Marcado por la rabia (Miniserie de TV) (1993)

Hay mucho, muchísimo odio en mi interior. Lo hay, es así. La gente me lo dice. Me dicen, ‘Jachi, te quejas mucho; Jachi, ¿por qué odias tantas cosas?’ Mis ojos son como los del Terminator, van por la calle eliminando gentuza con el pensamiento. ¡Sí, ¿vale?! Tengo fantasías (algunas muy elaboradas) sobre cómo limpio de suciedad humana las calles, a lo Travis Bickle. ¿Y sabéis otra cosa? Son fantasías... vaya, no es otra cosa, es la misma cosa. Pues eso, SON FANTASíAS.

A mí no se me ocurre atracar una gasolinera porque estoy pelao (que lo estoy, por cierto), cargarme al infeliz que hay de dependiente, luego secuestrar a mi novia e irme con ella de viaje en carretera dejando muertos por doquier. Pero sí se me ocurre que al hijo de mala madre que haga algo así, le metan una buena descarga de dos mil voltios. Y se me ocurre que es mi parte favorita de estas películas.

Hombre, para que fuera mi favoritísima favoritísima parte, en vez de una rápida descarga, tendrían que coger al susodicho primero y apuñalarle los ojos, quemarle con un soplete la punta de los dedos de las manos (en los de los pies, meterles cerillas por las uñas), sacarle a golpe de martillo la mitad de los dientes, extirparle los genitales con un serrucho sin filo y totalmente oxidado, y por último lanzarle a una cochiquera donde los bichos lleven cuatro días sin comer.
(Os advertí que albergaba mucho odio.)

Lo que no me hace gracia es lo de MALAS TIERRAS. Sí, esa peli de Terrence Malick en que un monísimo Martin Sheen se rebela contra la sociedad que le ahoga, y ni tan siquiera su novia a la que quiere tanto (y a cuya familia, ha borrado del mapa) le intenta comprender. Pobre de él.
En fin, a falta de ver THE SADIST (1963) y STARKWEATHER (2004), los otros dos largometrajes que dramatizaron los hechos reales (ASESINOS NATOS va por otro camino más satírico), tan sólo digo que MURDER IN THE HEARTLAND es la mejor traslación a la pantalla sobre estos crímenes que se podría esperar. Tim Roth borda (pero bordar, ¿eh?) el papel asignado de vil, miserable, asqueroso, majara y cobarde asesino. Fairuza Balk genial igualmente en el papel de su víctima inocente.