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TOM REGAN rating:
8
7.3
26,342
Drama
In 1941, New York intellectual playwright Barton Fink comes to Hollywood to write a Wallace Beery wrestling picture. Staying in the eerie Hotel Earle, Barton develops severe writer's block. His neighbor, jovial insurance salesman Charlie Meadows, tries to help, but Barton continues to struggle as a bizarre sequence of events distracts him even further from his task.
Language of the review:
- es
July 5, 2015
8 of 9 users found this review helpful
93/01(01/06/15) Inclasificable y notable film de los Coen, un extraño y sugestivo film, perturbadora obra que explora los complejos procesos de creación artística, un juguetón film que se adentra en la convulsa mente de un dramaturgo-guionista, lo hace con un estilo punzante, rebosante de simbolismos visuales, un relato enfermizo, retorcido, con sugerentes dosis de surrealismo, cine que bebe claramente de David Lynch, juega con la realidad y la fantasía en una perversa miscelánea. Todo con un marcado sentido ambiental, siendo uno de los protagonistas el Hotel Earle y la patética habitación, que sumergen al relato en un clima de inquietud latente. Nominado a 3 Oscar, ganó en Cannes 3 premios (Palma de oro, director y actor).
En el críptico guión de los Coen se tocan temas como la crisis del artista en el complejo camino de la creación, la integridad personal, la soledad existencial, la amistad, el fascismo, el miedo al fracaso, el antisemitismo, el sometimiento, contraponiendo para ello como integridad artística el teatro de Broadway, el supuesto Edén idealista, y en el otro lado del ring Hollywood, el Infierno donde se vende el alma al diablo por dinero, teniendo que doblar tus ideales. En parte una parodia bufa del mundo de Hollywood de la época dorada de los 30 y 40, con jefes de estudio tiránicos, con poder cuasi-omnímodo, poblado de personajes pintorescos, un contenedor inmenso de creadores mal-aprovechados, donde el alcoholismo parece ser la única respuesta a las frustraciones creativas, donde te vendes para alcanzar la quimera del éxito, aunque para ello deberás alejarte de tus principios y rebozarte en los lugares comunes y manidos que les gustan a la masa de gente. Se hace con una hábil delineación de personajes, que se desenvuelven con diálogos ágiles, rápidos, con dobles sentidos, con toques de humor negro bizarro, es una historia donde lo que prima a medida que su desarrollo avanza es el sentido alegórico de lo que vemos y escuchamos, no es un film de fácil degustación, de los que te puede provocar devoción o repulsión, con un claro substrato de lecturas paralelas, que pueden crear una barrera con el espectador común. A mí me queda una obra fascinante, con momentos cuasi-hipnóticos de las que te hace pensar mucho después de finalizar. Yo la entiendo como que estamos viviendo en el interior de la atormentada mente de este creador de ideas, y a medida que discurre el metraje Barton se desmorona interiormente más y más, no aguanta la presión y su mente colapsa, está claro cuál es ese momento, pero anteriormente nos han dado pistas ingeniosas, geniales, esos pasillos e interminables, esos inquietantes sonidos que oye por las tuberías, o la habitación en la que vive Fink se convierte en su propio cerebro, con ese papel que se despega de modo viscoso dejando emerger la cola cual bilis, la foto playera que cuelga intrigantemente en la habitación, esa impactante alegoría de la fornicación con el desagüe, los mosquitos como presagio de muerte, o esa misteriosa caja, todo en pos de una deliciosa sensación onírica que nos provoca zozobra.
