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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama Nishida, un estudiante pobre, se instala en una miserable pensión, situada cerca de una base aérea americana. La casera es una viuda acostumbrada a la vida de los bajos fondos. La prostitución y el mercado negro son las constantes de la zona y de la vida de sus habitantes. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2009
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la ocupación aliada en Japón, el tráfico ilegal, los sobornos y la prostitución germinaron cerca de las bases militares. Se creó, como un sub-país de lengua anglosajona que nada tenía que ver con el Japón de post-guerra que intentaba volver a salir a flote. Las oportunidades en estos lugares eran formas de ganarse el sueldo de manera más o menos heterodoxa. La película, fue prohibida durante la ocupación aliada porque más que señalar a EUA como el culpable, Kobayashi (siempre crítico con el gobierno japones de aquellos años) a quien culpa era al sistema japonés que permitía esas conductas ilegales. Quedan patentes, estas intenciones, en la escena en que los inquilinos buscan en la Municipalidad, la solución para no ser desalojados.

Preocupados por el mercado negro, la pobreza, la opresión de los distintas clases sociales, y sobre todo la carga de una guerra por culpa de un imperialista emperador, “Río Negro” continuó con la temática humanista que se estableció en los años 50 de Japón. Dentro de este mundo de exclusivo blanco y negro maniqueísta (buenos y malos), Kobayashi examinó al individuo en un contexto histórico, y la tensión que surgió por ello. Retrato que seguiría en la trilogía de “La condición Humana.” (1)

A pesar de los personajes arque típicos que el director usa, no podemos negar que dichos personajes están llenos de matices. Incluso un joven Jo (Tatsuya Nakadai) típico yakuza matón - chulo de putas, llega a mostrarse ambiguo en ciertos momentos del metraje. Como haría poco más tarde el director en la trilogía antes citada (1), es el amor (imposible e ingenuo) la dinamo que da luz a esta película. Para ello, sólo necesita un libro, una sombrilla y la hermosa Ineko Arima.

En sólo una escena el director resume el trío amoroso de la película. Nishida (Watanabe Fumio) se topa con la pareja en el vagón del tren. Entre plano y contra-plano los tres nos hablan con miradas y gestos. El tren, como en ciertas películas de Ozu, es una metáfora no sólo del cambio cultural, sino una posibilidad de escape hacia la búsqueda del amor idílico.

Se percibe un tono crepuscular, como de fin de una era sin saber a ciencia cierta si existía el inicio de una nueva. Y los personajes, líricos y cínicos, intentan sobrevivir a cualquier precio.

(Abrónchense los cinturones porque esto continúa).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chagolate con churros
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