March 2, 2014
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Una de las críticas más acertadas que he leído sobre esta película acaba diciendo que no dan ganas ni de leer la novela. No solo estoy de acuerdo sino que añadiría que no dan ganas de leer ninguna novela. Y esto viene al caso porque esperaba que “La ladrona de libros” desprendiera verdadero amor por la literatura, que salieras de cine ansioso por devorar cualquier libro que cayera en tus manos. Y desafortunadamente no es así. La película de Brian Percival se muestra como una simple crónica infantil sobre un determinado momento de la historia de Europa, tan blanda, vacía y previsible como un capítulo de “La casa de la pradera”. No solo es que los personajes secundarios sean meros estereotipos, es que incluso Liesel, el personaje principal y sobre el que gira todo el relato, no despierta la más mínima empatía, mostrándose excesivamente azucarado y falto de matices. Fiel reflejo de una película de difícil digestión, demasiado infantilizada en su desarrollo para llegar a cautivar a cualquier sector de público que no comulgue con los relatos juveniles. Sin un ápice de poesía, de magia o de creatividad en la dirección, “La ladrona de libros” parece caer víctima de sus bajas pretensiones y de su propia incapacidad para captar el espíritu de la historia.
Lo mejor: la delicada banda sonora de John Williams.
Lo peor: que sea tan plana de principio a fin.
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