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Melancolía (2011)

Melancolía
136 min.
6.8
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Premios
2011: Festival de Cannes: Mejor actriz (Kirsten Dunst)
2011: Premios del Cine Europeo: Mejor película, fotografía y diseño de producción. 8 nom.
2011: Premios Cesar: Nominada a Mejor película extranjera
2011: Premios Independent Spirit: Nominada a Mejor película extranjera
2011: Círculo de Críticos de Nueva York: 4 nominaciones, incluyendo a mejor película
7
Melancolado
Ingmar Bergman inicia ‘Persona’ con una serie de primeros planos ordenados en montaje abstracto, imágenes desconcertantes que desembocan en la crucifixión terrible de una mano abierta. Luego, un niño, las lanzas de una valla… La secuencia crea la temperatura emocional de la película. Y permanece, como telón oscuro e inquietante.

Lars von Trier nos muestra, en el preludio, una serie de imágenes vagamente evocadoras, fláccidas, no sé si sugerentes o fallidas. Rueda en balleno (el idioma de los cuerpos celestes y cetáceos), con cámara superlenta (como en ‘Anticristo’) y música de Wagner. Consigue justo lo contrario que Ingmar Bergman en ‘Persona’.

===

1ª parte) Kirsten Dunst

Aquí no hay boda –ni amigos ni parientes ni seres humanos. El padre, la madre y el marido son del todo ajenos a su hija o novia/esposa. No existe indicio alguno de conocimiento previo.

La bipolaridad de Justine se subraya hasta lo bufo.

Los brindis y discursos recuerdan a los de la dogmática ‘Celebración’, de Thomas Vinterberg. Pero la tensión no existe. En la normalidad aparente, lo extraño destaca. En Marte, lo marciano no llama la atención.

Sería divertido comparar la idea Terrence Malick de familia con la idea Lars von Trier. Aunque ‘El árbol de la vida’ pertenece a otra galaxia. En Malick cala el recorrido. En Lars von Trier lo que cala es el final.

Los planos amplios, digitales, sin centro o jerarquía, ‘pictóricos’ (ya se encarga el director danés de recalcarlo incluyendo ilustraciones de libros de pintura, pretendiendo, como ya hizo en ‘Anticristo’, emparentar su cine con el cine de Tarkovsky –‘Nostalgia’ y, sobre todo, ‘Sacrificio’). Unos planos que me causan menos sensación de peligrosidad inminente que de tibia falsedad.

El guión –de haberlo– es desastroso. El humor absurdo aquí funciona sólo a ratos.

En fin, la primera parte es una cinta de suspense: ¿se le saldrán o no las berzas a Justine?

===

2ª parte) Charlotte Gainsbourg

La cinta, de la mano de Claire, mejora. Se despoja de lo innecesario. Se centra en el meollo con más tino. La luz se vuelve láctea y el cerco se hace más visible.

Tengo la impresión de que Charlotte Gainsbourg es la única que cree de verdad en su papel. Es ella quien nos lleva a la emoción.

El puente infranqueable me recuerda a las farolas de ‘El árbol de la vida’. Pero en Malick sí sentimos la frontera.

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Von Trier se guarda el aguijón hasta el último momento. Es marca de la casa. Baste recordar la sesión de hipnosis en ‘Epidemic’; la cuenta atrás de ‘Europa’; el último baile de ‘Dancer in the Dark’; el campanario aéreo de ‘Rompiendo las olas’; el tiro de gracia de 'Dogville' o el pastelito con sopapo de ‘Idioterne’.

Y lo consigue. Endereza el rumbo con un plano deslumbrante. Un recinto mágico y desnudo. Tres figuras. La masa al fondo. El sonido indiferente y grave de la destrucción.
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342 de 438 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Aterradoramente bella
Al salir de la sala lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido, como bien apunta Todd McCarthy de Variety, que he visto un cruce letal entre Celebration y Armaggedon. Sólo el chiflado de Lars podría atreverse a tal ocurrencia. La película es una metáfora de la depresión que vivió el director danés hace unos años. Una metáfora sobre la negativa a vivir trasladada a una boda. Una metáfora en imágenes durante el comienzo. Hasta la elección de un actor como Kiefer Sutherland aka Jack Bauer no deja de ser una metáfora más, bastante graciosa si sabes algo de la vida de Jack, claro. Una metáfora, en definitiva, vestida de planetoide malote que te hará pupita en el sexo diodenal. Que Von Trier es un tipo totalmente excesivo en lo formal y en lo circunstancial me temo que ya lo saben hasta en Macedonia.

Lo gracioso es que no había leído la sinopsis del film, así que cuando cambia de tercio y entramos en la segunda parte de la historia, algo crujió en mi cabeza dentro de la sala de cine. Puedo afirmar sin arrepentirme que por primera vez he sentido el fin del mundo viendo una película. La atmósfera que crea Von Trier en la segunda mitad se aleja de la claustrofobia formal de la primera parte para abofetearnos con una claustrofobia moral que me dejó pegado al asiento observando boquiabierto como sería si... Pues sería más o menos así. Vamos, de un realismo vergonzante, alejado de grandes urbes como NY o Shanghai o el pueblecito de al lado, sin chuscos gigantes en llamas cayendo del cielo. Un realismo sobrecogedor. Y lo consigue con la cámara al hombro y 4 leuros gastados en efectos especiales. Y además busca la excusa para deleitarnos entre momento y momento con un plano maravilloso de la espléndida desnudez de Kirsten Dunst, petrificada en roca lunar. El último minuto de película es aterradoramente bello. Sobrecogedor.

Doy gracias por haber sido partícipe de un proyecto en el que no ha salido Bruce Willis salvando al personal ni tampoco Will Smith pilotando un caza último modelo. He vuelto a ver daneses locos como putas cabras y he sentido en mis carnes durante la segunda parte la depresión de un genio mientras me abrasaba con él. Un tipo grande, el amigo Lars.
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220 de 266 usuarios han encontrado esta crítica útil
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