La puesta en escena es apabullante, entendida como un medio para transmitir emociones, con magnético diseño de producción de Dennis Gassner (“Big Fish”), imbuyéndonos con brillantez en la época, con creación de escenarios que provocan, siendo estrella el Hotel Earle, deconstrucción subliminal de la mente de Fink, lugar enorme con un gran lobby y largos pasillos sin gente, una habitación frugal, con poca luz, símil del cerebro de Barton, gran ausencia de ideas, lugar en decadencia, parece haber vivido momentos mejores, espectacular el clímax final con el fuego por el pasillo del hotel siguiendo en un tiroteo, usaron llamas reales, construyeron el escenario en un hangar abandonado de Long Beach, instalando una serie de chorros de gas en el pasillo, para dar luego la sensación avernal del fuego, la escena de la playa pertenece a la de Zuma en malibú (California), así como la alegórica de la ola rompiendo contra una roca (metáfora del guionista llegando a Hollywood, rompiéndose), todo esto potenciado por la fascinante fotografía de Roger Deakins (“Fargo”), jugando con imágenes simbólicas constantemente, tomas opresivas, zooms inquietantes, movimientos de cámara siniestros, con picados y travellings expresivos, tomas cenitales zozobrantes, oblicuas, contraluces, todo en un patinado apagado de marrones, amarillos ajados, grises y blancos mortecinos, emitiendo calor, sudor, humedad, todo en pos de que nos llegue un lugar en descomposición (como la mente de Barton), donde además tiene mucha importancia los sonidos, el sonido de los aplausos, la campanilla del hotel, la ola rompiendo contra las rocas, los lúgubres de las habitaciones vecinas a Barton en el hotel, el zumbido del mosquito. La música es de Carter Burwell (el de toda su filmografía), menos participativa de lo que estaba habituado, predominan canciones populares alegóricas simbólicamente a la historia.
John Turturro crea de modo maravilloso a este dramaturgo inseguro, atormentado, angustiado, apocado, pusilánime, introspectivo, bloqueado, ofrece un lenguaje físico apocado, taciturno, introspectivo, triste, magnífico para este complejo rol. John Goodman resulta arrollador, carismático, apabullante, un portento de empatía y saber emitir emociones, con una radiante vis cómica, fabuloso. John Mahoney da un gran rendimiento como el escritor alcohólico, muy bueno. Judy Davis resulta una enternecedora presencia, transmitiendo una gran dulzura y comprensión. Michael Lerner es un huracán en su rol de histriónico jefe productor, desborda la pantalla con su feroz labia llena de arrogancia y falsa reverencia, jamás ha estado mejor, tanto que fue nominado a Oscar secundario. Jon Polito esta impresionante en sus poca presencia, un actor muy poco aprovechado en el cine. (sigue en spoiler)
En el críptico guión de los Coen se tocan temas como la crisis del artista en el complejo camino de la creación, la integridad personal, la soledad existencial, la amistad, el fascismo, el miedo al fracaso, el antisemitismo, el sometimiento, contraponiendo para ello como integridad artística el teatro de Broadway, el supuesto Edén idealista, y en el otro lado del ring Hollywood, el Infierno donde se vende el alma al diablo por dinero, teniendo que doblar tus ideales. En parte una parodia bufa del mundo de Hollywood de la época dorada de los 30 y 40, con jefes de estudio tiránicos, con poder cuasi-omnímodo, poblado de personajes pintorescos, un contenedor inmenso de creadores mal-aprovechados, donde el alcoholismo parece ser la única respuesta a las frustraciones creativas, donde te vendes para alcanzar la quimera del éxito, aunque para ello deberás alejarte de tus principios y rebozarte en los lugares comunes y manidos que les gustan a la masa de gente. Se hace con una hábil delineación de personajes, que se desenvuelven con diálogos ágiles, rápidos, con dobles sentidos, con toques de humor negro bizarro, es una historia donde lo que prima a medida que su desarrollo avanza es el sentido alegórico de lo que vemos y escuchamos, no es un film de fácil degustación, de los que te puede provocar devoción o repulsión, con un claro substrato de lecturas paralelas, que pueden crear una barrera con el espectador común. A mí me queda una obra fascinante, con momentos cuasi-hipnóticos de las que te hace pensar mucho después de finalizar. Yo la entiendo como que estamos viviendo en el interior de la atormentada mente de este creador de ideas, y a medida que discurre el metraje Barton se desmorona interiormente más y más, no aguanta la presión y su mente colapsa, está claro cuál es ese momento, pero anteriormente nos han dado pistas ingeniosas, geniales, esos pasillos e interminables, esos inquietantes sonidos que oye por las tuberías, o la habitación en la que vive Fink se convierte en su propio cerebro, con ese papel que se despega de modo viscoso dejando emerger la cola cual bilis, la foto playera que cuelga intrigantemente en la habitación, esa impactante alegoría de la fornicación con el desagüe, los mosquitos como presagio de muerte, o esa misteriosa caja, todo en pos de una deliciosa sensación onírica que nos provoca zozobra.
