No tengo palabras para describir esta maravillosa obra. Quizás sea porque mi fanatismo hacia Doctor Who nubla mi juicio. Normalmente los biopics o películas que recrean momentos históricos suelen verse manipulados por la necesidad de introducir elementos narrativos y dramáticos, y aunque posiblemente este sea uno de esos casos, todo es de agradecer.

Desde los primeros momentos del filme nos bombardean con una emotividad exacerbada y edulcorada, pero esto no hace más que añadir un romanticismo necesario a la hora de relatar la genésis de la famosa serie británica. A fin de cuentas, la propia serie está cargada con el mismo amor.

¿En referente a lo técnico? Una realización correcta y una fotografía excelente, sobre todo para tratarse de una TV Movie. Lo que quizás destaque más son las interpretaciones, especialmente la de David Bradley como el mítico Will Hartnell, cuya caracterización y gran trabajo es de lo más realista que he visto nunca, y la de Jessica Raine como Verity Lambert (una personalidad del mundillo a la que se tendría que recordar más). Brian Cox, está tan genial como es él, al menos durante el poco tiempo que le tenemos en pantalla.

Es una película de obligada visión para todos los fans de la serie, y una obra realizada con muchísimo amor.