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Río Grande (1950)

Río Grande
105 min.
7.2
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
El Coronel York combate a los apaches desde su fuerte cercano a la frontera con México. Su hijo, que ha fracasado en West Pont, se alista a su regimiento. Dispuesta a sacarlo de allí, también llega al fuerte la esposa de York. Es el reencuentro del matrimonio tras muchos años de separación. En medio de un agrio conflicto familiar, la lucha contra los indios se recrudece. (FILMAFFINITY)
Género
Western Ejército Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Rio Grande
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Trilogía de la caballería
Links
Premios
1950: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión Western
6
Ford las tiene mejores...
Por todos es sabido que los indios eran unos cabronazos sin escrúpulos cuyo único propósito en la vida era cortar la cabellera de los intachables ciudadanos norteamericanos que sólo querían vivir pacíficamente en tierras que no estaban habitadas previamente. Cuando uno ve un western clásico sabe que es muy probable que se enfrente con este panorama y, en este sentido, Ford no era de los peores. No hay que olvidar que este hombre también dirigió "El gran combate". Pero al fin y al cabo esto es cine y uno está dispuesto a asumir esta visión parcial y maniquea del asunto a condición de que se nos cuente una buena historia. Con Ford esto es ir casi sobre seguro.

Pero aquí no encuentro al mejor Ford. Al menos el que más me gusta. A la tara ya dicha del falseo histórico descarado yo le añado la del patriotismo exacervado, el homenaje a la sufrida vida militar, el sentido del honor por encima de todo (de lazos familiares, del uso de la violencia...). Y también puedo pasar por encima de todo eso, pero en este caso la historia que cuenta Ford me interesa menos de la habitual. No se le puede poner peros a la narración, como siempre excelente, pero la historia no me atrapa, los personajes no son tan complejos como en otras ocasiones (valgan como ejemplo "Centauros del desierto", "El hombre que mató a Liberty Valance" o "Dos cabalgan juntos"). El sentido del humor habitual en Ford está ahí y eso se agradece, pero a veces es simpático (el personaje interpretado por Victor McLaglen) y otras veces un tanto ridículo y fuera de lugar (el corneta tartamudeando, el disparo en el culo). También se agradece que las canciones no molestan demasiado (cosa infrecuente) y que la niña repelente salga poco. El recurso del secuestro de los niños para buscar la compasión del espectador y el odio hacia esos desalmados indios me parece muy recurrente y facilón.

Sin embargo Ford es Ford, y siempre hay donde rascar: las escenas de indudable interés y la narración fluida son sus mayores virtudes; pero no evitan que por momentos llegue el tedio. El Ford militroncho y patriotero no es el que más prefiero pero siempre es disfrutable, aunque el hecho de que me aburriese por momentos hace que no le llegue a dar un siete. John Wayne está sobrio como siempre, perfecto en su papel, y Maureen O'Hara es incapaz de estar mal nunca. También de no salir guapa. Aunque la cámara de Ford siempre ha estado enamorado de ella.
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76 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Hormigas sobre la mesa
Hay que ser masoquista. Imaginemos a alguien a quien, cosa no del todo rara, no le gusta comer hormigas. Las encuentra feas, asquerosas y sucias. Si es racista, las verá además negras, y eso le pondrá aún más de los nervios. Imaginemos que a ese alguien, con el objetivo de demostrar al resto de la humanidad lo feas, asquerosas, sucias y negras que son las hormigas, se dedicara, un día sí y el otro también, a zampárselas a bocados, tostadas y fritas, en carpaccio, metidas entre dos rebanadas de pan untado con mayonesa, asaditas a fuego lento o al horno y bien crujientitas, picoteándolas, regaditas con cerveza, mientras ve una peli, no sé, digamos que de John Ford. Más que masoquista, hay que ser zopenco, diréis algunos. No es así, hombres de poca fe: los mediocres nunca hemos sido capaces de comprender a quienes, en un momento u otro de sus vidas, vieron la luz, corrieron hacia ella y bajaron después a la Tierra a traernos la Buena Nueva. Confieso avergonzado que con la cerveza lo a mí me gustan son las pipas.

En FA hay montones de comedores de hormigas, pero en vez de zamparse bichejos, se zampan obras enteras de directores a los que detestan, con el único fin de que el mundo sepa lo equivocado que está, lo lejos que se halla de la Luz que ellos y no cuatro generaciones de espectadores sí fueron capaces de ver. Los hay especializados en Hitchcock (un tahúr), Wilder (no tiene puta gracia), Capra (una monjita) o Ford (buscad Hitler en la Wikipedia e id anotando adjetivos), pero todos tienen en común el ímpetu guerrero con que luchan contra los falsos ídolos y pregonan sus bajezas, no sea que a los niños de teta se nos pasen por alto. En el caso de Ford, son de lo más tiquismiquis y puristas. Claro, como somos pequeñitos, no distinguimos aún la línea que separa la historia de la ficción y corremos el riesgo de que nos confundan y manipulen. Tenemos tanto que aprender de ellos.

Su lucidez y su pureza, además, no tienen fronteras. Ser colombiano, por poner un ejemplo al azar, no le impide a uno poner a parir a Ford por no mostrar en sus pelis los atropellos que él no cometió sino ficticiamente sobre los indios, aun corriendo el riesgo de que un descendiente de esos españolitos crueles y mostachudos de las pelis de piratas de Michael Curtiz le pueda recordar a su vez que en Colombia, hasta muy avanzado el siglo XX, era moneda corriente la estupenda práctica del “enganche”, mediante el cual se mantenía a los indígenas esclavizados de por vida en caucherías y plantaciones de coca, en pago de una deuda que nunca podían devolver y contribuyendo de este modo a engrandecer (¿semilla a semilla? ¿ladrillo a ladrillo? ¿con sudor y lágrimas?) la hermosa nación que él habita ahora, y que no hay, que el españolito recuerde, ninguna película comparable a las que firmó Ford que hable de ese tema, ni para denunciarlo ni para glorificarlo. Claro que la culpa es del españolito, por preferir las pipas a las hormigas.

(Queda un párrafo en el spoiler. Ánimo)
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53 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
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