Calle Paraíso 588 (1992)

Es feliz, (heureux), encontrar despues de tantos años de haber visto los films de Verneuil, desde los mas antiguos y su notable "El Presidente" de 1961, hasta los encargos a la medida de Belmondo; para ahora encontrar, por azar, unos films que desconocía y que al parecer nunca se estrenaron en España. "Mairyg" y "588 rue Paradis". Son los últimos films de Verneuil, basados en su Novela "Mairyg". Nunca supe que Verneuil, pseudónimo, era un emigrado, proveniente de una familia Armenia de un pueblo de la actual Turquia. Adaptado a las mas puras esencias del cine francés, realizó siempre sus films con lo que se ha venido llamando "una buena factura profesional"., y si además tenía un buen guión... Al final de su vida, reencuentra sus orígenes armenios en dos hermosos films, el que nos ocupa y su antecesor de 1991 "Mairyg", emotivos homenajes a una cultura, una familia y una forma de entender la vida y el mundo, lejos de los convencionalismos tan actualmente europeos. Este "calle Paraiso 588", posee una buena realización, como no podía ser menos, unas buenas interpretaciones y unos sentimientos hermosos y sentidos que hacen de este film un poema visual. Habrá quien diga que es sentimental, relamido y lacrimógeno. Como decía el torero "Hay gente pa too".

Los años han pasado… y ahora, el turco de ascendencia armenio, Azad Zakarian, se ha nacionalizado en Francia con el nombre artístico Pierre Zakar. Su nombre, es ahora reconocido en las tablas y en el momento está en juego el estreno de su nueva obra “Le Chevaliére”, en la que rememora los cálidos y muy sensibles hechos que se produjeron en la familia para que el protagonista (su alter-ego) pudiera tener el anillo de oro con sus iniciales en el dedo meñique.

Ya Anna y Gayané, sus otras dos ‘madres’, son sólo un bello recuerdo, y Araxi, su adorada mayrig, tiene ahora el cabello completamente blanco y es Pierre quien hace cuanto puede para ofrecerle una vida tranquila. Igual de anciano se encuentra su leal padre Hagop, y el hijo trata de tenerlo cerca para que disfrute de las comodidades y lujos que ahora pueden darse.

Así comienza esta segunda parte de “Mayrig”, una suerte de biopic en clave en la que, el director Henri Verneuil, adapta la novela homónima con la que consigue espantar sus fantasmas, al tiempo que rinde el más sentido homenaje a esa familia de exiliados armenios de la que guarda los mejores recuerdos de su vida.

De nuevo, la historia contiene sentidas y significativas anécdotas que nos remueven muy hondo; luce muy atinado que el director no escabulle recrear sus propios errores como ser humano; y también se aplaude la modestia y discreción con que maneja su propio éxito, el cual se proyectó mucho más allá de lo que ilustra en la película. El centro de su historia, y su gran orgullo, son sus padres y a ellos sabrá mostrarlos en pequeños, pero, grandiosos detalles que los hacen inolvidables.

Aunque, Verneuil, se esfuerza por lograr que, “CALLE PARAÍSO 588”, resulte comprensible para el espectador que, por alguna razón, no haya accedido a “Mayrig”, creo que es preferible -y además una enorme satisfacción- ver la historia completa porque, en la primera parte, hay hechos tan significativos que, sólo conociéndolos, podremos sentir a cabalidad a cada uno de los personajes que veremos ahora.

Para representar a Pierre Zakar, Verneuil eligió al prolífico, Richard Berry, actor que también ha tenido experiencia como guionista y director, y aunque su aspecto físico es muy distante del del autor, su efectividad en la caracterización nos deja muy complacidos. Claudia Cardinale, retoma su venerable rol de Araxi, la mayrig (madre) a la que, Zakar, quisiera compensar con todo lo bueno que ofrece la vida; y Omar Sharif vuelve a ser Hagop, el padre altamente digno que se encuentra ya muy cerca del ocaso; y para representar a la esposa de Zakar, la muy atractiva, pero, penosamente burguesa, Carole, se eligió a Diane Bellego, quien acierta al ponerse en el pellejo de tan deleznable personaje.

La puesta en escena, fotografía, edición, vestuario, los atinados diálogos y la especial banda sonora de Jean-Claude Petit, dan la más amplia solidez a esta película, y el resultado, es una obra que cierra, con broche de oro, la vigorosa filmografía de ese gran director, Henri Verneuil, quien nos legara títulos tan admirables como: “Des gens sans importance”, “Cent Mille Dollars au Soleil”, “La 25e Heure”, “I… comme Icare” o “Mille Milliards de Dollars”, entre otros.

Una frase digna de recordar:

“Habla como si no hubiera un mañana para recuperar lo que has dicho en el ayer”.