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Voto de Macarrones:
1
Comedia. Fantástico. Infantil Doris Roberts (Pratt) se queda asombrada cuando su personaje de la tele favorito, Fat Albert (Thompson) y los chicos Cosby salen de la televisión y se meten en su mundo real. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2006
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película la vi en un autocar de Auto Res, camino de Badajoz. Podría haber mirado por la ventanilla para ver los arbolitos y los gorrinos y eso que hubiera salido ganando, pero no, esclavo de mi educación judeo-cristiano-audiovisual me obstiné en seguir este bodrio animado y en el pecado llevé la penitencia.
El Gordo Alberto y su panda son unos personajes de dibujos animados creados por Bill Cosby, que Dios le perdone. En esta película, los dibujos salen del televisor y entran en el mundo real para ayudar a una adolescente con problemas de autoestima (se siente una perdedora, las chicas más populares del instituto no le invitan a sus fiestas y no se la valora en el equipo deportivo: la película tiene todos los traumas americanos y todo su paternalismo). El resultado artístico (me da pudor escribir esta palabra) es repugnante y ofensivo a la inteligencia no digo de los cinéfilos, sino de los indefensos usuarios de los transportes públicos españoles: un viaje a la noble ciudad de Badajoz puede convertirse en una tortura.
El caso es que esta es una historia de seres artificiales (los dibujitos animados) que -como en Blade Runner- tienen sentimientos y se enamoran. La película tiene varios momentos culminantes desde el punto de vista del ridículo: las escenas deportivas son una exaltación del atletismo que parecen rodadas por Leni Riefenstahl con matasuegras; hay un descenso en patinete por unas escaleras que es como una pesadilla del Acorazado Potenkin y así. La cumbre del bochorno es una escenita casi unamuniana en la que el Gordo Alberto va a visitar a su creador, Bill Cosby, y tienen unos diálogos que dejan a la altura del betún a "Niebla".
En fin, esta es una de esas películas que deberían clasificarse no como comedias sino de terror, porque produce verdaderos escalofríos.
Macarrones
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