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Indochina (1992)

Indochina
155 min.
6.5
5,216
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Sinopsis
Eliane (Catherine Deneuve) es una elegante mujer de ascendencia francesa, y propietaria de una inmensa plantación de caucho, que tiene dos grandes amores: su hija adoptiva Camille (Linh Dan Pham) e Indochina. Todo cambiará con la entrada en sus vidas del apuesto oficial francés Jean-Baptiste (Vincent Perez)... Épico drama romántico que tiene como telón de fondo la gestación de la revolución comunista cuyo estallido provocó el fin de la colonización francesa de Indochina y el nacimiento del Vietnam en 1954. Consiguió el Oscar a la mejor película extranjera, y la francesa Catherine Deneuve fue nominada en la categoría de mejor actriz. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Años 30 Colonialismo Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Indochine
Duración
155 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1993: Nominada Premios BAFTA: Mejor película de habla no inglesa
1992: Oscar: Mejor película extranjera. 2 nominaciones
1992: Globo de Oro: Mejor película de habla no inglesa
1992: Premios César: 5 Premios. 12 nominaciones incluyendo Mejor película
1992: Goya: Mejor película europea
7
Memorias de Asia
Película de amores coloniales, muy en la línea de 'Memorias de África'. Historia de amor a tres bandas entre una terrateniente francesa, un marino de la misma nacionalidad y la hija nativa adoptada por la primera. Todo ello tiene como telón de fondo los cambios que acontecen en la zona y el levantamiento del pueblo contra los invasores.

Algo lenta y cansina, la película funciona mucho mejor en su segunda mitad. La dirección artística, la fotografía y la música son lo mejor de la función, y Catherine Deneuve y Vincent Perez le ponen muchas ganas a sus personajes.

Los paisajes son increibles, en especial las escenas situadas en la Bahía de Halong.
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35 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Invasores e invadidos
Pues no advierto yo que la estelar aparición de la elegante diva francesa, Catherine Deneuve, sea una garantía de éxito para este drama romántico. Recuerdo cuando salió a las carteleras allá por 1992 o así, y fue bastante sonado. Yo no he tenido ocasión de verlo hasta ahora, pero el gusanillo de la curiosidad y del prestigio que arrastra la película me despertaba el interés.
La veterana actriz que se dio a conocer a sus veinte años con “Los paraguas de Cherburgo” y que ha trabajado entre otros con Buñuel, no defrauda (yo nunca la he visto hacerlo) ante las cámaras y es el centro vertebrador de un melodrama histórico acerca de las últimas décadas del dominio francés sobre la península de Indochina. En un relato algo pesado y monótono (y no porque no sucedan acontecimientos relevantes, sino por el tono en que se cuenta), pero con encomiables localizaciones (preciosas vistas de un Vietnam bien recreado en los años treinta-cuarenta), la saga de una madre adoptiva afincada en la Vietnam ocupada se relata en flashback.
Eliane era una rica terrateniente con una hija vietnamita adoptada al morir los padres de la niña. Vivían felices en su plantación de caucho y Camille crecía. La poderosa hacendada tenía sus influencias en las esferas de poder y algún que otro pretendiente al que no hacía caso, o algún enamoramiento furtivo que acababa mal. De ese modo ella era la reina indiscutible de su territorio y su hija se educaba en las costumbres europeas, aunque sin olvidar sus raíces.
Pero la situación en Indochina se tensaba como una pompa de jabón a punto de reventar. Los abusos de los ocupantes, que se lucraban con un tráfico humano denigrante, plantaban la semilla de la rebelión. El comunismo chino hizo el resto al extenderse entre los afrentados por el despotismo francés.
Y en tal panorama en el que se olía el levantamiento popular, Eliane pasaría su calvario como madre mientras su ya adulta Camille partía para reunirse con su hombre amado, Jean-Baptiste, un oficial francés que tenía mucho que ver en el pasado de Eliane.
Con la revolución ya gestándose, cada uno va en busca de su lugar y de lo que le depara un destino por descubrir, padeciendo grandes peligros y sufrimientos.
Y ella, la bella francesa, esperando siempre con el corazón en un puño.
Reflejo del declive y caída de una era que marcó hondamente a la nación gala y a los países indochinos, se saca una conclusión: que el corazón no tiene patria, ni entiende del color de la piel. Su única patria es el amor. Y su color es el de la sangre.
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22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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