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El director de orquesta (1980)

El director de orquesta
101 min.
6.7
186
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Sinopsis
Después de cincuenta años de exilio, un viejo y célebre director de orquesta decide regresar a su patria. Durante los ensayos tiene un enfrentamiento con el director local, hombre ambicioso y marido posesivo de una violinista, hija de la mujer de la que el exiliado estuvo enamorado en su juventud. El film presenta el enfrentamiento entre dos éticas, la del anciano enamorado del arte, y la del inescrupuloso advenedizo, capaz de utilizar cualquier medio para lograr sus fines. Entre ambos, la mujer que, inevitablemente reconoce la realidad, y actúa como desencadenante del conflicto. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Música
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Polonia Polonia
Título original:
Dyrygent
Duración
101 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1980: Festival de Berlín: Oso de Plata - Mejor actor (Andrzej Seweryn)
1980: Festival de San Sebastián: Premio FIPRESCI. Premio OCIC
6
La 5ª Sinfonía de Beethowen.
77/27(28/03/20) Interesante drama polaco realizado por el más reputado de los directores del país báltico, Andrzej Wajda, el guión se basó en conversaciones con compositor y director de orquesta Andrzej Markowski y fue escrito por Andrzej Kijowski (“La boda). Obra en la que Wajda hace una alegoría sobre el arte extrapolable a nuestra sociedad con el vehículo de la música clásica, algo así como hicieron los films “Ensayo de orquesta” (1979) de Fellini o "Meeting Venus" (1991) del magiar Istvan Szabo. Para ello se apoya en musicalmente en la gloriosa Sinfonía N°5 en “do menor” del maestro Ludwig van Beethoven, tema que surca muchos de los pasajes de la película. Adentrándose en tres niveles en la historia, por un lado ese exitosos director de orquesta (John Lasocki encarnado con majestuosidad por Sir John Gielgud), que tras 50 años fuera de su tierra vuelve melancólicamente (lo hace además con la espoleta de haber conocido a la hija del gran amor de su vida) en busca de sus raíces; por otro lado está lo macro de como los países comunistas intentaban demostrar lo buenos que eran (aunque sus habitantes pasaran penurias, había unas élites de artistas, también de deportistas que eran la escaparate que tapaban la mentira) con un gran concierto, o sea la utilización política del arte como propaganda; y están las relaciones de un matrimonio, la violinista Marta (Krystyna Janda) & y el también director de orquesta Adam (Andrzej Seweryn), agrietado por la llegada de un tercer personaje, que en realidad deja traslucir las fragilidades latentes entre ellos, donde la visión de la música de cada uno es fundamental, para ella es la pasión y para él es un pragmático que es solo medio arribista. Estando bien tratado todo esto, siendo amena, con buenos picos, no se eleva aún más por falta de solidez, hay ciertos desequilibrios y algún exceso en los comportamientos (con esa visión grimante del provincianismo de la orquesta), que hace que no termine de hincarte el colmillo. El británico Sir John Gielgud es una elección chirriante para el rol del maestro polaco Lasocki, grandioso actor, pero no me encaja en el papel, elección para dar comercialidad pero cruje entre el elenco nacional, que encima quiere ser un símbolo de la nación. A Ingmar Bergman, en 1994 en un festival de cine en su tierra natal, le preguntaron sobre sus 11 películas favoritas de todos los tiempos, "The Conductor" estaba entre ellas.

La película termina pretendiendo más de lo que consigue, sus temas me llegan, peor lo hacen de modo obvio, pero en su transcurso hay tramos de estupendos que hacen de la obra apreciable. Está su cariz cuasi freudiano en que una hija sigue sin pretenderlo los mismos pasos que su madre, pues la protagonista durante el metraje siente la sensación de fundirse con el espíritu de su madre, pues como ella está con un músico sin idealismo, al igual que su madre se siente prendada por el influjo cuasi-místico de Lasocki. Esta sensación reforzada en la notable escena de la cena a la luz de las velas entre ella (Marta) y Lasocki, él la llama Anna (nombre de la madre), aunque Marta le recuerda su nombre el sigue, pues él ha regresado a Polonia como un viaje al pasado en que Marta es la imagen de su amada madre. Él le relata sus anhelos y frustraciones (pero a Anna), le habla a la mujer que amó sobre como siente haberla dejado. Con lo que Marta se transmuta a sus ojos en su madre, y ella solo intenta saber más de su madre muerta. Los dos miran al pasado con nostalgia, uno mirando a su amante y ella a su madre perdida.

Hay otro buen tramo en que se refleja gran parte del mensaje de la cinta. Me refiero a cuando Lasocki ensaya con la orquesta de Adam (el marido de Marta) la 5ª Sinfonía de Beetowen. Lasocki lo hace con elegancia, con estilo grácil, con amabilidad para los músicos, hablándoles por sus nombres (cosa que Adam nunca recordaba), esto lo observa Adam celoso escondido en las sombras, admira con envidia la pasión y entusiasmo que pone el veterano director. Tras esto Lasocki se marcha, y los representantes gubernamentales exhorta a cambiar sus músicos por otros mejores de Varsovia para dar mejor lustre a Polonia a lo que se espera un acontecimiento internacional con el concierto de Lasocki. Adam no sabe negarse. Entonces Adam vuelve a dirigir el ensayo con presión política en su cabeza, haciendo que dirija de modo despótico, con exabruptos, con tiranía, hasta que la situación explota y los músicos se rebelan desertando, Adam entra en cólera e intenta romper la batuta, y solo la dobla, iracundo baja del podio tropieza cayendo al suelo, generando las risas entre los músicos ante el patetismo del director; Este segmento deja claras las personalidades de unos y otros, marcando a fuego el devenir de la historia; El clímax también resulta satisfactorio (spoiler).

Asimismo me ha llamado la atención los toques de humor romántico: Como ese tramo en que el matrimonio parece van a hacer el amor, de modo cuasi-mecánico se desvisten, para tras darse cuenta tras la conversación ajena al sexo que tienen que no tiene tiempo y se vuelven a vestir como si nada; en este sentido también está cuando Adam discute con Marta, y por la noche él se acuesta en otra habitación en el suelo, y ella le sigue sigilosamente por la casa.

Krystyna Janda como marta da un rendimiento correcto, así como Andrzej Seweryn como el pusilánime Adam, pero palidecen ante el carisma del actor inglés; Sir John Gielgud emite hidalguía en su expresividad, melancolía, tristeza, ilusión, reflejando la morriña por el regreso a la tierra natal, con esos paseos por las calles, esa mirada, ese porte regio. Pero este rol debería haberlo actuado un polaco, que tengamos que escucharlo doblado en versión original es señal de que es la prostitución de la interpretación, algo que al carácter íntegro de Lasocki le hubieran dado ganas de vomitar.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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