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¡Viva el domingo! (1983)

¡Viva el domingo!
106 min.
6.9
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Escena (FRANCÉS)
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Sinopsis
Julien es acusado del asesinato de su mujer. Su secretaria, que está secretamente enamorada de él, convencida de su inocencia, empieza a investigar por su cuenta para descubrir al verdadero culpable. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Thriller Comedia Crimen Policíaco
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Vivement dimanche!
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1983: Premios César: Nominada a Mejor Director y Actriz (Ardant)
1983: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película en habla no inglesa
7
¡Que llegue el domingo!
Título 21 y último de François Truffaut (1932-1984), basado en la novela "The Long Saturday Night" (1962), de Charles Williams, adaptada por el realizador, Suzanne Schifman y Jean Aurel. Se rodó en escenarios naturales de Les Mureaux y proximidades. Fue nominado a 1 BAFTA (lengua extranjera) y 2 César (actriz y director). Producido por Armand Barbault y F. Truffaut, se estrenó el 10-VIII-1983 (Francia).

La acción tiene lugar en Les Mureaux (Ile-de-France), Niza, Marsella y alrededores, en 1982, a lo largo de 3 días. Sobre Julen Vercel (Jean-Louis Trintignant) recaen sospechas de varios crímenes. Su secretaria, Barbara Becker (Fanny Ardant), investiga los hechos con el propósito de descubrir al culpable.

La película combina elementos propios de los géneros de comedia, crimen, misterio, suspense, thriller y detectives no profesionales. Es un sentido homenaje al cine negro americano y al maestro del suspense, Hitchcock. El relato goza de la frescura y la naturalidad del cine rodado en escenarios naturales, con sonido directo y sin artificios, a la manera de la "Nouvelle Vague" y con el sello personal de Truffaut. La puesta en escena de los actores, en especial de Fanny Ardant, respira la espontaneidad propia del maestro que rueda sin afectaciones. Pone especial atención en los planos de arranque, que parecen arrancados de la realidad sin preparaciones estudiadas. La historia encadena giros, hechos imprevistos y descubrimientos sorpendentes, que adentran al espectador en una atmósfera de intriga y misterio, que le cautiva y le hace partícipe de la acción. Al mismo tiempo, el director le recuerda que asiste a una representación de ficción. Lo hace mediante los ensayos de una pieza de teatro y el vestido de actriz que Barbara lleva durante toda una tarde, recurso que emplea para introducir en el film un salpicado de humor suave y burlón. Incluye disgresiones de espléndida factura cinematográfica, que enriquecen el relato y maravillan al espectador. Tal es el caso de la entrevista con la candidata a nueva secretaria y la secuencia de las piernas de los niños que juegan a la pelota. No faltan referencias a sus temas preferidos: la admiración que siente por la mujer (piernas de Christine), los niños, la naturaleza y su preocupación por la infidelidad (ex-marido de Barbara). A la manera del viejo cine negro, habla de bajos fondos, connivencias ocultas, prostitución y chulos, sin olvidar a la mujer fatal (Christine). Añade un tributo de admiración cinéfila a Stanley Kubrick ("Senderos de gloria", 1957) y a H.G. Clouzot ("El salario del miedo", 1953).

La música, original de Georges Delerue ("El último metro"), ofrece cortes breves, al gusto del realizador, de composiciones dramáticas y de suspense (bajos profundos) y bellas melodías como los temas "Marie Christine provocant" y "Java de la rue chaude". La fotografía, en B/N, de Néstor Almendros, llena la cinta de una luz espléndida, bien contrastada y matizada con admirable sobriedad.
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40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dos chasquean los dedos juntos
Hay en esta última obra de Truffaut el gozo irreprimible característico de esas películas, como "Ocean’s Eleven", en qué se nota la complicidad de sus artífices. En este caso, sobre todo, la complicidad de Truffaut con su pareja, Fanny Ardant y con su director de fotografía habitual, Néstor Almendros.

Almendros pudo aquí experimentar a gusto con diversas emulsiones y tecnología arcaica para lograr una fabulosa fotografía en blanco y negro, en consonancia con la tradición del cine negro. También los decorados y el vestuario se concibieron en gamas blancas, grises y negras para ayudar a ese efecto. Pero del cine negro sólo se toma la estética, no así su fondo crítico o cínico. Al contrario, el tono risueño de esta película me recuerda, por ejemplo, al de las apacibles y encantadoras comedias policíacas de Margaret Rutherford recreando a Miss Marple. En esta ocasión, se parte de la premisa hitchcockiana del falso culpable, pero no llegamos a sentir auténtico miedo por el devenir los personajes —porqué enseguida asumimos que el talante de la película es otro—, ni tampoco se torna realmente importante descubrir quién es el culpable. Más bien se trata del simple y puro placer de ver cómo la historia "acontece" ante nuestros ojos; de disfrutar viendo disfrutar a Fanny Ardant como detective amateur, de sonreír viéndola buena parte del metraje con la ropa de época de un ensayo teatral —nuevo homenaje del director al teatro y sutil forma de comunicar que no estamos sino ante una "representación"—; de sonreír también viendo cómo evoluciona la relación con su antagonista —un Trintignant deseoso de trabajar con Truffaut—, una relación llena de buen humor: cómo chasquean los dedos a la vez cuando descubren una prueba, o cómo empiezan a hablar en voz baja sólo porqué ha sonado el teléfono…

Las "últimas películas" de los grandes directores generan una mítica propia y a ésta se la suele englobar al lado de "La trama" de Hitchcock o "Río Lobo" de Hawks, en ese grupo de los finales "indignos" del genio de su autor. Ciertamente, no estamos ante el mejor Truffaut, ni el más característico, ni tampoco el más hondo —cómo olvidar el desgarro emocional de "La habitación verde" o "La mujer de al lado"—. Sin embargo, pienso ahora que precisamente y paradójicamente por su carácter "menor", por ser un divertimento que nace tan sólo de la necesidad y, cómo decía al principio, del placer de filmar, éste me parece un testamento ideal para alguien que, como Truffaut, amaba tantísimo el cine.
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30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
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