Lo más sencillo es complicarlo todo (2017)

El director René Bueno aborda ahora la comedia juvenil en su ya tercera película, la cual lamentablemente es una muestra de un cine mexicano realizado únicamente con pretensiones recaudatorias y con poco interés en mostrar productos de calidad.

La protagonista de la historia es interpretada por Danna Paola, quien da vida a Renata, una chica fresa de 17 años estudiante y que parece tener un especial gusto por el cine, ella no ha tenido novio todavía porque dice estar enamorada de Leonardo (Alosian Vivancos), un amigo de su hermano mayor que trabaja como conductor de un noticiero.

Renata pasa su tiempo ideando la manera de conquistar a Leonardo sin que este la vea como una niña, todo con la complicidad de su mejor amiga, pero todo cambia cuando él le presenta a su novia y futura esposa, Susana (Marjorie De Sousa), por lo que Renata buscará aprovechar un viaje a Puerto Vallarta para, además de conquistar a Leonardo, separarlo definitivamente de su novia.

La película no presenta mayor pretensión que acercarse a un público juvenil y personas que gustan de las telenovelas, partiendo de una premisa que bien podría funcionar en una, donde los personajes no presentan la más mínima complejidad ni desarrollo.

Además de una nula puesta en escena, esta película adolece de una trama simplista, donde una jovencita se obsesiona con un hombre mayor, por lo que conquistarlo se convierte en la única motivación del personaje, y esto en sentido literal, ya que durante el transcurso de la historia todo, dicho esto sin exagerar, todo lo que sucede con ella gira en torno al personaje del que dice estar enamorado y su posterior conflicto al conocer a la novia y su intención de desbaratar su relación, sin existir alguna otra sub trama paralela a la principal.

Pero más allá de la evidente pobreza del personaje principal, el cual ocupa prácticamente el cien por ciento del tiempo en pantalla, la actuación, o sobreactuación de Danna Paola es lamentable, ya que se encuentra en un permanente estado de exaltación, hablando siempre a los gritos sin presentar otro matiz a lo largo del metraje llegando a ser cansina, todo esto ante la falta de una adecuada dirección, entre las muchas otras carencias de una película bastante mediocre.

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Lo más sencillo es visionarla sin ningún propósito, pues esta cinta facilista y carente de virtud cinematográfica vendría a hacer la siesta del domingo o establecer el ruido de fondo mientras uno se viste.

Por lo demás, si queremos complicarlo todo, discutamos sobre la moralina obvia y resabida de la mentira y manipulación como recurso para llegar a la meta, que eso está mal, que hay que dejar que las cosas fluyan... ya lo habíamos visto, ¿no? Pero sí, aquí lo vuelven a contar (y mire que sigo sin aprender). Que ya cualquiera es cineasta y en lugar de enaltecer la cartelera mexicana con productos de calidad únicamente sacan cualquier bazofia para reventar con la taquilla y poder hablar de industria; lastimosamente así es, pero efectivamente muchas veces lo más sencillo no es lo más fácil.

Y nuestra protagonista parece entender muy bien eso, pues todo el metraje se basará en situaciones de esas imposibles que ningún mortal realizaría a menos que estés en una telenovela o seas Danna Paola. Mira que la niña no está tan mal, tiene sus momentos, pero no termina de encontrar el tono adecuado para una cinta que se supone amigable: ella exagera, se exaspera y nos exaspera.

Con uno que otro guiño "simpaticón" a monstruos del cine desde "Lo que el viento se llevó" hasta "American Beauty" (por favor), la cinta de René Bueno tiene lo que no tiene su apellido en un argumento que insiste en establecer un conflicto soso y bastante agotable que aún así se alarga durante una media hora.

No sé si sea una pérdida de tiempo, me ha ayudado a conciliar el sueño, pero es fácilmente olvidable apenas el difuminado en negro se deja venir y la vida sigue normal, común y ordinaria y nada ha cambiado en ti.