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Ver 2 más- Sinopsis
- Robbie es un joven padre primerizo de Glasgow que no logra escapar de su pasado delictivo. Se cruza en el camino de Rhino, Albert y la joven Mo cuando, como ellos, evita por poco la cárcel pero recibe una pena de trabajos sociales. Henri, el educador que les han asignado, se convierte entonces en su nuevo mentor y les inicia en secreto… en el arte del whisky. Entre destilerías y sesiones de degustación, Robbie descubre que tiene un auténtico talento como catador, y rápidamente es capaz de identificar las cosechas más excepcionales, las más caras. (FILMAFFINITY)
- Género
- Comedia Drama Drama social
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2012 / Reino Unido
- Título original:
- The Angels' Share
- Duración
- 106 min.
- Guion
- Música
Premios
Ángeles de Glasgow
15 de octubre de 2012
El prolífico y aclamado director Ken Loach (“En un mundo libre”, “El viento que agita la cebada”, “Mi nombre es Joe”, etc) firma una comedia agridulce sobre la redención donde mezcla sonrisas con ácida crítica social. Esta película le ha reportado diversos éxitos, entre ellos el premio especial del jurado en el Festival de Cannes y el premio del público a la mejor película europea en el Festival Internacional de San Sebastián.
El film nos narra cómo un peculiar grupo de jóvenes de Glasgow es condenado a realizar trabajos sociales como sentencia a los distintos delitos cometidos por todos ellos. El responsable del grupo y su labor, Harry, establecerá una cercana relación con todos ellos, y en especial con Robbie, quizás el más problemático de ellos, pero empeñado, tras el reciente nacimiento de su hijo, en reformar su vida y cambiar radicalmente para crear una familia estable. Añadido a sus actividades, Harry introducirá al grupo en la cultura de la cata de whiskey, despertando su interés, así como unas inesperadas habilidades en Robbie… pero lo que parecía una excursión anecdótica traerá consecuencias…
“The Angels’s Share” cuenta con un equipo de actores en gran parte noveles, rostros desconocidos que dan forma a unos personajes cercanos, cómplices con el espectador y son hábiles creadores de sonrisas por la verosimilitud de sus interpretaciones (aderezados con alguna un tanto caricaturizada pero que regala los momentos más hilarantes y divertidos). La historia se nos narra de una forma fluida gracias al guión de Paul Laverty, que si bien puede resultar predecible o poco arriesgado, si es efectiva en cuanto al entretenimiento se refiere.
Si bien el tono del film es ligero y amable, la firma de Ken Loach deja el poso de una subyacente crítica, un sonriente toque de atención sobre la actual situación socio económica y el impacto sobre las vidas, usos y costumbres de la juventud.
Una comedia sobre la voluntad y posibilidad de redención, el crecimiento personal, la solidaridad en la amistad y el agradecimiento a las manos que el destino pone en el camino. No es la mejor obra de la filmografía de su director, pero sí que es un producto de calidad, de fácil y agradable consumo que entretiene y divierte sin ser otra “comedia tonta” sino cargada de valores. Interesante.
El film nos narra cómo un peculiar grupo de jóvenes de Glasgow es condenado a realizar trabajos sociales como sentencia a los distintos delitos cometidos por todos ellos. El responsable del grupo y su labor, Harry, establecerá una cercana relación con todos ellos, y en especial con Robbie, quizás el más problemático de ellos, pero empeñado, tras el reciente nacimiento de su hijo, en reformar su vida y cambiar radicalmente para crear una familia estable. Añadido a sus actividades, Harry introducirá al grupo en la cultura de la cata de whiskey, despertando su interés, así como unas inesperadas habilidades en Robbie… pero lo que parecía una excursión anecdótica traerá consecuencias…
“The Angels’s Share” cuenta con un equipo de actores en gran parte noveles, rostros desconocidos que dan forma a unos personajes cercanos, cómplices con el espectador y son hábiles creadores de sonrisas por la verosimilitud de sus interpretaciones (aderezados con alguna un tanto caricaturizada pero que regala los momentos más hilarantes y divertidos). La historia se nos narra de una forma fluida gracias al guión de Paul Laverty, que si bien puede resultar predecible o poco arriesgado, si es efectiva en cuanto al entretenimiento se refiere.
