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ShyamalanSucks rating:
10
8.2
26,875
Western
Morton (Gabriele Ferzetti), the power-hungry owner of a railroad company, hires Frank (Henry Fonda), a gunfighter without a conscience, to kill anyone who stands in the way of the completion of the railroad. After Frank murders land owner Brett McBain (Frank Wolff), McBain's widow (Claudia Cardinale) hires two killers of her own to protect her and gain revenge: a mysterious, harmonica-playing desperado (Charles Bronson) and his rogue sidekick (Jason Robards). [+]
Language of the review:
- es
November 14, 2016
4 of 4 users found this review helpful
Una película ambiciosa que cumple su cometido: grandiosa, con grandes paisajes, planos grandilocuentes, una banda sonora magistral y escenas interminables que son pura poesía épica.
En cierto modo, es la trilogía del dólar pasada por el filtro hollywoodiense. Es un Oeste que no existía en Hollywood hasta que lo importaron desde Italia. Sucio y cazurro, de frontera. Sin indios ni cowboys, sólo hay pistoleros, borrachos, putas y burgueses.
Desde la apertura, con Jack Elam, Woody Strode y el actor italiano que ya abría "El Bueno, El feo y el malo", lo deja claro. No se puede hacer otro western con MÁS. Es Leone & Morricone al 110%. A partir de cuatro personajes principales (ver spoiler) que resumen los estereotipos que habitan su universo, Leone nos cuenta una epopeya de su Oeste, el universo que ha creado, es devorado por las vías de la modernidad. El mundo en el que habitan el Manco, Tuco y el Coronel Mortimer (que podrían perfectamente encajaren esta película) finaliza el mismo día que el tren llega a Sweetwater. En el tren viene el mundo real, podrido y enfermo como Morton.
Leone no quería hacer otro western, y aquí echó el resto.
En cierto modo, es la trilogía del dólar pasada por el filtro hollywoodiense. Es un Oeste que no existía en Hollywood hasta que lo importaron desde Italia. Sucio y cazurro, de frontera. Sin indios ni cowboys, sólo hay pistoleros, borrachos, putas y burgueses.
Desde la apertura, con Jack Elam, Woody Strode y el actor italiano que ya abría "El Bueno, El feo y el malo", lo deja claro. No se puede hacer otro western con MÁS. Es Leone & Morricone al 110%. A partir de cuatro personajes principales (ver spoiler) que resumen los estereotipos que habitan su universo, Leone nos cuenta una epopeya de su Oeste, el universo que ha creado, es devorado por las vías de la modernidad. El mundo en el que habitan el Manco, Tuco y el Coronel Mortimer (que podrían perfectamente encajaren esta película) finaliza el mismo día que el tren llega a Sweetwater. En el tren viene el mundo real, podrido y enfermo como Morton.
Leone no quería hacer otro western, y aquí echó el resto.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Claudia Cardinale, pura voluptuosidad. Qué buena está. Con rotundidad, sin sutilezas. Su personaje es más puta que las gallinas, y haría lo que fuera por sobrevivir. Por esas ganas de vivir a pesar de lo que venga, el personaje es una maravilla.
Bronson: para qué va a hablar, si toca la armónica y dispara. Tiene la característica, como otros actores de la época con los que compartió cartel (James Coburn y McQueen), de tener una cara que ya es media película. Aunque sea inexpresivo. No hace falta ser Brando o Pacino cuando tienes esa jeta, parece que ha estado diez años bajo el sol del desierto.
Henry Fonda, en un auténtico papelón. No sólo por bordar la maldad, si no por cómo se mueve en esta película, es casi felino. Siendo un tío ya mayorcete y no muy grande, transmite peligro físico. Frank es el personaje al que nunca irías a tocarle las pelotas.
Jason Robards y su Cheyenne, el bandido asesino más entrañable. De los cuatro personajes es claramente el que más empatía siente y produce.
¿Quién va a fiarse de quien lleva cinturón y tirantes al mismo tiempo?
Bronson: para qué va a hablar, si toca la armónica y dispara. Tiene la característica, como otros actores de la época con los que compartió cartel (James Coburn y McQueen), de tener una cara que ya es media película. Aunque sea inexpresivo. No hace falta ser Brando o Pacino cuando tienes esa jeta, parece que ha estado diez años bajo el sol del desierto.
Henry Fonda, en un auténtico papelón. No sólo por bordar la maldad, si no por cómo se mueve en esta película, es casi felino. Siendo un tío ya mayorcete y no muy grande, transmite peligro físico. Frank es el personaje al que nunca irías a tocarle las pelotas.
Jason Robards y su Cheyenne, el bandido asesino más entrañable. De los cuatro personajes es claramente el que más empatía siente y produce.
¿Quién va a fiarse de quien lleva cinturón y tirantes al mismo tiempo?