Todo mal (2018)

La directora mexicana Issa López vuelve a la comedia tras un promisorio paso por el cine de género con ‘Vuelven’, una de las mejores películas mexicanas del año pasado, ahora en una comedia de un humor desatado muy bien filmado.

Osvaldo Benavides (El Nandito de María la del Barrio, pero ahora como es adulto se llama Fernando) es un exitoso diplomático que acaba de lograr su máximo logro en su carrera, traer de vuelta, prestado sino como, el penacho de Moctezuma a México, con el ligero problema que ese día coincide con la realización de su boda con Viviana (Marcela Guirado).

El ansiado día de la boda llega y Viviana no se aparece por la iglesia y apenas atina a mandarle un mensaje con un emoticón a Fernando, quien es acompañado en tan duro momento por sus primos y padrinos Matías (Alfonso Dosal), ex-estrella de un grupo vocal pop y ahora rocanrolero de covers, y Dante (Martín Altomaro), quien vive en el clóset de su mamá, pero Fernando debe cumplir con su trabajo, ir a recibir el penacho, pero la crisis por la que pasa es tan fuerte que decide emborracharse llevándose el penacho consigo, con la idea de vengarse del tercero en discordia y culpable de que su novia lo haya plantado.

Lo que primero que se observa y destaca en esta nueva producción de Issa López es que cada detalle está pensado y muy cuidado, es por ello por lo que la película funciona como comedia; el guion, si bien la historia es simple, cuenta con diversos recursos que lo vuelven efectivo, los personajes están bien definidos e interpretados, hay alguno que otro chiste cinéfilo (destaca el de ‘Anoche soñé contigo’) y sobresale la calidad de la imagen que presenta la película, que encuentra en ‘After Hours’ un referente válido, salvando las distancias.

La elección del cast es también un acierto, la actuación de Osvaldo Benavides es muy lograda y acorde al personaje y a la historia, demás está decir que es la mejor de su carrera, y lo mejor es la buena química que consigue con sus primos, Dosal y Altomaro, ambos correctos y logrando sacar provecho a sus personajes y sus respectivos gags recurrentes, que, si bien llegan a ser repetitivos, logran funcionar cada vez que son usados.

Por otro lado, la anécdota del penacho funciona, a pesar de que deja algunos cables sueltos que le restan al verosímil y de que se le pudo sacar más provecho en tanto comentario social, pero al final cada subtrama logra embonarse para dar forma a una comedia que logra ser efectiva en varios momentos, sobre todo cuando más se acerca al absurdo, generando sinceras carcajadas y demostrando que es posible un cine mexicano más allá de la pobreza de sus comedias románticas.

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