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Graveyard of Honor (1975)

Graveyard of Honor
94 min.
6.8
167
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Trailer (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
A medio camino entre la ficción y el falso documental, Graveyard of Honor narra el espiral de violencia desenfrenada en el que cae Rikio Ishimatsu, un matón yakuza de una de las más importantes familias criminales de Tokyo. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Drama Crimen Yakuza & Triada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Jingi no hakaba (Graveyard of Honor)
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
El yakuza marcado (Le furieux samouraï)
Un hombre nació a mitad de la era Taisho. Pudo llevar una vida recta y honorable, pero perdió su camino y decidió aventurarse hacia un sendero marcado por la maldad y la locura hasta acabar en tragedia.
Y esta, sin ninguna concesión a la sensibilidad, es su historia.

A mitad de los '70, Kinji Fukasaku, que había sido todo un dolor de cabeza para los ejecutivos y demás personal de su casa Toei, se alzó como una de sus mayores fuentes de ingresos gracias a sus "Batallas sin Honor ni Humanidad"; las películas sobre gángsters callejeros cambian su enfoque y eso le vale convertirse en el padrino de un nuevo género. El presidente Shigeru Okada estaba tan impresionado con su trabajo que le escogería para adaptar una novela del otrora jefe yakuza Goro Fujita sobre la vida de Rikio Ishikawa.
Auténtica leyenda del mundo criminal, aunque más bien una leyenda negra y maldita, convertir la extensa y detallada historia de Fujita fue todo un reto para los guionistas Hiro Matsuda y Fumio Konami, cuyas reuniones con el director (muy ocupado terminando su nueva saga de las "Batallas") no fueron muy satisfactorias. Esta preproducción duraría casi dos años y abarcó multitud de cambios tanto en el libreto como en el equipo; pues la estrella Bunta Sugawara iba a encarnar a Ishikawa hasta que llegó Tetsuya Watari por expreso deseo de Okada, quien quiso ocuparse de su vuelta triunfal a la gran pantalla a pesar de su grave estado de salud.

Sin duda parecía adecuado usar a Watari ya que él protagonizó a finales de los '60 la famosa saga de Nikkatsu "Outlaw", también basada en la serie de homónimas novelas de Fujita. Como en las "Batallas", "Cementerio de Honor" se sitúa en el Japón inmediatamente después de la capitulación y la ocupación de las tropas norteamericanas antes de que se nos brinde un prólogo un tanto escueto recordando a Ishikawa por medio de fotografías y las confesiones ("en off") de algunas personas (un prólogo al estilo clásico del cineasta); en lugar del blanco y negro se prefiere usar un sepia terroso, pues ese debía ser el color de la sociedad en aquel momento.
Estos intensos colores, bien tratados por Hanjiro Nakazawa, evocan la suciedad de la vida criminal, el barro y la basura que todo lo cubre. En este ambiente fangoso se remueve y se revuelve Ishikawa, encarnado por un portentoso y amenazante Watari que se distancia mucho de su Tetsuya de "El Vagabundo de Tokyo", pues todo lo fiel, inocente, honorable y romántico que podía ser aquél encuentra su explícito reverso tenebroso. Un enfrentamiento contra los hombres de la banda rival Shinwa en las concurridas calles de un mercado de Shinjuku podría desencadenar una guerra, y eso es algo que desquicia a su jefe Kawada.

