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La ley de la calle (1983)

La ley de la calle
94 min.
7.3
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Sinopsis
Rusty James (Matt Dillon) es un joven que sueña con volver a los tiempos de las pandillas juveniles para emular a su hermano mayor (Mickey Rourke), que en su día fue líder de una de ellas y que arrastra una reputación de rebelde e intocable como "el chico de la moto". Pero ahora su hermano ya no está, pues hace dos meses que se marchó, y a Rusty le han citado para una pelea. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Adolescencia Película de culto Bandas/pandillas callejeras
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Rumble Fish
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1984: Festival de San Sebastián: Premio FIPRESCI, OCIC
1984: Globos de Oro: Nominada a la Mejor banda sonora original
1983: Premios Globos de Oro: Nominada a Mejor banda sonora original.
"Extraordinaria película. (...) Rourke está hipnótico y magnífico"
[Diario El Mundo]
"Estilizado derroche de genio; el blanco y negro, la música y la onírica puesta en escena completan un cinta animada por un furioso lirismo"
[Diario El País]
6
5
Positiva
1
Neutra
0
Negativa
9
The motorcycle boy reigns
Un espectro cabalga en su montura de hierro. Ha vuelto a la ciudad. Alimenta la eterna metáfora adolescente. La voz, queda; el gesto, contenido.

The motorcycle boy reigns... again.

La ciudad no es la misma. El chico de la moto, tampoco. La puta heroína está acabando con todo. El asfalto sigue mojado; las calles, tristes. La niebla, el humo, el polvo nos envuelve. La afilada silueta del skyline parece desvanecerse. El orden, la simetría, se difuminan en la noche ambigua. Putas, luces de neón, mesas de billar. Un trago. Y un polvo... ¿por qué no?.

Pececitos de combate, turbulencias oníricas, vapores alcohólicos. Revelan una propuesta personal. La de Francis Ford Coppola y su plenitud creativa. Sus planos, su atmósfera, sus pesadillas. La ausencia de color, esa realidad gris, esa mirada daltónica que esculpe la tristeza, que trasluce lealtad. Lazos de sangre. Sangre empapada en una camiseta ceñida, icónica. La de Rusty James. El sucesor al trono.

“Tu hermano no pertenece a este mundo”, “nació en la orilla equivocada” dice papá, un viejo filósofo. Como todos los borrachos. Los que leen.

El flautista de Hamelin no volverá a tocar. Su Kawa ruge, pero el nuevo mesías aún está por llegar. Down by the river side. Esos peces deben llegar al océano. ¿Me comprendes Rusty James?.
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145 de 191 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Peces de combate
Entre “Corazonada” y “Cotton Club”, Coppola filmó dos narraciones de la escritora norteamericana S.E. Hinton desde una modestia presupuestaria que no volvió a repetir a lo largo de su carrera. Mientras que en “Rebeldes” su mirada era desde el clasicismo, recreando esos años 50 que están en nuestra retina gracias a películas como “Rebelde sin causa”, de la que parece hermana (aparte de su sentido homenaje a “Lo que el viento se llevó”), en esta Coppola ajusta su mirada para hacer una recreación absolutamente personal y poética, desde un vanguardismo que anuncia el posterior cine digital.
“La ley de la calle” ilustra un mundo lleno de violencia y en descomposición, donde los viejos tiempos de las bandas han dado paso a un Camelot desarticulado aún sin rey pero regido por las mismas leyes de supervivencia.
Pero el rey vuelve de sus cruzadas. “El chico de la moto”, M. Rouke, aparece; no para reinar, pues como bien dice D. Hopper, “nació en la era equivocada y sobre el lado incorrecto del río”, sino para presentar un nuevo Camelot a su hermano, M. Dillon, que a toda costa quiere emular el reinado de su hermano, volver a esos tiempos donde había un referente, un compañerismo que ya es imposible por los nuevos tiempos donde las drogas terminaran con esa camaradería.
La película es un viaje, un viaje trágico entre los hermanos, donde si bien Dillon no tomará la corona, si terminará viendo ese mar que el hermano no vio, en un plano sorprendente que en vez de representar ese horizonte abierto con el que siempre se asocia el mar, presentará esa meta, como un final en el que ya no existe posibilidad de ir más allá.
Las actuaciones son soberbias. Rouke y Dillon establecen una química única que se da desde los extremos; mientras que Rouke es la contención (toda su actuación es comedida, en un tono bajo, casi hipnótico), Dillón realiza la suya desde la energía. A su lado, D. Lane, un jovencísimo y casi irreconocible, N.Cage.
El genio de Coppola se manifiesta en todos los planos y da muestras de esa manera personal que marca a los maestros en este arte. Una secuencia maravillosa, donde rompe los moldes del espacio cinematográfico, es el “viaje astral” que realiza Dillon, todo esto acompañado de una banda sonora magnífica, de Stewart Copeland, que da a las imágenes su aire hipnótico, casi de ensueño. La espléndida fotografía de Stephen H. Burum, que también firma la de “Rebeldes”, es en b/n (antes de “Sin City”, ya Coppola había jugado con mostrar el color en sólo unos elementos del plano), pues Coppola nos quiere acercar a cómo ve el mundo “El chico de la motocicleta”, en ese gris permanente que tiene por su daltonismo.
“La ley de la calle” es una obra mayor, una de las mejores películas de su autor y, quizá, del s. XX.
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93 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
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