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Operación final (2018)

Operación final
122 min.
5.8
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5
La banalidad del thriller
Es una película que no termina de convencer ni en su mensaje ni en su formato, ¿es un thriller? ¿es histórica? ¿es filosófica? Es una de esas películas que intenta ser muchas cosas y se pierde a si misma en el camino.

La película tiene una relativa fidelidad histórica (siempre es recomendable leer sobre los hechos en estos casos para tener una versión menos peliculera) pero en un intento de no aburrir al público, se ha intentado convertir en un thriller donde todo es bastante predecible, de esas películas donde todo va mal pero todo sale bien en el último momento. Como de buenos y malos. Y es curioso porque concentrarse en el thriller hace a la película aburrida porque los añadidos son cliches. Además con ello se distrae al espectador de la parte que debiera ser más interesante, que es la relación entre captor y secuestrado Eichmann.

Esta relación que podría haber sido bien interesante se desaprovecha al girar en torno al thriller. Al final todo revuelve alrededor del tormento personal del protagonista como superviviente, y la perdida de miembros familiares en la guerra. Así casi se deja a un lado la banalización del mal y la personalidad de Eichmann para enfocarse a como el protagonista resuelve sus temas personales (y aún peor una relación personal que no existió, no había ninguna mujer pero seguimos con que se necesita siempre una historia de amor que no viene a cuento...).
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34 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Operación Garibaldi
Dentro de la temática general de películas sobre la II Guerra Mundial, nos encontramos ante una sobre lo que sucedió tras ella. Cuenta el desarrollo de la Operación Garibaldi (su nombre real) con la que los servicios secretos israelíes (el Mosad) echaron el guante a uno de los más sanguinarios altos cargos nazis del III Reich, Adolf Eichman, que tras el fin de la guerra huyó y se refugió en Argentina bajo una falsa identidad consiguiendo rehacer allí su vida y casi escapar indemne pese a ser uno de los arquitectos (junto con Reinhard Heydrich) de la “solución final”, el mecanismo a gran escala puesto en marcha para cometer el genocidio de los judíos europeos durante la II Guerra Mundial.

Podría verse en una sesión doble (o triple) junto con la también reciente “Operación Anthropoid”, que de una manera bastante similar narra el atentado por la resistencia checa que acabó con el citado Heydrich, apodado “el carnicero de Praga”, y la más teatral “La Solución Final” sobre la Conferencia de Wannsee donde los nazis dieron forma al holocausto.

Aparte de las licencias narrativas, este tipo de películas sirve para dar a conocer los pormenores de un hecho histórico que, pese a ser más o menos conocido a grandes rasgos, es prácticamente desconocido en sus detalles por el público general. Por ello concedo más valor a la película, porque pese a conocerse perfectamente cómo terminó el asunto consigue generar tensión e incluso nerviosismo para ver si lo consiguen o no, con varias escenas de comerse las uñas. Máxime si consideramos que los hechos sucedieron tal como se narran.

La parte más interesante (aunque quizás algo desaprovechada) es el debate dialéctico entre el nazi y su captor durante su estancia en la casa franca de Buenos Aires. Entramos en el campo de películas sobre secuestros, y en este caso podría haberse sacado más provecho aunque corriendo el peligro de humanizar al personaje de Eichman, algo que se toca pero muy de puntillas. Probablemente es un tema que le quede algo grande al director de “Crepúsculo/Luna Nueva” y “La brújula dorada”. Aun así, cumple perfectamente como thriller histórico aunque sale perdiendo si la comparamos con películas similares como “Argo”.

Para el debate posterior queda valorar si la actuación de Israel fue la correcta, pues creó un conflicto diplomático con Argentina al saltarse las normas internacionales sobre extradición al secuestrar a uno de los responsables del asesinato de 6.000.000 de personas para juzgarle en un tribunal de su país. De no haberse hecho así, probablemente habría escapado como hizo el llamado “ángel de la muerte” Josef Mengele, que pese a haber encontrado refugio en Argentina igual que Eichman, consiguió evitar al Mosad y los intentos diplomáticos de extradición.

La defensa de los nazis a los que se consiguió juzgar por crímenes contra la humanidad y genocidio (tanto en los juicios de Nuremberg como posteriormente en Israel) se centró básicamente en considerarse un eslabón de una cadena de mando, en la que cada individuo únicamente obedecía órdenes inexcusables de sus superiores defendiendo así su inocencia, desde el soldado más bajo hasta los jefes más altos que finalmente dependían directamente del Führer. Precisamente así se ideó “la solución final” desde el principio, quizás para autoconvencerse de que no eran monstruos por ser parte activa en ello (los nazis eran seres humanos, aunque cueste creerlo) o quizás pensando que algún día podrían ser juzgados por ello.

Estrenada en EEUU en salas, llega al resto de Europa a través de Netflix aunque perfectamente podría haber sido estrenada en cines aquí también, pues cuenta con una producción, director y actores de primer nivel. Tanto Oscar Isaac como Ben Kingsley dan la talla y están a la altura.

Destacar la maravillosa partitura de Alexandre Desplat (último ganador del Oscar a la mejor BSO por “La forma del agua”), que se deja notar ya desde los títulos de crédito iniciales.
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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