Lo destacable de este antiguo filme es la aparición de un Clark Gable ya con un papel más destacable. El futuro rey de Hollywood, después de su trayectoria teatral un tanto azarosa empieza a darse a conocer en la pantalla grande luego de algunos papeles de relleno.
Se le ve joven en “El desierto pintado” y su figura más bien tosca y rudimentaria, dejaba ver un poco de lo que en años más tarde se convertiría: un actor no excelso pero que con su sola presencia, bastaba para mandar una descarga eléctrica al público que en todas las salas del mundo lo llegó a idolatrar.
Spoiler:
Memorable para los fans y estudiosos de Gable, cuando este aparece en escena luego de una caminata por el desierto, cansado y sudando. La cámara lo capta sediento como si nos dijera que el camino que había recorrido hasta entonces rumbo a la todavía incierta fama, estaba mas cerca de lo él creía, y el ansiado oasis comenzaba a volverse una realidad.
Clark Gable bebe el agua del riachuelo que mitiga la sed, misma que a través de sus posteriores películas, mitigaría con el aplauso y la admiración de sus segadores, pues antes de demostrar que era un actor, nos demostró que era un ser humano que se aferraba a los cariños, y creo que por eso el publico de diferentes generaciones lo acogió como el hijo pródigo que regresaba a sus orígenes y que lo encumbró hasta llamarlo “el rey de Hollywood”.