¿Qué hora es allá? (2001)

Lo cierto es que "¿Qué hora es?" resulta una grata sorpresa. Lo cierto es que este es mi primer contacto con el director, pero me ha dejado buen sabor de boca, y principalmente alquilé esta obra para poder ver posteriormente "El sabor de la sandía", película que todo el mundo asegura que es atroz, pero que me han aconsejado algunos tipos raros.

Respecto a la película, se puede decir que ocurrir, ocurre más bien poco. Un vendedor de relojes, cuya madre está obsesionada con la reciente muerte del padre de la familia, conoce a una joven que se va a París, y acaba teniendo con ella una obsesión que plasma cambiando de hora los relojes, para adecuarlos al horario parisino. Ella, en París, se siente algo asilada, extranjera. Y eso, más o menos, es todo lo que ocurre en las dos horas de metraje. Sin embargo, la facultad de la película aquí no se encuentra tanto en su argumento desde un plano general- que es muy sencillo- sino por la creatividad de sus escenas, la forma que tiene de desarrollar los personajes, y las pequeñas aventuras que van pasando los personajes dentro de este plano general. Especialmente destacable el pequeño cameo de Jean-Pierre Leaud, el actor protagonista de Los cuatrocientos golpes de Truffaut, obra a la que se hace constantemente referencia en esta película.

La apuesta es difícil, pero sale bien. Los largos planos fijos, los silencios incómodos y todas esas características narrativas del cine de autor asiático se explotan aquí con frecuencia, aunque medidas de forma que el espectador mantenga la atención sin aburrirse, como ocurre por ejemplo en algunas de las obras más densas del también taiwanés Hou Hsiao Hsien, capaz de hacer entrar al público en estado de sueño profundo.

Si se tiene paciencia y es uno capaz de mantenerse atento a pesar de una estructura narrativa lenta, esta película es recomendable, especialmente para los fans de Truffaut. Si se busca algo dinámico y lleno de diálogos geniales...yo recomiendo Pulp Fiction.

Larga disertación sobre la búsqueda de afecto en torno a tres personajes que afrontan su soledad de maneras distintas.
Una mujer enviuda y su quehacer diario de convierte en tener presente a su difunto marido en todo momento, descuidando con ello en cierto modo, a su hijo relojero, enamorado de una joven emigrada a París, que hace todo lo posible por mitigar su ausencia, con cosas tan absurdas como cambiar obsesivamente todos los relojes a la hora local de París o visionar compulsivamente cine francés. La joven en cuestión, y tercera de los personajes, también deambula por las calles parisinas, aislada por el idioma y las costumbres, en búsqueda de algo de compresión y compañía.
Buena idea la que intenta llevar a cabo Min Liang, aunque, sin embargo, bajo mi parecer, la película peca en exceso de una lentitud que no la beneficia en absoluto.