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Un par de zapatos del 32 (1973)

Un par de zapatos del 32
86 min.
5.0
49
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Sinopsis
El director de un colegio es sorprendido por un alumno cuando comete un asesinato; no tendrá entonces más remedio que eliminar también al único testigo ocular. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Intriga Cine negro Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Un par de zapatos del 32
Duración
86 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
3
Sin pies ni cabeza
A veces, si alguien sigue mis críticas, debe preguntarse por qué veo determinadas cosas, por ejemplo, el bodrio que nos ocupa. Intentaré explicarme: Ray Milland fue uno de los galanes más emblemáticos del cine clásico. Sylva Koscina alimentó las fantasías eróticas de muchos compañeros de generación en aquellas sesiones dobles de reestreno los sábados por la tarde. Es curioso que cuando Milland llegó a su cúspide, cuando Hitchcock le dio uno de los papeles de su vida en Crimen perfecto (el otro es, forzosamente, Días sin huella), en lugar de quedarse allí se precipitó al abismo. Después de La muchacha del trapecio rojo, inició la decadencia. Empezó a compaginar películas dirigidas por él (malas, en el mejor de los casos) con la televisión, refugio de tantos, y ni siquiera sus dos trabajos con Corman reanimaron su carrera. Pasó a formar parte del batallón de viejas glorias que hacían apariciones "especiales" en espantosas películas de terror, y acabó en las garras de fabricantes de basura españoles (su última película fue, por desgracia, Serpiente de mar, del inenarrable Amando de Ossorio). En cuanto a Sylva, bien, nos interesaban más sus bien torneados volúmenes que sus relativas dotes interpretativas. Ambos se encuentran, pues, en su decadencia en Un par de zapatos del 32, una vulgar intriga que no se sostiene ni con cruzado mágico. Obviemos el degradante peluco del actor y la aparición de Ramiro Oliveros, siempre con pinta de macarra de burdel de La Jonquera. Sylva sale muy vestida, chicos.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Evitar cabos sueltos a cualquier precio
Un niño es testigo de cómo el director de su colegio ha matado a un hombre. El director del colegio deberá encontrar al muchacho para eliminar cualquier cabo suelto del crimen que ha cometido, para ello solo dispone de unos zapatos que se ha dejado el niño en su huida.
El director del colegio realiza una búsqueda exhaustiva, realizando pruebas a los alumnos para intentar averiguar cual de ellos puede ser el testigo y de esa manera evitar dejar cabos sueltos.
Producción española que cuenta con la participación estelar de Ray Milland, ya en horas bajas, que resuelve su papel con oficio, divagando sobre la identidad del testigo.
La idea de partida resulta atractiva e interesante, lamentablemente a medida que avanza la búsqueda del joven, se desaprovecha derivando en un producto que resulta monótono, inverosímil y en más de un momento ridículo.
En su afán por jugar con el suspense y crear giros de guión, entra en una vertiente monótona que roza lo cómico e inverosímil, hasta que concluye con un desenlace irónico e inesperado, que eleva en cierta medida la calidad del conjunto.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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