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Pesadilla en la playa (1988)

Pesadilla en la playa
90 min.
5.0
218
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Sinopsis
Un hombre es ejecutado por el asesinato de una joven. En vida, el presunto asesino era el cabecilla de una banda de motoristas violentos. Antes de morir, Diablo Santor insiste en su inocencia ante los testigos de su ejecución, y avisa que tomará venganza, que volverá a matar... de verdad. Pocos días después, la playa de Manatee, va a ser invadida por millares de adolescentes en vacaciones. El jefe de la policía local es avisado de que el cadáver de Diablo ha desaparecido de su sepulcro. No tardan en empezar una serie de crímenes sanguinarios: las víctimas son engañadas por Diablo Santor y electrocutadas en el asiento de la moto. (FILMAFFINITY)
Género
Terror
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Nightmare Beach
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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5
¡Quieto, lechuguino!
A Umberto Lenzi la humanidad le debe un parque de atracciones como reconocimiento a su desfachatez a la hora de perpetrar exploitations divertidísimas durante toda su larga carrera. Un parque temático con sus zonas de giallo, poliziesco, zombies, pop cinema y hasta un pequeño ¨basado en hechos reales¨ como área de descanso. Este hombre es capaz de iniciar un rodaje a rebufo de un futuro éxito sin haberse iniciado siquiera la preproducción de este, terminando por estrenar antes su exploit que la gran producción a la que copia. ¿Cómo se consigue esto? Pues leyendo la sinopsis elemental del film a plagiar, arremangándose la camisa, palpándose la masculinidad y siguiendo una ley elemental ante cualquier duda sobre cómo afrontar la filmación de una secuencia: ¨ si no sabes qué hacer, mete una hostia, enseña una teta o suelta alguna bravata¨. Toda teoría y cánon sobre Cine a Umberto le suda bastante la polla, como si viniese de correr a mediodía bajo el sol de la Toscana.

De Nightmare Beach -una de las primeras películas de terror que recuerdo ambientada durante esos desmadres fabricamadres que son los ¨sping-breaks¨- podría liarme a decir mil insensateces, pero sería en vano. Lo que mejor habla de la propia película son las frases que alocutan sus personajes. Al poco de comenzar sus protagonistas brindan con sendos copazos en mano al grito de ¨¡por la muerte de nuestras neuronas!¨, y poco antes una señorita renegaba de la compañía de su anciana abuela porque ¨es una vieja aburrida¨. Habrá gente que vea esto como una clara incompetencia del propio Lenzi en su faceta de guionista, pero servidor, embravecido contra ese modo de pensar, prefiere considerar tamañas joyas un ejercicio metalingüístico donde los personajes, sin dejar de lado su rol y puede que de forma inconsciente, le dan al espectador las pautas a seguir para disfrutar del cine de Umberto. Churre y ausencia de senectud entre los espectadores. Hedonismo puro. Genio del Cine. Y un enorme, gigante, ¨¡QUIETO, LECHUGUINO!¨ que nos lanza Lenzi con el palillo en la boca exhortándonos a ver completas sus películas por mierders que puedan parecer a los 5 minutos de empezar.

Y una secuencia para el recuerdo, de puro atrevida que resulta su propuesta: una joven, quizá ni de 20 años siquiera, hace el clásico ¨señor, déjeme un leuro para llamar, que soy pobre¨. El viejuni en cuestión le deja el eypo a la zagala, mientas la inquiere sobre su situación, su día a día, su… vamos, la retahíla de preguntas que hacemos todos para intentar emular a Espartaco Santoni en el tálamo, las clásicas mierdas que soltamos sin importarnos la respuesta un pescao. Pues bien, deja entrever cómo pueden hacer un trato conforme el viejo la pilla de la cintura y se pone a hablar de dinero mientras la otra dice que quiere ser doctora y ambos desaparecen del plano. En el siguiente, un travelling que seguía al prota se detiene en una puerta, de la que sale el viejo pasada ya la noche mientras la chica le acompaña fuera en batín, con las tetacas al aire casi. Sonriendo. SONRIENDO MUCHO. Y el viejo se despide con un ¨me alegro que el dinero que te he dado pueda servir para que te hagas doctora y cures a los niños pobres¨. Sonriendo también. O sea, la prostitución joven-viejo como cura para los niños paupers, para los zagales da rua, para los émulos de Raúl de la Colonia Marconi. Ni Jonathan Swift, oigan.

Como consejo para una tarde regada de alcohol con vuestros amigos imaginarios os recomiendo lo que di en llamar ¨la trilogía de la felicidad¨ de Lenzi, conformada por:

-Roma A Mano Armada (insuperable de puro misógina)

-La Invasión De Los Zombies Atómicos (zombies en la Estación de Chamartín y en la carretera de Colmenar, no os digo más)

-¡Comidos Vivos! (para fans de David Koresh, Steve Jobs, Escrivá de Balaguer, etc etc)
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
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