February 13, 2009
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Se dice que es un plagio de “Hombre mirando al sudeste”. De ser así, lógicamente el mérito del guión estaría en entredicho. Pero dejando a un lado los temas legales y haciendo un juicio independiente de este problema, habrá que decir que la película tiene un comienzo magnético, te despierta una curiosidad inusual y consigue pegarte al asiento. Si algo se agradece en el cine, es la sensación de ver algo nuevo y fresco –si no has visto la anterior-, algo que de verdad te apetezca ver, y esta película arranca de una manera verdaderamente interesante. De esas películas que causan adicción en unos pocos minutos.
Kevin Spacey interpreta de manera brillante a un hombre sin identidad que dice cosas que en apariencia son poco coherentes, razón por la cual lo internan en un centro psiquiátrico. Pero argumenta sus supuestas fantasías de una manera realmente convincente, lo cual despierta el interés de un doctor interpretado por Jeff Bridges, y de paso también despierta el interés del público, haciendo que por unos minutos abandonemos nuestra rutina y nos traslademos al misterioso mundo de K-Pax.
Durante los tres primeros cuartos de hora la película consigue poner el listón muy alto, lástima que después sufra algunos altibajos y derive todo a un final que aunque no decepciona del todo y resulta más o menos correcto, no consigue mantener el nivel del comienzo.
Una película que resulta recomendable de ver porque además de ser entretenida, es de una rareza y singularidad especial.
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