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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama. Bélico Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Kaji, un japonés pacifista, trata de librarse del servicio militar aceptando un trabajo como supervisor laboral en las minas de la Manchuria ocupada. Kaji se dedica a mejorar las pésimas condiciones de vida de los prisioneros, pero sus esfuerzos son despreciados por el jefe del campo de concentración. Un día, el odio acumulado estalla y tiene terribles consecuencias. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2008
51 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tatsuya Nakadai es Kaji. Y Kaji es uno de esos regalos que da de vez en cuando el cine donde podemos volcar todo nuestro afecto y respeto. Kaji está lleno de unos ideales que no casan nada con este mundo. Y menos casaban en un mundo con la II Guerra Mundial de por medio. Durante los 208 minutos Kaji recorre el camino del humanismo. Y a pesar de todos los inconvenientes, de todas las mentiras y decepciones, Kaji sigue recorriendo ese camino. ¿Irreal? Puede, pero Kobayashi consigue que nos lo creamos todo.

Sí, son una burrada de minutos, en blanco y negro y japonesa. ¡Casi nada! Pero es una historia llena de gran cine. De una calidad palpable desde su inicio, con una cámara que daña cuando lo pretende y emociona cuando quiere. Kobayashi nos brinda unos primero planos a ras de suelo que descolocan, una brillante realización y ambientación y unas actuaciones descomunales. Pero sobre todo nos ofrece un personaje que lo tiene todo para ser convertido en un icono y no se arruga al tirarlo a los leones: Nakadai está a la altura del reto impuesto.

Kobayashi comete a mi juicio un fallo habitual en este tipo de películas. Alarga en exceso la historia. Usa elipsis insuficientes (aunque algunas utilizadas son prodigiosas) y desdeña el uso de síntesis que hubiera mejorado la película. Su final es primoroso, y sabes que no resistirás mucho tiempo a seguir el camino de Kaji, que ahora, se vuelve más opaco, con menos posibilidades de seguir por esa senda del humanismo del que no pretende desviarse.

La historia pudo ser tildada de antipatriótica, pero lo que la gente no quiso ver, es que Kobayashi no hablaba de patrias ni banderas. Hablaba de hombres y mujeres con el mismo color de sangre circulando entre sus venas. Y si te das cuenta de ello, “La condición humana” es uno de los relatos más agudos y duros de este siglo.
Chagolate con churros
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