Martín Lutero (1953)

Como es obvio, el acercamiento a esta película solo puede serlo desde un punto de vista cinematográfico. Las controversias religiosas o teológicas corresponden a otro lugar. Igualmente la fidelidad o infidelidad de lo contado corresponde a los libros de Historia (que tendrían muchas objeciones sobre lo contado).

Desde ese punto de vista cinematográfico este biopic sobre Marín Lutero y los orígenes de la reforma protestante, es una hagiografía no vergonzante: es decir, estando a favor del protagonista y de sus partidarios, religiosos y principescos, respeta hasta cierto punto el equilibrio de lo verosímil, aunque no tanto el de la verdad histórica. No encontramos referencia, por ejemplo, a la guerra de los campesinos, a la postura a favor de los príncipes alemanes por parte de Lutero y a la masacre de aquellos. Hay cierta caricatura (fácil) sobre los papa (Julio II, León X) y sobre la Roma del momento.

El acercamiento a la figura de Lutero es humanista, seleccionando los acontecimientos principales de su vocación monacal, de su evolución religiosa y de la ruptura con la iglesia católica. Como buena hagiografía, evita lo más polémico o discutible de su figura o los intereses políticos (y no religiosos) de los príncipes alemanes contra el emperador electo Carlos V y contra el Sacro Imperio Romano Germánico. A fin y al cabo, la película esta producida por la iglesia luterana.

El guion es, por tanto didáctico, y la dirección de Irving Pichel (("El malvado Zaroff" es mi única referencia del mismo) se halla al servicio de ese didactismo, Hay cierta fidelidad en la ambientación del film a los lugares originales en los que actuó Martín Lutero (film rodado en buena parte en Alemania Occidental, sin posibilidad de hacerlo, obviamente, en ciudades de la RDA).

La actuación de Niall MacGuines es realista, discreta, salvo en los momentos de mayor intensidad. El resto del reparto acompaña con discreción. La fotografía es más que correcta.

Un film, como se ha comentado, didáctico, no ofensivo a la inteligencia de los no luteranos o a la de los propios luteranos de hoy día. Se ve con interés, sobre todo si "interesa" el tema y se tiene información previa sobre los hechos narrados.

No encontramos ante un atractivo guión, aunque sencillo, en el que se descubren gran profusión de matices y de sugerentes pistas a seguir en el ámbito de lo conceptual.
La película presenta un intenso dramatismo en cada escena y la dirección de I. Pichel aporta gran valor cinematográfico apoyado en su textura narrativa, en su excelente fotografía, en su banda sonora y en una ambientación muy convincente.
Una capacidad de fabulación eficaz y una exposición lineal -siempre buscando el carácter sencillo- son las claves de un relato que no se anda con rodeos.