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Saint Laurent (2014)

Saint Laurent
151 min.
6.0
550
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Sinopsis
Biopic del diseñador francés Yves Saint Laurent (1936-2008), en especial durante sus años jóvenes, en los años 60 y 70, y su ascenso al olimpo de la alta costura. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Biográfico Moda Años 60 Años 70
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Saint Laurent
Duración
151 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2014: Premios César: Mejor vestuario. 10 nominaciones
2014: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
2014: Festival de Sevilla: Sección oficial a concurso
2014: Satellite Awards: Nominada a Mejor vestuario
9
De la superficialidad a la fantasía de la moda
Bertrand Bonello (Casa de tolerancia) nos presenta la biografía del modisto y visionario Yves Saint Laurent, un biopic no hecho al uso donde no se enaltece la figura del reputado diseñador, sino que se le presenta con sus virtudes y sus defectos, todo envuelto por un mundo entre la fantasía y la realidad, entre la colorida perfección de sus creaciones y la turbia y mórbida vida personal que desarrolló, en la que se rodeó de los personajes más variopintos y singulares. Esta es la vida de ‘Saint Laurent’ en los ojos de Bonello.

Lo primero que llama la atención, y no podía ser de otra manera, son los diseños, la escenografía, ese mundo de color que rodea al Yves diseñador, una colección de texturas, tejidos y patrones que enaltece su imagen y que se enfrenta a la cruda realidad que le rodea, una realidad llena de dolor y sufrimiento, de guerras y masacres, de serpientes llenas de veneno, de noticias nefastas que hunden la moral de la sociedad. Pero en el taller de Yves Saint Laurent eso no existe, lo importante es sacar a tiempo las nuevas colecciones y vivir en una burbuja de perfecta belleza y noches sin fin. Y así es tal y como nos narra Bonello la primera parte de esta truculenta vida, llena de frivolidad y superficialidad que, al contrario de lo que cabría pensar, no encuentran su reflejo en sus diseños, en los vestidos que con tanto mimo realizaba para engrandecer la figura de la mujer, esa gran aliada en su vida, presentes en todo momento. Pero todo zenit tiene su declive, que se torna gris y apagado.

Efectivamente, en su segundo tramo, Saint Laurent cae en un mundo de depravación y perdición que le lleva a dar la mano a sus más oscuros deseos. La lujuria y las ensoñaciones se apoderan de su vida, una vida infeliz e insatisfactoria que encuentra su salvación (o no) en la figura de Jacques des Bascher. En este segundo tramo, la historia pierde fuelle, queda ligeramente lastrado por un ritmo irregular, llena de saltos temporales que, si bien necesarios, demasiado aletargados. Aún así, Bonello consigue un conjunto biográfico casi perfecto donde aúna belleza e imperfección que no se distinguen por separado. Pero es en este tramo donde la frivolidad de la búsqueda de la belleza perfecta desaparece y humaniza a Yves Saint Laurent, acercándolo a una realidad triste, a una debacle de su propio ser que lo desconecta de su vida laboral. Digno de elogio es el tratamiento de esa caída y el resurgimiento, que llena la pantalla de gran colorido.

Gaspard Ulliel es el encargado de dar vida al diseñador del opio en un trabajo que roza la demencia, una labor “pusilánime” que consigue hacernos creer que estamos ante el propio Yves Saint Laurent. Su rostro y su cuerpo están en perfecta armonía para darnos un ejemplo magistral de interpretación. Pero además se rodea de un buen elenco que les hace las veces de coro o de modelos si se prefiere en esa pasarela que es su vida retratada por Bertrand Bonello.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un modisto nada modesto
No se trata de un biopic al uso. Todos nos hemos dado cuenta de eso. Pero tampoco se trata de una excentricidad como el "I'm not there" de Todd Haynes. El "Saint Laurent" de Bertrand Bonello cumple con algunas convenciones y tiene validez como mirada entre bambalinas de la moda, muestra los aspectos artesanales del oficio, como a pesar de ser un trabajo creativo que incluso puede acceder a los museos, su labor en el fondo tiene en una repercusión muy limitada en la sociedad. Además testimonia como una marca elitista se transforma en sello comercial de todo tipo de consumibles. También hace un recuento de algunos hechos biográficos de la existencia de Saint Laurent, sin embargo encuentro aconsejable ver primero la versión de Jalil Lespert, pues al ser más convencional contextualiza de forma más clara el significado que Saint Laurent tuvo en su entorno y nos presenta a los personajes de una forma más sencilla. La de Bonello da muchas cosas por entendidas y en verdad bucea en su personaje para hallar un tema y hablar de algo más.

