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Una semana (C) (1920)

Una semana (C)
24 min.
7.7
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Sinopsis
Una pareja de recién casados se traslada a su nuevo hogar... que deben montar pieza a pieza, pues se trata de una casa prefabricada. Un antiguo pretendiente de la novia, reconcomido por los celos, cambia la numeración de las piezas de la casa, lo que hace que al armarla, el resultado final no sea exactamente el deseado.
Género
Comedia Cine mudo Cortometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
One Week
Duración
24 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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8
Keaton y la (meta)física
Es un gran número de películas en las que el matrimonio es realzado como punto de culminación, evento que resuelve cualquier brote contradictorio en los personajes principales y que a fin de cuentas constituye realización personal. Son minoría aquéllas en las que el tema radica en las dificultades o imposibilidad de la vida en pareja, teniendo expresamente como punto de partida el matrimonio —“Las campanas de boda tienen un sonido muy dulce, pero un eco bastante ácido”. En esta primera incursión oficial detrás de cámaras, Keaton narra las aventuras y desventuras de un matrimonio durante su primera semana de formación.

Los tórtolos en cuestión tendrán como lecho una inverosímil casa que pareciera sacada de la escenografía de alguna película del expresionismo alemán, infortunado refugio de destino marcado incluso antes de su construcción, siendo además representación geométrica de la colisión de dos fuerzas en constante oposición: la primera es interna, íntima y radica en la perseverancia de los enamorados; la segunda es externa, amenazadora y se funda en el encono del pretendiente rechazado (*).

El aparente rostro impávido de este personaje es capaz de desatar el caos con tan sólo un cambio en la mirada o un simple pestañeo. Es lo que sucede al inicio de ‘One Week’ cuando al darse cuenta de haber sido apartado de su amada por el chofer celoso, un cambio en su expresión es motivo e impulsa el sinfín de hazañas e incidentes de la historia, apoyado sobre la lucha de las dos fuerzas y valiéndose mejor que nadie de un frenesí de gags para nada gratuitos, siempre marcando una determinada acción necesaria para la narración (**). Ayuda mucho a la impresión que genera este tipo de humor visual la impasibilidad del rostro del personaje creado por Keaton, pues propicia una mayor concentración en los movimientos corporales, de una elasticidad y fuerza que rozan los limites de la física. Keaton posee un control absoluto sobre cada uno de sus músculos y es capaz de enredar su cuerpo con la energías cinéticas de su entorno sin salir gravemente lastimado.

Precisamente el caos que podía desencadenar esta bomba de tiempo fue destino especial del aplauso de los surrealistas en el siglo 20, quienes vieron en su trabajo la elaboración automática y ordenada de un mundo creado por el inconsciente sin tener que recurrir a la dimensión onírica, sino instalándolo en la propia vida cotidiana. También fue celebrado por los dadaístas, quienes vieron un gran potencial subversivo en sus alocadas escenas que implicaban sutiles ataques a la autoridad —quien sea que lleve puesto un uniforme— o a las nociones de orden y estabilidad de la clase dominante, en particular donde el rico tiene el poder, la clase media es conformista, el sumiso se acomoda y las mujeres están seguras y felizmente casadas. En definitiva, esta forma de comicidad es encomiable por ser una herramienta incluso aún más lúcida que la tragedia para retratar el absurdo de los avatares de la vida humana.
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34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Se veía venir...
-¿Hola?.

-Sí, aquí el atrezzista.

-Si mira, era para hacerte un encarguito de nada, soy Buster.

-Buster, ¿qué más?.

-Keaton.

Keaton, ¿qué más?.

-Na, solo que necesito pa el lunes una casa con el tejado del revés, con paredes giratorias y ya puestos que gire sobre si misma. Tiene que estar chupao, ¡al fin y al cabo estamos en 1920!

-Es una locura. ¿¡Qué pensará la gente, su productor...!?

-Tranquilo que al que piense mal, le taparé los ojos con mis propias manos...
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38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
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