La maldición de la caja calavera (2017)

Todo sin sentido alguno:

- Tengo una caja con un demonio dentro que atrae a quien la ve. La quiero ocultar del mundo por lo peligrosa que es. Así que me la llevo a mi tienda de antigüedades para que esté a la vista de todo el mundo. Y si me preguntan por ella les cuento su secreto, les creo todavía más curiosidad y encima te dejo un rato a solas con ella para que me la robes.

- Soy un espíritu-demonio con superpoderes mentales pero a menos que te coja con la mano no puedo matarte.

- Soy el dueño del espectáculo y se me rompe la cámara de contacto visual con mis clientes. Da igual, no voy a parar el espectáculo por esta tontería, Show must go on!!!!

- Soy el dueño del espectáculo y veo como mi "actor" que hace de asesino arranca la cámara de vigilancia. Nada, tranquilos, solo se está saliendo un poco del papel, no hace falta parar el espectáculo.

- Tres personas ven como un tipo (que encima está atado a una cadena) asesina a su amigo y tiene intenciones de seguir matando. A mi alrededor tengo todo tipo de herramientas para dejarlo K.O. en un asalto: patas de mesa, muebles pesados, cajones, cristales con forma de cuchillos, mecheros para meterle fuego, objetos de hierro.... pero no, prefiero irme a una esquina a llorar y esperar mi fin.

- Mi novio moribundo, que está tendido al lado del asesino, me llama y yo voy a darle besitos y abrazos. Andaaaaa.. el asesino me ha clavado las tijeras en la cabeza!!!! Joder, con lo difícil que se lo había puesto!!!

- La policía entra para matar al asesino. Pero al dueño (que al fin y al cabo es el responsable de todo) ni lo interrogan, ni se lo llevan, ni le preguntan, vamos que se va dando un paseo...

- Candela Peña, uy perdón, su doble, la que hace de ayudante del dueño del espectáculo, coge la caja y se la devuelve a la dueña que le dice: mira bonita, el demonio te va a perseguir toda la vida, para que vayas comprando dormidina, te va a hacer falta. Un final terrorífico....

- Todo es tan terriblemente ridículo que llegué a pensar que efectivamente todo formaba parte de un espectáculo de mentira y que esa era la sorpresa final. Pues no... todo iba en serio.