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La muchacha del trapecio rojo (1955)

La muchacha del trapecio rojo
109 min.
6.7
312
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Sinopsis
Nueva York, principios del siglo XX. Biografía sobre Evelyn Nesbit, una joven corista que realiza un número bastante popular en el trapecio. Transcurridos algunos años, es la mujer de un celoso millonario que no puede soportar los romances que tuvo su esposa en esa etapa disoluta de su vida. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Biográfico Crimen Celos Años 1900 (circa) Melodrama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Girl in the Red Velvet Swing
Duración
109 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
¡Esta jovencita se las traía!
La joven corista Evelyn Nesbit (Joan Collins) es la fuente de la discordia entre dos hombres millonarios de la ciudad de New York. Uno es el famoso arquitecto Stanford White (Ray Milland), un hombre que puede ser el padre de Evelyn, además de ser casado. El otro es el joven Harry Kendall Thaw (Farley Granger) un ser caprichoso y pendenciero. Stanford y Harry se enfrascaran en una lucha por el amor de la joven corista, pero las consecuencias para ambos serán desastrosas.

El legendario actor Ray Milland, ganador del Oscar en “The Lost Weekend” (1945), se luce con su personaje, la crítica la considera como una de sus mejores interpretaciones, un hombre que vive perturbado por un amor imposible. El actor Farley Granger, conocido por el film “Strangers on a Train” (1951), luce magistral en el personaje del joven que envidia a su eterno rival. Ambos personajes ocultan sus más oscuras perversiones.

La bella y sensual Joan Collins, con tan solo 22 años y sin mucha experiencia, lucio muy convincente y logro llevar bien su personaje principalmente en las escenas junto a Ray Milland y a Farley Granger. Originalmente para este personaje de Evelyn Nesbit se considero a Marilyn Monroe, pero luego se negó a hacer la película.

El film está basado en la vida de Evelyn Nesbit (1884-1967), una actriz, modelo y corista, célebre por su relación en el asesinato de su ex-amante, el arquitecto Stanford White, por su marido Harry Kendall Thaw, uno de los crímenes más recordados de la ciudad de New York de principios de siglo veinte. También Evelyn Nesbit fue asesora de este film.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Corren más lágrimas por una cara bonita que por cien feas
Poco sabríamos hoy de la modelo y corista Evelyn Nesbit si no hubiera estado implicada en un crimen que conmocionó a Nueva York en 1906 y que dio origen a esta película.
Evelyn, tras una infancia difícil por la pérdida de su padre, sacó provecho pronto de su belleza bajo los consejos de una madre calculadora. Es famoso el retrato que le hizo Charles Dana Gibson para una revista, titulado “Eternal question”, en el que el cabello de la modelo tenía forma de interrogante.
Introducida fácilmente en el ambiente de la alta sociedad, conoció a los 16 años a un arquitecto multimillonario y cincuentón, Stanford White, quien tenía un famoso picadero presidido por un columpio rojo, donde las chicas se columpiaban bien ligeras de ropa. Un columpio, y no un trapecio, como decía el desafortunado título en español. No estábamos en un circo. O a lo mejor sí, porque desconocemos los detalles de las “fiestas” del señor White.
Como el millonario juerguista estaba casado, la joven no pasaba de concubina, así que, tras quedarse embarazada del joven actor John Barrymore y someterse a un aborto (parece ser que fueron varios a lo largo de su vida y camuflados de apendicitis), contrajo matrimonio con otro millonario, que por desgracia se encontraba algo desequilibrado.
La historia daba para mucho más, pero en los años 50 las biografías se limitaban a ensalzar las virtudes del protagonista, y más todavía cuando la misma Evelyn Nesbit supervisó todo lo que se contaba en ella.
Así que el guion se esforzó en mostrar a una inocente chavalita, recatada y modosa, que sentía un amor sublime por el vejete y no estaba para nada interesada en su dinero. Los mohines de niña buena de Joan Collins no permitían una actuación destacada, más sabiendo que era una actriz con indudable potencial (para compensar, ese mismo año protagonizaba “Tierra de faraones”).
En la película, White tenía la atractiva presencia de Ray Milland. En la realidad era mucho más feo y lucía un mostacho que dejaba pequeño el del superintendente de “Mortadelo y Filemón”.
Pero aunque la historia se maquillaba (por ejemplo se eliminaba el personaje de John Barrymore y sólo se le mencionaba al enviar unas flores), el tortuoso camino de Evelyn quedaba bien reflejado, y Ray Milland (siempre una garantía), mostraba una atracción obsesiva que disfrazaba de absurdo paternalismo.
Además el vestuario y la decoración de interiores resultaban atractivos, y varios momentos quedan en el recuerdo.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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