Si bien el tono del film es ligero y amable, la firma de Ken Loach deja el poso de una subyacente crítica, un sonriente toque de atención sobre la actual situación socio económica y el impacto sobre las vidas, usos y costumbres de la juventud.
Una comedia sobre la voluntad y posibilidad de redención, el crecimiento personal, la solidaridad en la amistad y el agradecimiento a las manos que el destino pone en el camino. No es la mejor obra de la filmografía de su director, pero sí que es un producto de calidad, de fácil y agradable consumo que entretiene y divierte sin ser otra “comedia tonta” sino cargada de valores. Interesante.
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34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emancipaciones
31 de octubre de 2012
Ken Loach nos presenta un grupo de desventurados nacidos pobres y con futuro previsiblemente descorazonador, radicados en Glasgow, a pocos kilómetros de áreas donde la abundancia no conoce recortes.
Tras una presentación fiel a su estilo naturalista, a nuestros personajes les llegará la oportunidad de escapar del determinismo social para no sólo no dejar de ser ellos mismos, sino para realizarse realmente como tales.
No será gracias a golpes de suerte típicos de sueño americano, si bien otearemos de soslayo la motivación extra que suponen la paternidad y el amor. Estamos en Escocia y seremos testigos del poder redentor de la insigne cultura del whisky. Del excelso significado de los pequeños placeres.
Esta vez, el dúo Loach (director) – Laverty (guionista) adopta un enfoque de comedia para premiar la sagacidad de las personas y la fidelidad al amigo. Una perspectiva que enfatiza la importancia de recibir una oportunidad cuando todos los caminos carecen de salida.
De fondo nos dirige más que acompaña la melodía saltarina de «I’m gonna be 500 miles» de los escoceses Proclaimers, al tiempo que el espíritu de aquella más reposada «Think just for a minute» de los Housemartins, para reflejar que el primer paso consistió en aplacar las respuestas primarias.
Junto al gozo que sentiríamos si el personaje, ya nuestro amigo, alcanzara el éxito tras aprovechar una segunda oportunidad que sin duda merecía, en el aire queda el dolor de las víctimas de sus primitivos desmanes. La imposibilidad de cambiar el pasado porque nuestro propio vástago no puede ser bebé dos veces.
El guiño a nuestra actualidad es terrorífico. El botín del mayor robo de este siglo ya no será un diamante perfecto. Será un humilde y sencillo puesto de trabajo. Y sin discutir ni las condiciones laborales ni la edad de jubilación. Nos estamos metiendo solitos en el castillo del señor feudal.
Tras una presentación fiel a su estilo naturalista, a nuestros personajes les llegará la oportunidad de escapar del determinismo social para no sólo no dejar de ser ellos mismos, sino para realizarse realmente como tales.
No será gracias a golpes de suerte típicos de sueño americano, si bien otearemos de soslayo la motivación extra que suponen la paternidad y el amor. Estamos en Escocia y seremos testigos del poder redentor de la insigne cultura del whisky. Del excelso significado de los pequeños placeres.
Esta vez, el dúo Loach (director) – Laverty (guionista) adopta un enfoque de comedia para premiar la sagacidad de las personas y la fidelidad al amigo. Una perspectiva que enfatiza la importancia de recibir una oportunidad cuando todos los caminos carecen de salida.
De fondo nos dirige más que acompaña la melodía saltarina de «I’m gonna be 500 miles» de los escoceses Proclaimers, al tiempo que el espíritu de aquella más reposada «Think just for a minute» de los Housemartins, para reflejar que el primer paso consistió en aplacar las respuestas primarias.
Junto al gozo que sentiríamos si el personaje, ya nuestro amigo, alcanzara el éxito tras aprovechar una segunda oportunidad que sin duda merecía, en el aire queda el dolor de las víctimas de sus primitivos desmanes. La imposibilidad de cambiar el pasado porque nuestro propio vástago no puede ser bebé dos veces.
El guiño a nuestra actualidad es terrorífico. El botín del mayor robo de este siglo ya no será un diamante perfecto. Será un humilde y sencillo puesto de trabajo. Y sin discutir ni las condiciones laborales ni la edad de jubilación. Nos estamos metiendo solitos en el castillo del señor feudal.
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