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Alumbramiento (C) (2002)

Alumbramiento (C)
11 min.
7.0
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Cortometraje completo (Sin diálogos)
Sinopsis
"Alumbramiento", rodado en blanco y negro, nos presenta los primeros diez minutos de vida de un ser que va a quedar marcado por el momento y las circunstancias en las que nace: el 28 de junio de 1940 en España, durante la II Guerra Mundial. Después del parto, fundida con los sonidos del campo, una nana trata de consolar el llanto del recién nacido. Cortometraje incluido en el film colectivo "Ten Minutes Older: The Trumpet". (FILMAFFINITY)
Género
Drama Infancia Cortometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Alumbramiento
Duración
11 min.
Guion
Fotografía
Premios
2008: Festival de Málaga: Mejor cortometraje
7
Cine (y vida) fugaz
Víctor Erice se embarcó con un grupo de famosos cineastas en la realización de un largometraje episódico que homenajeaba a un corto del mismo nombre: “Ten minutes older”. En sus cortometrajes debían reflexionar sobre el tiempo, el de Erice, “Lifeline”, tuvo una traducción que me parece menos acertada: “Alumbramiento”.

Me parece menos acertada dicha traducción porque el corto nos habla de la delgada línea entre la vida y la muerte. De lo efímero y azaroso de todo. Su obra siempre ha estado marcada por eso, así como no pudo terminar “El Sur” y así como su breve filmografía apenas consta de tres títulos.

El llanto de un niño inicia el metraje y su blanco y negro en seguida se tiñe de rojo. Vemos a un niño aislado del resto de la familia que bien podría ser el mismo Erice dibujando un reloj y jugando con diez minutos de nuestras vidas. Un bebé recién nacido sangra. De un dedo del pie de un chico pende una cuerda con la que juega.

La muerte simbolizada en esa serpiente que se desliza entre las manzanas o en ese espantapájaros inerte, se cierne sobre la escena. Hay unas imágenes increíbles como la de un gato negro que camina con suavidad por la casa, que se asoma a la cuna del bebé, como si la mismísima tragedia lo mirara directamente a los ojos.

Ambientado en la España franquista post-guerra civil. Es una pequeña joya. Erice (o el niño del desván) borra el reloj de su mano y aparecen los títulos de crédito mientras suena Agora non. Acaba el corto. Breve, sencillo y maravilloso. Pero no muere, sigue vivo con nosotros.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El Ombligo del Mundo.
154/14(13/05/22) Con motivo del 20 aniversario del estreno de este corto el 18 de mayo del 2002 en el festival de Cine de Cannes me lo he visto. Siendo un bonito y bucólico cortometraje de apenas 10 minutos escrito y dirigido por el vizcaíno Víctor Erice, un poco prolífico director con solo tres largometrajes en su haber, con las grandiosas “El espíritu de la colmena” (1973) y “El sur” (1983), y otra que aún no he visto (mea culpa) como es el semi-documental “El sol del membrillo” (1992), y desde entonces solo ha realizado cortos. Como lo es este rodado en precioso b/n con la exquisita cinematografía de Ángel Luis Fernández (“La ley del deseo” o “Amanece que no es poco”). Erice se embarcó con doce cineastas (Jim Jarmusch, Aki Kaurismaki, Jean-Luc Godard, Bernardo Bertolucci, Wim Wenders o Chen Kaige, entre otros), cada uno de los cuales ha rodado un episodio de diez minutos. Largometraje episódico que homenajeaba a un corto del mismo nombre: “Ten minutes older: The Trumpet”. En sus cortometrajes debían reflexionar sobre el tiempo, el de Erice, resultado de la petición que hizo el productor Win Wenders a varios destacados directores poniéndoles sólo dos condiciones: que durara diez minutos y que en algún momento apareciese un reloj.

Un metraje muy poético, sin apenas palabras solo las escuchamos de unas niñas jugando en un coche), cargado de imágenes simbólicas, desde el idílico sueño de un bebe en su cuna, el dormir de su madre en la cama, un reloj (marca las 3:40) que un niño dibuja en un brazo, el hipnótico segar con guadaña de unos labriegos en su campo, con espantapájaros con casco militar (en lo que ha tornado el belicismo de meses atrás?), una mujer cosiendo en una máquina antigua de pedal (lo hace bordando ‘Luisin’ sobre ropa de niño), un hombre dormido en un sofá, sobre él cuadros de fotos del tiempo pasado (en la añeja América de los llamados indianos seguramente), una mujer amasando harina, un coche con matrícula de Cuba en el exterior, unos niños jugando en el auto, una niña colgando los pies de un columpio, la imagen de una figura de una virgen. Y todas estas estampas pastorales se rompen cuando vemos una mancha de sangre brotar del bebe, inundando en su mancha turbadora la límpida sabanita blanca.

Queriendo tal vez decirnos que todo ‘Paraíso’ está siempre al borde de convertirse en Averno, el mal siempre acecha, los más pequeños al borde del drama, siendo este uno de los mantras ‘ericianos’ en su filmografía. El Infierno que se sugiere de estar en la post-Guerra Civil (por la fecha del periódico, el 28 de junio de 1940), fundiéndose con fotos de diarios de jóvenes nazis, sugiriendo la Guerra Mundial asolaba entonces a Europa. Contrastando lo placentero de estas secuencias rurales, donde tiene gran importancia el sonido (el canto del gallo para marcar el inicio del día [como hizo Erice en “El Sur”) el segado, el repicoteo de la máquina, y por supuesto el desgarrador llanto del bebe) con lo frágil de nuestra existencia.

Con la irrupción de la mancha de sangre aparecen otros símbolos del Mal como son los reptiles, una serpiente entre manzanas (el Diablo entre la fruta del pecado), una lagartija, o un gato negro (este asoma a la cuna cual Demonio contemplando el mal absoluto que puede ser el dolor del bebe). Esto Erice lo puntea sobre el contexto atomizado del nazismo cerniéndose sobre el mundo, emparejándolo al Mal micro del desangrado de un bebe, este quizás como epítome de Todo. Ello goteado con la tensión de que vas a pasar con el bebé.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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