La tigra (1954)

En la esfera portuaria de la ciudad de Buenos Aires, tiene lugar este film que relata las incidencias de una mujer de la noche, de vida transitada en ambientes tangueros y prostibularios, donde en shows ofrecidos en tugurios del barrio de la Boca, se producen reyertas entre paisanos borrachines que, cuando no les convence una cantante que desgrana las notas tristonas de un tango no vacilan en arrojarles verduras para disuadirla de seguir con su número artístico. La protagonista, una mujer de carácter endurecido como parece evocarlo el propio epígrafe, es abordada por un pintor costumbrista, más joven que disputará sus atenciones con el bravucón que la domina. Es una película sórdida, tortuosa, con poco interés, porque el argumento no es muy rico sino que se limita ante todo a exhibir esa pintura social poco atrayente, un ambiente poco grato donde circulan oscuros rencores y que, por esa misma falta de complejidad en su guión, debe extenderse ad inffinitum con cierta linealidad y falta de resolución.

Ya me he repetido varias veces al hablar del cine de Torre Nilsson, pero a pesar de eso siempre es interesante recalcar ciertas cosas, lo más curioso es que en sus películas previas a La casa del ángel, sus tramas exceptuando Graciela, poco y nada tenían que ver con lo que luego lo haría el cineasta argentino más reconocido internacionalmente, que era por retratar a una burguesía decadente, y unas heroínas que vagaban frágiles en un ambiente sórdido hasta que terminaban contagiadas del mismo y a las que lo único que podía rescatar si es que llegaban a un final feliz, era el amor.
Acá en La Tigra si bien está la sordidez, que estuvo presente en casi todo su cine, lo hace reflejando ambientes marginales, la historia es una especie de Dama de las camelias del arrabal, lo mejor es como el director retrata de manera bastante descarnada ese ambiente, y todo lo que rodea al puerto, como la gente buscaba una vía de escape en ese lugar, los homosexuales, las lesbianas, y por supuestos los hombres heterosexuales para beber y acostarse con prostitutas, lo mejor es que la película no tiene una mirada prejuiciosa o condenatoria de esto.
En lo demás la historia de la protagonista lo mejor es destacar la relación con su proxeneta, un personaje que aunque ruin, sinvergüenza y vividor, es bastante complejo y muestran esas relaciones masoquistas entre esos 2 marginales, que dentro de ese mundo se complementan, vendrían a ser como dice el dicho, ranas del mismo charco, tampoco a ellos el director los juzga, solo los muestra tal cuál son.
Lo malo de la película, es el personaje de Dulio Marcio, ese estudiante enamorado de la prostituta, es tan cursi y esquemático, sus diálogos un montón de parrafadas llena de lugares comunes, se entiende que tratan de mostrar a un joven inmaduro que siempre ha tenido todo en la vida y lo atrae lo desconocido y el afán de sentirse un heroé pero de verdad que llega a ser de lo más irritante igual su novia.