Pone bastante énfasis en las salidas nocturnas de Saint Laurent. Esto puede parecer algo trivial, no obstante al final adquiere un significado más amplio y profundo. En él batallan dos aspectos. Su lado fundamental es su labor de diseño de colecciones de modas, dónde escucha a Schubert, sin embargo necesita de ese mundo nocturno, la búsqueda de amantes de ocasión en calles desiertas y las fiestas con música disco para abastecerse de la energía que luego ha de consumir en su taller. No en vano, cuando ese lado queda bloqueado, su vida profesional se resiente y termina declinando. Por tal de reforzar tal sentido se nos presenta a dos figuras que encarnan esas dos facetas, dos personas que representaron para él dos formas de libertad. Por una parte está Pierre Bergé, fantásticamente interpretado por Jeremie Renier, que simboliza lo apolíneo, el orden, la disciplina, la armonía, fue el arquitecto imprescindible de esa independencia que Saint Laurent tanto necesitó. Y por otra está Jacques de Basher, que también está encarnado con gran solvencia, él es lo dionisiaco, lo festivo, ese caos dónde Saint Laurent se desfoga y le permite sacar ese ser que el día a día le obliga a reprimir. Ésta, con opciones sexuales y de ocio distintas, es una visión que bien puede trasladarse a la vida de cualquiera. Hay dos facciones que batallan en todos nosotros, una es necesaria para el mantenimiento y la otra le da sentido al hecho de estar vivo. En el transcurso de la película se acaba viendo como esa libertad que le proporciona Bergé va administrándose y reduciendo sus movimientos hasta que al final el imperio Saint Laurent se limita a la isla Saint Laurent. Irónicamente, queda encerrado en esa "libertad". El día se impone a la noche. En el desenlace, según observa Bonello, el final de lo dionisiaco supone el derrumbe del cuerpo y el final de lo apolíneo supone apagarse en un desierto de aburrimiento.

He visto otras tres películas de este director y por muchas alabanzas que éstas hayan cosechado entre la crítica especializada, a mi no me han dejado un grato recuerdo. Pero ésta sí que me ha maravillado y he comprobado que se trata de un gran director. Los hechos no los encuentro especialmente emocionantes o grandiosos, es su trabajo en la dirección lo que da entidad al conjunto. Es gracias a su valentía a la hora de representar lo excesivo, a su honestidad para mostrar lo bonito y lo feo del personaje, a su dominio de los aspectos formales lo que al final deja tan buenas sensaciones. Sin esos planos tan vistosos y elegantes y a ese manejo del tiempo, con el que plantea una narración épica, hubiese quedado otro biopic del montón. Para nada me esperaba una obra así de consistente y lograda, tan repleta de hallazgos e imágenes memorables. No es un filme accesible para todos los públicos, pero sí que será muy oportuna para quienes busquen en el cine algo más que una experiencia pasiva.

Se trata de una película tan atenta a los detalles que llega a abarcar ciertas singularidades ajenas a la figura de Saint Laurent. Sin ir más lejos, por ejemplo, se nos da entender que YSL sentía cierta fascinación respecto a Luis II de Baviera, el rey loco, personaje que interpretó magistralmente Helmut Berger en el biopic que Visconti realizó. Berger aparece en esta película haciendo del Saint Laurent anciano. En una de sus escenas le vemos visionado "La caída de los dioses", otra película de Visconti dónde él actuó. ¿No es verdad que al ver como Berger contempla en su vejez su propia imagen más joven también comprobamos a qué nivel llegó la obsesión de Saint Laurent respecto su propio pasado? Este tipo de juego de espejos, creo, no es algo que podamos encontrar en cualquier película.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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