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Historia de una hierba errante (1934)

Historia de una hierba errante
89 min.
7.4
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Sinopsis
Un anciano y veterano actor que dirige un grupo de teatro Kabuki regresa a un pueblo remoto, donde vive su antigua novia y el hijo de ambos, que ya tiene 19 años. El chico, que desconoce su verdadera identidad, le llama "tío". En 1959, Ozu hizo un remake de este film: "Las hierbas flotantes". (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Ukigusa monogatari
Duración
89 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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7
La hierba errante busca su sitio
La hierba errante se busca la vida de un lado a otro, no es mala hierba, simplemente no encuentra su sitio.
La hierba errante no nació donde debía, pero antes de ser arrancada de su raíz decidió partir hacia nuevas tierras.
La hierba errante preferiría sentirse de algún sitio, le agradaría pertenecer a algo y no ser tan volátil y efímera.
La hierba errante partió por su propio bien para que la hierba que naciera a su alrededor no se sintiera tan perdida como él.
La hierba errante suele volver cada cierto tiempo a un lugar donde se siente cuidado, no a su casa, pero sí a un sitio que podría serlo.
La hierba errante está destinada a ser errática, la hierba errante es un actor de teatro, un nómada sin casa, un hombre perdido.
El hombre errante vagabundea por la vida actuando, mientras espera que la hierba que vio crecer de tanto en tanto en un lugar que podría llamar casa, no lleve la vida pobre y desorientada que él ha llevado.
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18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Las tragedias de la vida que no se detienen...
Algunas personas son como esas hierbas que nacen en la orilla de un río, que crecen y mueren o se rompen y acaban flotando en sus aguas, arrastradas por la corriente, hasta un destino incierto, hierbas flotantes que nunca encuentran otra orilla en la que posarse y descansar...

Con solo 29 años, Yasujiro Ozu recibe por fin el reconocimiento que se merece a escala nacional gracias a la celebrada "He Nacido, pero..."; poco después este deseo de madurez alcanza su cenit con "Ukigusa Monogatari", escrita por él mismo (bajo el pseudónimo de James Maki que aún usaba) en compañía de Tadao Ikeda, y cuya estructura toma de la película "El Barquero", que le fascina. Todavía hay un problema para los señores de Shochiku, y es la persistencia de uno de sus cineastas estrella de no querer experimentar con el cine sonoro, cuando dicha práctica lleva vigente tres años en la industria japonesa desde que Gosho se atrevió a ello.
Descontento con las pobres técnicas de la productora en dicho campo se esperará unos años más, aun así las objeciones y dudas de sus jefes no esperan el gran éxito que logrará su obra, la cual empieza con la llegada en plena noche de un tren a un humilde pueblo de montaña, del que se bajan los integrantes de una compañía de teatro popular. Se relaciona muy bien el sentido del título con lo que representa esa troupe deambulante, comunidad de actores que vagan de pueblo en pueblo, sobreviviendo a mil penurias para intentar sacar unas risas a sus espectadores.

Son hierbas errantes que no encuentran su lugar en el mundo y que se han acostumbrado a la hipocresía y el egoísmo de la escena para afrontar la vida real, como le ocurre al jefe de dicha compañía, Kihachi; pero Ozu no se demora en indagar en los entresijos del mundo del teatro ambulante, y ofrece unas descripciones de trazo grueso de los interesantes secundarios (entre ellos un niño que guarda con avidez su dinero, encarnado por el genial Tomio Aoki) y su triste situación. Durante esta primera parte cobra importancia el humor tan personal del cineasta, pero rápidamente apunta al melodrama dando una vuelta de tuerca al clásico de George Fitzmaurice haciendo del padre y el hijo unos desconocidos.
Kihachi tuvo un romance con una mujer del pueblo (Otsune) y el resultado fue Shinkichi, ahora un joven saludable que tiene al anterior como tío querido. Al igual que en "Había un Padre" y otras obras del nipón, aquí también se trata la ausencia del progenitor, en este caso causada por la vergüenza debido a la profesión, a la cobardía y al egoísmo; sin embargo ni a Ozu ni a Ikeda les interesa profundizar, por causas desconocidas, en la relación íntima entre Kihachi y Otsune, por tanto nunca conoceremos la razón exacta que le llevó a él a abandonar a su familia (aunque debido a su empleo es algo que se sabe sin necesidad de explicación).

La tormenta de infortunios estalla con la intromisión de dos mujeres: Otaka, la amante actual de Kihachi y actriz de su troupe, y Otoki. La primera, devorada por los celos y herida en su ego, convence a la segunda para seducir a Shinkichi y provocar la vergüenza de Kihachi, y debido a la imagen especular del cinismo y la miseria que éste se ha forjado por culpa de su profesión, será incapaz de atisbar los sentimientos que Otoki acaba profesando por su hijo; el clima que logra Ozu poco tiene que ver con sus dramas previos, más melancólicos. En "Ukigusa Monogatari" se respira violencia y desasosiego, y casi siempre filmará de noche y en espacios reducidos para captar toda esta tensión a flor de piel.
Pero la violencia que ahoga en estos entornos cerrados entra en contraste con la belleza pura y delicada de los espacios abiertos (lo ejemplifica la secuencia nocturna en el bosque del segundo encuentro de los jóvenes, magníficamente escenificada y fotografiada por Hideo Shigehara). En una muestra de madurez estética y formal, el director decide ceñirse cada vez más al estatismo, habituarse a los planos-secuencia y generales y olvidarse del movimiento y los primeros planos, creando esa seña de identidad reconocible en su cine posterior; tal es su obsesión que sólo encontraremos un travelling, específico y significativo.

Ese que muestra, lentamente, las pertenencias de los miembros de la compañía, cuando se anuncia la quiebra y todos han de continuar por su cuenta (es interesante como el único desplazamiento de cámara que nos brinda Ozu hace referencia a la separación, al inevitable movimiento que debe seguir la existencia). Su estatismo de cámara refuerza también la crudeza de la violencia, sobre todo la ejercida contra la mujer, en este caso brutal e injusta como pocas veces hemos visto su cine (acercándose más al de Mizoguchi); especialmente indigestas son los instantes compartidos entre un Takeshi Sakamoto más odioso e insoportable que nunca, Yoshiko Tsubochi y Emiko Yagumo, una de las actrices más sublimes que dio el cine japonés (y aquí da otra gran muestra de su talento).
25 años después las también imprescindibles Ayako Wakao y Machiko Kyo protagonizarán el "remake", del propio Ozu, ligeramente distinto en todos los sentidos, y donde también aparecerá Koji Mitsui. Con su habilidad para retratar la intimidad y debilidad humanas, y haciendo especial énfasis en la creación de atmósferas, los registros sensibles y la fuerza visual de las imágenes (esas escenas filmadas en exteriores, haciendo uso de los elementos naturales y atmosféricos para impulsar la carga dramática), Ozu construye un relato, a un tiempo oscuro y esperanzador, sobre la mentira, la pérdida, la cobardía, la redención y el eterno peregrinaje existencial.

Y el tren, como siempre, pasa una vez más, dejando que la vida siga su curso, en otro lugar y de otro modo.
"Ukigusa" fue un enorme éxito en su momento, y sin duda un paso importante en el primer periodo mudo del maestro, donde se halla el germen de todo su gran cine. El deseo de madurez alcanza por fin su cenit.
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