La puesta en escena es apabullante, entendida como un medio para transmitir emociones, con magnético diseño de producción de Dennis Gassner (“Big Fish”), imbuyéndonos con brillantez en la época, con creación de escenarios que provocan, siendo estrella el Hotel Earle, deconstrucción subliminal de la mente de Fink, lugar enorme con un gran lobby y largos pasillos sin gente, una habitación frugal, con poca luz, símil del cerebro de Barton, gran ausencia de ideas, lugar en decadencia, parece haber vivido momentos mejores, espectacular el clímax final con el fuego por el pasillo del hotel siguiendo en un tiroteo, usaron llamas reales, construyeron el escenario en un hangar abandonado de Long Beach, instalando una serie de chorros de gas en el pasillo, para dar luego la sensación avernal del fuego, la escena de la playa pertenece a la de Zuma en malibú (California), así como la alegórica de la ola rompiendo contra una roca (metáfora del guionista llegando a Hollywood, rompiéndose), todo esto potenciado por la fascinante fotografía de Roger Deakins (“Fargo”), jugando con imágenes simbólicas constantemente, tomas opresivas, zooms inquietantes, movimientos de cámara siniestros, con picados y travellings expresivos, tomas cenitales zozobrantes, oblicuas, contraluces, todo en un patinado apagado de marrones, amarillos ajados, grises y blancos mortecinos, emitiendo calor, sudor, humedad, todo en pos de que nos llegue un lugar en descomposición (como la mente de Barton), donde además tiene mucha importancia los sonidos, el sonido de los aplausos, la campanilla del hotel, la ola rompiendo contra las rocas, los lúgubres de las habitaciones vecinas a Barton en el hotel, el zumbido del mosquito. La música es de Carter Burwell (el de toda su filmografía), menos participativa de lo que estaba habituado, predominan canciones populares alegóricas simbólicamente a la historia.
John Turturro crea de modo maravilloso a este dramaturgo inseguro, atormentado, angustiado, apocado, pusilánime, introspectivo, bloqueado, ofrece un lenguaje físico apocado, taciturno, introspectivo, triste, magnífico para este complejo rol. John Goodman resulta arrollador, carismático, apabullante, un portento de empatía y saber emitir emociones, con una radiante vis cómica, fabuloso. John Mahoney da un gran rendimiento como el escritor alcohólico, muy bueno. Judy Davis resulta una enternecedora presencia, transmitiendo una gran dulzura y comprensión. Michael Lerner es un huracán en su rol de histriónico jefe productor, desborda la pantalla con su feroz labia llena de arrogancia y falsa reverencia, jamás ha estado mejor, tanto que fue nominado a Oscar secundario. Jon Polito esta impresionante en sus poca presencia, un actor muy poco aprovechado en el cine. (sigue en spoiler)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La cinta discurre dentro de los cauces de lo entendible, pero todo esto implosiona a partir de que Barton se acuesta con Audrey, cuando se despierta ella está asesinada junto a él, Barton no recuerda que ha sucedido, pide ayuda a su vecino Charlie este le ayuda desinteresadamente a deshacerse del cuerpo, entonces se suceden unos acontecimientos que escapan a la razón y se hacen alegóricos, en los que cada cuál deberá encontrar sentido.
Cuando llegamos al tramo surrealista lo entiendo como el colapso de la mente de Barton, la presión le ha podido, ha caído en la demencia, pierde el sentido de la realidad, sucumbe a su Infierno interior, muertes, asesinatos, tiroteos, racismo, fracaso del escritor, el bloqueo del escritor le ha reventado, su mente cual papel de su habitación se despega lentamente, y explota en el fuego del Averno del clímax, con la aparición satánica de su único amigo, su vida se le ha ido de las manos, y su cordura parece estar en una cajita a la que no le interesa acceder ya a Barton. Esta podría ser una explicación como cualquier otra, pero es que estos Coen son unos traviesos incorregibles, como demuestran en “Miller’s Crossing”, cuando el protagonista cuenta su sueño a Berna sobre como el viento se le llevó por un bosque su sombrero, y Berna le dice que seguro fue corriendo tras él y se convirtió en otra cosa, Tom le responde que no, que no hay nada más ridículo que un hombre corriendo tras el sombrero, o en el mismo film cuando un matón aparece muerto en un callejón, lo ve un niño y le quita el peluquín que llevaba, luego la poli le busca significados ocultos a que le falte el bisoñé, solo era un chaval jugando, y es que eso son los Coen un gamberros que quizás solo quieran hacernos reflexionar, pero sin destino alguno.
