compatriotas eran mostrados como unos jóvenes "crueles y necios, pero también fieles". La cinta resulta algo arrítmica, pues su arranque queda un tanto difuso, lento, cuesta cogerle entrar en ella, lo bueno es que cuando lo hace te engancha, con puntos álgido muy apreciable y recordables, con escenas épicas vibrantes, sobre todo para marcar a fuego está el tramo en que las tropas napoleónicas polacas entran en Zaragoza, apoteósico segmento, lleno de crudeza y salvajismo adelantado a su tiempo. Hay circulando varias versiones de la película, yo he visto quizás la integral, de más de 200 minutos de metraje.

Se desarrolla en Europa durante las guerras napoleónicas. El protagonista es un noble polaco venido a menos, Raphael Olbromski (Daniel Olbrychski), desorientado sobre que rumbo tomar en su vida, lo vemos como secretario de en rico aristócrata Gintułt (Piotr Wysocki), bajo cuya influencia se une a la logia masónica, hasta que tras varios escarceos con mujeres decide unirse a las filas del ejército polaco, en el lado de Napoleón, con el objetivo de llevar la libertad de otros pueblos oprimidos de Europa. Le acompaña en este amigo Krzysztof Cedro (Boguslaw Kierc). Pronto descubrirá que la realidad de la guerra se diferencia de los ideales revolucionarios en los que cree. Pasaremos por el sitio de Zaragoza y en la Batalla de Somosierra, y la batalla de Raszyn.

La cinta viene a decirnos que las revoluciones nacen con nobles ideales pero que para imponerlas estos son masacrados, con aquella máxima maquiavélica de “El fin justifica los medios”. Para imponer la libertad, igualdad y fraternidad en su país, resulta que donde menos pelean es en su tierra, tornándose en una fuerza represora, tiránica e invasora, vemos como los polacos realizan un acto de genocidio contra los negros haitianos, realizan episodios de salvajismo como violar y asesinar monjas indefensas, ejecuciones sumarísimas, vejaciones a civiles, con lo que se ha convertido en aquello contra lo que batallaba. Durante la primera parte se centra mayormente en Polonia y en el protagonista Rafal, vemos la vida cuasi-feudal en que estaba el país, la explotación del campesinado por los terratenientes, con masonería, el clasismo imperante entre la plebe empobrecida y los aristócratas ricos, su relación Prusia (Habsburgo), aunque también hay escenas guerreras como la rendición francesa de Mantua; La segunda parte es donde las epopeyas bélicas se suceden, mostrando algo poco conocido para la mayoría, y es como las tropas napoleónicas tenían en sus filas a ejércitos no franceses, en este caso polacos que creían batallar por la justicia social, y vemos asediar Zaragoza en España, la carga de caballería en Somosierra (Madrid), la batalla de Raszyn (Polonia), durante este tránsito deja un mensaje humanista sobre como la moral de los soldados polacos se irá degradando de la ilusión hacia la utopía de la justicia social a como todo se va pudriendo por el camino. Asimismo queda tiempo para arremeter contra los rebeldes polacos, los partisanos que luchaban contra los ricos polacos y que aquí son vistos como violadores en una escena cruenta en la montaña.

La cinta tiene en sus picos en varias recreaciones bélicas maravillosas, donde los escenarios y la coreografía de decenas de extras resulta muy vistoso, aunque como en muchas producciones bélicas suben en lo macro pero en lo micro planos cortos de peleas denotan mucha artificiosidad: La entrada de las tropas polacas en Zaragoza (no es la capital aragonesa, es una población búlgara, pero da el pego) es de una brutalidad atávica hiriente, con momentos de una deshumanización desgarradora, atrocidades que exponen a las claras como los humanos dejan de serlo en medio de la relatividad moral de una Guerra devastadora, siendo culmen alegórico como un grupo de soldados polacos realiza una profanación en un altar mientras simultáneamente otro de ellos reza a una imagen de la Virgen; o la batalla de Somosierra donde Wajda se da el lujo de cuasi-plagiar “La Carga de la Brigada Ligera” (1936) ,reflejando la sugerente carga polaca contra los cañones en la mencionada sierra madrileña, todo un alarde de medios puestos al servicio de lo visual; o la Batalla de Raszyn, perteneciente a la Guerra de la Quinta coalición, donde el ejército polaco consiguió detener a ejército austriaco el doble de grande. En la cinta se muestra momento en cual los austriacos deben hacer frente en un terreno boscoso y con pantanos al ejército austriaco mucho más numeroso, fenomenal como vemos los avances y retrocesos de unos y otros.