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Mil voces (1992)

Mil voces
120 min.
5.7
594
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Nueva York, finales del siglo XIX. Los chicos vendedores de periódicos se pusieron en huelga, extendiendo su protesta por las calles en contra de un par de diarios sensacionalistas. Musical de la Walt Disney, a medio camino entre West Side Story y Oliver. (FILMAFFINITY)
Género
Musical Siglo XIX Baile Adolescencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Newsies
Duración
120 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1992: Premios Razzie: Peor canción original. 5 nominaciones, incluyendo peor película
7
Será por la huelga general ...
Es posible que sea por el efecto de la reciente huelga general (marzo 2012) pero ésta película, que no recordaba haber visto en mis tiempos mozos y que he podido recuperar una mañana de sábado, me ha resultado tremendamente interesante, divertida e incluso edificante. Recomiendo su visionado a todos aquellos que se resignan a que les den por el bulli sin actuar y entregan al poder establecido todos los derechos que otros consiguieron a base de tremendos sacrificios. Evidentemente, hay cuarenta mil películas más serias que tratan el tema de la lucha obrera, pero que quereis que os diga, esta combinación entre historia cursilona de Disney y la violencia callejera me ha calado hondo.
Además de éstas consideraciones, creo que los números musicales y las canciones no están nada mal ( a pesar de ganar el razzie a la peor canción original ) y que la dirección es buena, la fotografía notable y el conjunto digno de ser recuperado. Estoy seguro de que en el 92 hubo películas más merecedoras que ésta de cinco nominaciones a los razzies.
Resumiendo: me lo he pasado de pm viéndola, así que os la recomiendo.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¿Puedes oír a los Chicos del Periódico Cantar?
Vaya curiosidad más curiosa.
Nada menos que una historia real, sorprendentemente madura en sus detalles, inequívocamente juvenil en sus maneras, contada con gran espectáculo de medios y masas.
Y encima musical, ese género absurdamente despreciado que es capaz de transmitir en minutos emociones que a otras películas les llevarían horas.

Los jóvenes repartidores de periódicos de Nueva York se levantan un nuevo día "a su aire", como llevan haciendo toda su infancia.
Se palpa su entusiasmo de chispeante juventud, su juego de próxima madurez, sus sueños de cartón, sus trucos para vender.
Nada parece demasiado serio para ellos, y probablemente ahí esté el truco de aguantar su precaria situación.

En cuanto nos descuidamos, la primera canción nos lanza a una vorágine musical que pide ser correspondida en entusiasmo, como si el mañana no fuera inestable y el hoy fuera un juego inacabable.
Quizá por eso, cuando más tarde nuestro protagonista Jack Kelly se permite añorar una familia y un hogar, la melancolía tiene el mismo calado que la más feliz melodía: porque se nos había pasado por alto, como a estos jóvenes repartidores, que esta vida exige coraje y mucho aguante.
No son días felices en la industria, porque el magnate Pulitzer, desde la seguridad de una oficina sobre el nivel de la calle, se permite cortar el beneficio de los repartidores, marcándolos como bienes prescindibles en la imparable escalada de la información periodística.

Pero si algo van a demostrar esta pandilla de la prensa es que sus luchas valen lo mismo, o más, que las de esos ricachones que se atreven a infravalorar sus aportes.
Sorprende ver un musical Disney hablar de revolución, de huelga, de derechos, tan alto y claro como lo hace este.
Pero aún más sorprende porque todas las reivindicaciones tienen un fondo de justicia y razón como pocas causas logran tener, como probablemente los hechos reales en los que se han basado no parecía que tenían en su momento.

Y todo eso gracias a que las canciones condensan la pasión de una lucha contra gigantes, que se sabe que debe ser ganada para mantener el poquito de digna libertad que estos chicos siempre han disfrutado, y sin la que no podrían ni vivir.
Apenas una minucia para los que les emplean, y sin embargo el mundo entero para ellos, un mundo que merece ser defendido antes que exclamar algún día: "ya no me puedo permitir seguir siendo un niño".

Todos nos lo podemos seguir permitiendo, por mucho que nuestro entorno parezca decirnos que no, porque los derechos también se defienden a golpe de cántico y gente dispuesta a unirse por ellos.
Y son musicales tan vitales como este los que lo recuerdan, sin dejar atrás entretenimiento ni altos ideales.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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