Nana de Broadway (1951)

En estos años cincuenta, la Warner no encuentra otro recurso que recurrir a sus éxitos musicales de veinte años atrás para intentar volver a brillar como entonces, pero el estrellato de Doris Day y Gene Nelson no es tan brillante como los que en estas fechas ofrecían otras productoras, sobre todo la Metro (Cantando bajo la lluvia, Un día en Nueva York, Un americano en París). Doris Day, en plena ascensión, muestra ser una buena cantante (siempre que la canción no sea tan cursi como su remilgada imagen), pero no es en absoluto bailarina, pese a que aquí intentara parecerlo. En cambio, Nelson es un gran bailarín, un pequeño Gene Kelly, de un estilo similar al de este último, pero sin el suficiente carisma para llenar él solo la película. Dado que ni la coreografía ni la dirección están a la altura de las viejas obras de Busby Berkeley (pese a que en la secuencia final se juega a imitar el número fuerte de la vieja Gold Diggers de 1935), la película solo ofrece algunos buenos números de baile (siempre que se mire a Gene Nelson y no a Doris Day) y la voz de Doris Day en estandars como Somebody loves me o You’re getting to be a habit with me.