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El ladrón que vino a cenar (1973)

El ladrón que vino a cenar
102 min.
5.3
273
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Ryan O'Neal (una de las mayores estrellas de la época tras el éxito de "Love Story"), protagoniza esta comedia en la que interpreta a un hombre que lleva una doble vida: programador de ordenadores durante el día y ladrón de joyas por la noche. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Intriga Robos & Atracos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Thief Who Came to Dinner
Duración
102 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
7
El ladrón sofisticado.
Un experto en computadoras (O´Neal) abandona su trabajo para dedicarse a su afición preferida: robar joyas. Su objetivo es un gran diamante y para ello va introduciéndose en círculos sociales de altura. Tosos los robos los hace de forma calculada, dejando mensajes ajedrezísticos con los dar aún más perfección a sus hazañas.
Sin duda, una buena comedia de perfume clásico, escrita por Walter Hill y notable en su vuelta a ese gran género del cine americano: la comedia sofisticada que tanto y tan bien desarrollaran cineastas como Hawks o McCarey (se nota una indisimulada y bien mimetizada influencia del cine USA de los 40).
Excelentemente interpretada en especial por el gran Ryan O´Neal (en este mismo año protagonizó la deliciosa "¿Qué me pasa doctor?" de Bogdanovich) es un film que se ve con gran comodidad e interés, resultando sumamente agradable y entretenido. Música de Mancini.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Ladrón sin esfuerzo
Si quitamos al trío protagonista aquí no hay nada.
A pesar de discurrir la loca carrera del ladrón sin freno alguno en plan comedieta, la película no arranca ni una bondadosa sonrisa. La facilidad del ladrón para sus incursiones es tan ridícula que parece que todo lo demás sobra ya comentarlo.
Únicamente los personajes son los que atraen algo. El detective, el experimentado Warren Oates, es la base que nos aporta un poquito de interés. Porque él, el ladrón, a pesar de lo que se esfuerza en convencer con su personaje no puede sobrepasar el limitado registro de la película.
Ella, Jacqueline Bisset, la novieta del ladrón, cumple su escaso papelito secuencial con mucha dignidad: abrir la puerta del apartamento cada vez que viene uno y retirarse con educación.
El periodista experto en ajedrez nos muestra una partida ridícula, absurda, pero al menos pone algún intento para que la comedia no pierda su sentido.
No hay coordinación lógica entre los robos, aunque la verdad importa poco pero la impresión es que al esmerado ladrón se le amontona el trabajo... ¡Qué carrerón! Va a robar por las noches con la misma facilidad que Julián Muñoz se llevaba los millones del Ayuntamiento de Marbella. Si es que el que vale, vale...
El final apurado demuestra las ganas que tenían todos por acabar el trabajo.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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