Momentos recordables: El comienzo, cuando vemos la obra de Fink a través de él que la observa entre bastidores, se le nota tenso, oímos el diálogo de la obra de fondo, Barton entre dientes pronuncia las frases, buena forma de comenzar; La alegórica llegada a Hollywood, primero entra el sonido de las olas y luego la imagen rompiendo el agua contra una roca, tras esto Barton aparece en un gran lobby en penumbra del hotel; Los espléndidos encuentros entre Lipnick y Barton, con Lou Breeze de fondo, como van evolucionando, imprevisibles, atronadoramente divertidos; Los turbadores encuentros entre Barton y Charlie en su habitación; La charla entre Audrey y Barton en que este se da cuenta de la gran mentira que es el arte, unos ponen la cara y otros las ideas; El momento sumidero; El momento mosquito; La siniestra presencia de la cajita; El infernal clímax; El último encuentro de Barton con Lipnick, definitorio de la tiranía de Hollywood; O su críptico epílogo en la playa.
Por ponerle una tara y no decir es redondo, es que se retuerce demasiado en su tramo final las señales crípticas, quizás es que mi cerebro no da para más.
Los personajes están influenciados por personas reales, también beben los Coen de varias fuentes cinéfilas, hago recuento en mi blog, reseñado abajo.
Recomendable a los que gusten de obras de las que no te dejan indiferente, de las que te hacen pensar, removerte llegando a ser un cuadro abstracto al que tienes encontrarle las forma y el mensaje. , Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/07/barton-fink.html
Cuando llegamos al tramo surrealista lo entiendo como el colapso de la mente de Barton, la presión le ha podido, ha caído en la demencia, pierde el sentido de la realidad, sucumbe a su Infierno interior, muertes, asesinatos, tiroteos, racismo, fracaso del escritor, el bloqueo del escritor le ha reventado, su mente cual papel de su habitación se despega lentamente, y explota en el fuego del Averno del clímax, con la aparición satánica de su único amigo, su vida se le ha ido de las manos, y su cordura parece estar en una cajita a la que no le interesa acceder ya a Barton. Esta podría ser una explicación como cualquier otra, pero es que estos Coen son unos traviesos incorregibles, como demuestran en “Miller’s Crossing”, cuando el protagonista cuenta su sueño a Berna sobre como el viento se le llevó por un bosque su sombrero, y Berna le dice que seguro fue corriendo tras él y se convirtió en otra cosa, Tom le responde que no, que no hay nada más ridículo que un hombre corriendo tras el sombrero, o en el mismo film cuando un matón aparece muerto en un callejón, lo ve un niño y le quita el peluquín que llevaba, luego la poli le busca significados ocultos a que le falte el bisoñé, solo era un chaval jugando, y es que eso son los Coen un gamberros que quizás solo quieran hacernos reflexionar, pero sin destino alguno.
Momentos recordables: El comienzo, cuando vemos la obra de Fink a través de él que la observa entre bastidores, se le nota tenso, oímos el diálogo de la obra de fondo, Barton entre dientes pronuncia las frases, buena forma de comenzar; La alegórica llegada a Hollywood, primero entra el sonido de las olas y luego la imagen rompiendo el agua contra una roca, tras esto Barton aparece en un gran lobby en penumbra del hotel; Los espléndidos encuentros entre Lipnick y Barton, con Lou Breeze de fondo, como van evolucionando, imprevisibles, atronadoramente divertidos; Los turbadores encuentros entre Barton y Charlie en su habitación; La charla entre Audrey y Barton en que este se da cuenta de la gran mentira que es el arte, unos ponen la cara y otros las ideas; El momento sumidero; El momento mosquito; La siniestra presencia de la cajita; El infernal clímax; El último encuentro de Barton con Lipnick, definitorio de la tiranía de Hollywood; O su críptico epílogo en la playa.
Por ponerle una tara y no decir es redondo, es que se retuerce demasiado en su tramo final las señales crípticas, quizás es que mi cerebro no da para más.
Los personajes están influenciados por personas reales, también beben los Coen de varias fuentes cinéfilas, hago recuento en mi blog, reseñado abajo.
Recomendable a los que gusten de obras de las que no te dejan indiferente, de las que te hacen pensar, removerte llegando a ser un cuadro abstracto al que tienes encontrarle las forma y el mensaje. , Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/07/barton-fink.html