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El dios de la guerra (1965)

El dios de la guerra
120 min.
6.8
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Sinopsis
Edad Media, Brabante, siglo XI. Un caballero normando (Heston) se convierte en señor feudal de unas tierras extrañas habitadas por hombres semisalvajes. Se enamora perdidamente de Bronwyn (Forsyth), una misteriosa doncella por la que acaba perdiendo el poder y el honor. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Edad Media Siglo XI
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The War Lord
Duración
120 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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"Peca de ambiciosa en algunas ocasiones, pero el conjunto deja un buen sabor de boca. Espléndido Richard Boone en el papel de villano"
[Diario El País]
7
Paladín a la taza
De vez en cuando me da por saldar viejas deudas y ayer le tocó el turno a “El señor de la guerra”, de Franklin J. Schaffner. Sabedor que resultaría prácticamente imposible volver a experimentar esa indescriptible conmoción existencial que me produjo el binomio Schaffner-Heston con “El planeta de los simios”, me conformaba esta vez con disfrutar de una amena sesión de cine a base de espadas, armaduras, almenas y catapultas.

Cuál fue mi sorpresa cuando además de una magnífica historia de venganza, rencillas familiares y contiendas medievales, me encontré con un inesperado romance. Una cálida e intimista historia de amor repleta de matices mitológicos y trovadorescos. Indudablemente, algún dato importante se me había pasado por alto. ”The lovers”, claro. El título de la novela de Leslie Stevens -cuya adaptación cinematográfica había trasladado Schaffner a la gran pantalla- era tan obvio que no pude evitar sentirme un poco mendrugo. Así pues, con objeto de no volver a incurrir en despistes de tal calibre, tras ver la peli, decidí documentarme. Decepcionado al corroborar que Miquel no había colgado su pertinente crítica, me dispuse a dar un corto paseíto por google para curiosear algunos pormenores del film que me habían llamado poderosamente la atención. Mi principal impulso (pa’ que nos vamos a engañar) fue echarle un ojo a la biofilmografía de Rosemary Forsyth, la preciosa aldeana que trae de cabeza al prota, Crisagón de la Cruz (Charlton Heston). Constaté con cierta desdicha que semejante bellezón era una actriz canadiense de segunda fila -en activo aún- con pocas, poquísimas intervenciones fílmicas de relumbrón. Una verdadera pena. Por si acaso me quedé con el título de una de sus pelis más conocidas: “¿Qué fue de tia Alice?”. Creo que la vi hace un porrón de años dentro del ciclo “Mis terrores favoritos”, de Chicho Ibáñez Serrador, pero no estoy muy seguro de ello.

Retornando a “El señor de la guerra” tan sólo añadir que me hubiera gustado mayor incidencia en temáticas genuinamente feudales (el vasallaje, por ejemplo) y que no todo quedara reducido a cuestiones tan folclóricas como el ‘derecho de pernada’, pero bueno..., no le pidamos peras al olmo y quedémonos con lo mejor de esta peli. Y es que al margen de esa apasionada historia de ‘amor fou’, de las espectaculares secuencias de acción y de la dulce Rosemary, no podría finiquitar esta crítica sin destacar la gigantesca presencia de ‘caradepiedra’ Heston. Uno de esos actores capaces de merendarse la pantalla sin apenas despeinarse. En esta ocasión, luciendo el mejor peinado a la taza de la historia del cine.
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66 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sobre amores imposibles
Una de los mejores dramas amorosos medievales que nunca se hayan realizado, basado en la novela "The Lovers" de Leslie Stevens. En ese pantanoso lugar donde el paganismo y cristianismo se superponen tiene lugar una de las historias de amor más profundas y sinceras que yo jamás haya visto. Destacar también algunas secuencias de lucha donde podemos ver la mayoría de técnicas de asalto a fortificaciones en la Edad Media. La película tiene una música excelente (Jerome Moross el de "Horizontes de grandeza"), una fotografía portentosa de Russel Metty y unas interpretaciones sin parangón, como la de Heston en uno de sus mejores papeles y un Richard Boone impagable como ayudante. Rosemary Forsyth alcanza una belleza muy pocas veces conseguida por ninguna fémina en la larga historia del cine. Si además tenemos una dirección modélica como la de Schaffner el resultado es extraordinario. Todo ello sustenta un guión más bien flojo y tendente a la acción que gracias a los elementos que señalaba anteriormente consigue virar más a lo melodramático auténtica fuerza del film. Un clásico un tanto olvidado de uno de los directores aún más olvidados y que sin embargo es a mi juicio uno de los más grandes del cine norteamericano de todos los tiempos.
Una pequeña joya semidesconocida por muchos pero de obligada referencia en la filmografía de un director como Schaffner que ya demostraba que podría convertirse en uno de los mejores de su generación.
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58 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
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