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Voto de Pedro_Moraelche:
2
Drama En un campo de refugiados palestino de Cisjordania, Chloé, una joven canadiense, cuida a mujeres embarazadas. Su relación con personas que se hallan a ambos lados de los muros y puntos de control del campo, hará cambiar sus creencias y convicciones. (FILMAFFINITY)
7 de julio de 2013
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precedida por el éxito en la Berlinale, donde ha alcanzado el Premio de la Crítica (haciendo buena esa fama de que cuanto más aburrido seas, más fascinación despertarás en los críticos) nos llega esta película sobre el conflicto árabe-israelí filmada por una activista y documentalista canadiense. Tema interesante, actual, duro, y que cinematográficamente da juego, pero que en manos de Barbeau-Lavalette se queda en un batiburrillo a medio camino entre el docudrama (que es lo suyo) y el drama psicológico de una médica atrapada entre dos mundos opuestos, enemistados y desiguales debido a la aplastante superioridad militar de uno de ellos. Con una visión occidental al fin y al cabo, y políticamente correctita, nos quedamos con un montón de estampas, algunas de ellas muy repetitivas, sin entrar a analizar un montón de historias y personajes que seguramente habrían interesado más que las idas y venidas de la médica.

A pesar de lo impactante de las imágenes del basurero en que sobreviven los palestinos al pie de ese infranqueable muro de la vergüenza israelí, o del abusivo control militar israelí sobre la vida cotidiana de la gente, la película es soporífera y presenta varios problemas. El principal es un guion malísimo, casi de boceto, donde se presentan escenas, se apuntan historias y se detallan costumbres, pero no se desarrolla ni traba historia alguna salvo al final, donde el drama de la chica palestina enfrentada a la pérdida de su hijo y su relación de amor-odio con la doctora despierta por fin el interés no por el tema de referencia de la película, sino por la película en sí. Las relaciones entre los personajes se quedan esbozadas, sin desarrollar sus posibilidades, y no vale la excusa de la sugerencia: la atracción entre la médica y la soldado israelí con la que convive, por ejemplo, pedía mucha más sustancia.

El segundo problema es la desacertada elección de Evelyne Brochu para llevar, en primerísimo primer plano, todo el peso de la película. Es una actriz con presencia, muy guapa, pero expresiva cual bloque de hormigón, aunque a veces abra los ojos un poco para demostrar sorpresa. No sucede así con el resto de actores: Sivan Levy está muy interesante como la soldado israelí obligada a compaginar su deber y sus sentimientos, y Sabrina Ouazani borda el papel de la palestina mártir a pesar de las deficiencias del guion.

El tercer gran problema es esa irritante, mareante y falsamente realista moda de utilizar el primerísimo primer plano y la steady cam para todo, aunque el personaje se ate las zapatillas y le estemos viendo la nuca mientras la cámara sufre de tembleque. Podría funcionar si los directores aprendieran un poco de Dreyer o Eisenstein, pero tener el rostro glacial de Brochu en ppp cada dos por tres sin venir a cuento no es la mejor manera de interesar ni emocionar al espectador. No ocurre así, sin embargo, en el plano simbólico de cierre, sin duda lo mejor de la película.

La historia atrae por el tema, pero no basta. Hay que saber contarla.
Pedro_Moraelche
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