¡Qué par de golfantes! (1953)

Al dúo cómico Martin-Lewis le tenemos que estar enormemente agradecidos como a los grandes cómicos del mudo y a los hermanos Marx, por hacer felices a unas cuantas generaciones que buscaban en sus películas una sonrisa o evadirse durante hora y media a un mundo irreal pero absolutamente hermoso. Parecida a la filmografía de Jerry Lewis, las películas del inolvidable dúo no siempre consiguieron los resultados deseados, pero hay un buen puñado de ellas (como esta "¡Qué par de golfantes!") francamente logradas y con un montón de gags de Lewis que nos harán revolcarnos de risa por el sofá.
"The caddy" (su título en ingles) cuenta la historia de Harvey Miller, el cual tiene un gran talento para el golf pero no da una si tiene gente mirándole. Así las cosas, decide convencer a Joe, hermano de su novia, para que se convierta en jugador de golf. Miller hará de caddie de Joe para ayudarle a ganar los grandes torneos.
Norman Taurog, especialista de la comedia musical, dirige con maestría al carismático dúo y mantiene una firme línea argumental que no se debilita en modo alguno con la inclusión de las canciones de Martin. Los gags de un Lewis más contenido que en otras ocasiones son buenos, con la excepción de la secuencia-destrozo de los grandes almacenes que es sencillamente magnífica y delirante. También hay que destacar las coreografías de los bailes y la imponente forma física de Lewis en los mismos. La secuencia de Martin-Lewis cantando "That's amore" es memorable.

De acuerdo que Dean Martin aquí cede mucho terreno a su amigo pero es igual. The Caddy no es una maravilla de la técnica, es sencillamente una maravilla de la ineptitud de este tío que va con Dean Martin llevándole los palos de golf.

Ya no hay cómicos del estilo de Jerry Lewis, ágiles, divertidos, auténticos showman que salían con el colega y se marcaban un baile de claqué increíble mientras cantaban desfilando por todo el escenario, con una sincronía acojonante, se pegaban y se tiraban al suelo de un salto, como una actuación de dibujos animados. Hacían reír y asombraban al público con su número. Ningún país ha llegado tal alto en el mundo del espectáculo y de la comicidad. No ha habido sucesores para Fred Astaire y Gene Kelly, y para Jerry Lewis tampoco. Nadie, ni de lejos. Esta gente no ha tenido parangón en la historia de los musicales, del espectáculo, ni del cine.

No intentar verla bajo un prisma de actualidad. Si cuando Dean Martin se pone a cantar That´s Amore, rodeado de su familia, en casa, todos felices y contentos, esas imágenes no te llegan a la fibra mientras sonríes, déjalo y sigue con lo que estabas haciendo.