Mientras radiografía los problemas sociales del momento, sobre todo las grandes tensiones entre los chinos emigrados y los nativos japoneses, Fukasaku nos hace seguir a Ishikawa en su sendero hacia la autodestrucción, a través del cual arrastra a cualquiera que se le cruce en su camino. Desde el prólogo se deja bien claro que no es la guerra, sino su carácter sociópata e inestable lo que le marca de por vida; desde luego el ejemplo del hombre que tuerce su camino hacia el Mal. Ishikawa se gana la furia de sus compañeros, roba y asalta a amigos y enemigos, incluso ataca a su propio padrino, y cuando es sermoneado no sabe responder en consecuencia.
Este momento rompe la narración hacia una segunda parte que constituye un exilio (hacia Osaka) y la completa degeneración psicológica y física, a lo que ayuda el descubrimiento de la droga como parche al hastío existencial; de por medio se introduce la prostituta Chieko, que de la violación crea un vínculo con el kamikaze protagonista y está presente en los momentos más dramáticos y desgarradores. Nunca el director expuso tan visceralmente la corrupción de un personaje, y su total distanciamiento hace imposible el empatizar con él; Ishikawa no se gana la redención, es simplemente malvado.

"Cementerio de Honor", a pesar de ubicarse estética e históricamente al mismo nivel que las "Batallas", no es una película colectiva como aquélla; los negocios entre familias, las rencillas callejeras, la participación de las incompetentes fuerzas del orden, el deseo de los jefes yakuza de introducirse en el mundo de la política y los problemas de los miembros se observan desde el lejano e ignorante punto de vista de nuestro protagonista, que hiere, mata, grita, avasalla y pervierte sin orden ni concierto, de ahí que a la narrativa la conduzca una sensación de caos arrollador hasta desembocar en una brutal y memorable conclusión en plena prisión de Fuchu.
Los habituales del director secundan de maravilla al vigoroso Watari, en especial el carismático Tatsuo Umemiya y otros conocidos rostros como los de Hideo Murota, Kunie Tanaka, Shingo Yamashiro, Noboru Ando (un yakuza en la vida real antes que actor) y la otrora estrella de las "pinku-eiga" Reiko Ike; por desgracia Yumi Takigawa, de actuación dura y auténtica, no goza de un desarrollo profundo. La cámara de Fukasaku, que desgaja cada pedazo de sociedad con ráfagas incómodas y exasperantes de violencia, muy "peckinpahniana", sigue el apocalipsis desatado por Watari, ya bastante afectado de neumonia en aquel entonces...

Con este impedimento el veterano actor todavía tuvo fuerzas para llevarse el papel protagonista de la siguiente obra del cineasta, "Cementerio Yakuza", dando vida en esa ocasión a un policía (pero homólogo de su Ishikawa). Soportar la exposición de salvajismo y miseria de "Cementerio de Honor" es un reto para los sentidos y la sensibilidad.
El viaje, que acaba en una explosión de sangre, merece la pena aun con la mala suerte de verse con el estómago revuelto al final. Crítica y público apoyaron el film y el actor volvió a primera línea de fuego como el astro de la acción que siempre fue; influencia para muchos futuros directores que contaría 27 años después con un "remake" un tanto "libre" realizado por Takashi Miike.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El crudo retrato de un yakuza
“Graveyard of honor” y otras películas de yakuzas de Fukasaku, Suzuki y otros directores de la época pueden resultar extrañas para alguien acostumbrado al cine de yakuzas de los 90, la otra edad de oro del género.
Fukasaku no fue un director ortodoxo, aunque se le suele poner cómo el referente del estilo clásico de este tipo de cine. Es un clásico porque es seguramente el director que más ha trascendido y el más identificado con el género. Fue un director que rompió una de las normas fundamentales del yakuza-eiga, la honorabilidad del yakuza. Hasta ese momento el cine retrató a los yakuzas cómo personas que sí, mataban a alguno que otro, pero no terminaban de ser mala gente, lo hacían por defender su honor y el de su clan. En algunas otras ya directamente se presenta a los yakuzas cómo aquellos que se encargan de controlar la corrupción, la prostitución y el crimen, una suerte de policías honrados sin placa.
Fukasaku fue quien los presentó como lo que son, mafiosos.

“Graveyard of honor” es una película excesiva, con inclinación hacia el melodrama y lo trágico. El protagonista es un tipo que está muy tocado del ala, no es el arquetipo del yakuza sobrio y contundente.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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